sábado, 13 de septiembre de 2014

Simbiosis y éxtasis total entre la montaña y el corredor


CRÓNICA II TRANSVALDEÓNICA




Un sincretismo en estrecha relación entre piedra y hueso, agua y sangre, hierba y piel. La mezcla perfecta y armónica entre lo natural y lo humano. La vida en conjunción de dos organismos tan disímiles como análogos. Un equilibrio admirable resultado de una especie de pacto de convivencia entre las partes. Un arrobamiento con un estado de plenitud y apogeo máximo. Todas estas definiciones podrían acuñarse para describir las sensaciones vividas en la montaña por excelencia, Picos de Europa, y la carrera que por ella discurre: Transvaldeónica.



En marzo de 1924 G.L. Mallory, aparte de la célebre respuesta «porque está ahí», expresaba cuando se dirigía a escalar el Everest: «si alguien me preguntara cuál es la utilidad de escalar, o de intentar escalar, el pico más alto del mundo, debería decirles que ninguna. No se persigue ningún fin científico; simplemente, la gratificación de un impulso, el deseo de descubrir lo inexplorado que late en el corazón del hombre...». Pues bien, si cuando a un corredor por montaña se le pregunta la razón por la qué corre por éstas y no sabe exactamente qué contestar, en esta carrera encontrará la respuesta, el esclarecimiento y la explicación perfecta a sus dudas. Y tanto es así, que resulta ciertamente difícil explicar a escépticos y ajenos a este mundo qué se siente exactamente en lo más profundo del corazón, que te impulsa a pasar muchas veces penurias, dificultades e incluso a arriesgar tu integridad física de manera más o menos inconsciente en éste tipo de pruebas.

La montaña supone un elemento consustancial a la propia naturaleza del hombre. El paisaje natural, la naturaleza en sí, la montaña, el entorno no urbano, ha sido nuestro hogar durante millones de años. En el hemos vivido, cazado, domesticado animales, cultivado para alimentarnos, construido nuestros hogares, aprendido a sobrevivir,... Es normal que aun siga exaltando y enardeciendo nuestro espíritu con tal intensidad que, cuando tenemos la oportunidad de disfrutarla in situ, nos mostremos atónitos por su enorme poder de seducción y atracción. En la alta montaña se puede admirar la belleza en un estado puro y salvaje. Pero lo grande de correr por ella es que participas, integras, zambulles y empapas en ella, y por ese espacio de tiempo que transcurre sientes sensaciones y emociones indescriptibles en su seno. 


Al fondo Refugio Collado Jermoso

Como he comentado en alguna ocasión me considero un auténtico enamorado de Picos de Europa. Y cada vez que piso alguno de sus numerosos e incalculables rincones es mayor mi admiración, mi entusiasmo, mi seducción y mi encandilamiento. Faltarían expresiones en este rico idioma que tenemos para describir en su plenitud lo que esto supone y lo que siento. Hay que reconocer que la aproximación al refugio de Collado Jermoso o Refugio Diego Mella desde Cordiñanes es sin duda alguna una de las rutas más hermosas que pueden realizarse por los Picos de Europa y seguramente de muchas montañas del mundo. En ella podemos descubrir la mayoría de paisajes que nos podemos encontrar en estas montañas, desde mágicos bosques de hayas, hasta aéreos collados a más de 2.000 mts de altitud, pasando por inclinadas praderas, vertiginosos senderos tallados en la roca, canales de verticales paredes, verdes vegas, traviesas y argayos,…

Desde el año pasado, momento en el que dio a luz este evento, tenía marcado en rojo en el calendario esta carrera que discurre por el Macizo de los Urriellos en pleno corazón de la parte leonesa de Picos de Europa con salida y llegada en Posada de Valdeón. Sabía que la fecha no era la más idónea para mí, puesto que, como sólo puedo coger vacaciones en agosto por temas laborales, es cuando suelo parar de correr. Pero este año tenía muchas ganas de correrla aunque pudiera ser que llegase a rastras a meta puesto que la distancia y el desnivel acumulado, 28 kms y 4.200 mts, y todo esto unido a la tecnicidad de la carrera iba a hacer una prueba muy dura si llegaba bajo de forma. Pero cuando las ganas existen todo se puede, cueste más o menos esfuerzo o trabajo conseguirlo.




Como comenta la organización, este año, después del éxito del anterior, han decidido hacer alguna pequeña modificación del recorrido. Se ha variado un poco el tramo inicial entre Posada de Valdeón y Cordiñanes, subiendo por un camino nada más salir de Posada para enlazar a una senda y bajar de nuevo al camino de Bustío ya cerca de Cordiñanes. El motivo es estirar el grupo antes de entrar en la rienda de Asotín, pues es un paso estrecho, tallado en roca y con fuerte caída a la derecha. Y también han decidido variar los últimos cuatro o cinco kilómetros para eliminar parte del trayecto por pistas y, para no hacerlo tan monótono, lo intercalan con subidas y bajadas por sendas ya existentes. Como siempre, y en lo que a mí respecta, un acierto eliminar el mayor tramo de pistas y asfalto posibles.
Perfil de la carrera

Nos ponemos en camino y llego con Estrella a Santa Marina de Valdeón la tarde del viernes antes de la carrera y procedemos a recoger el dorsal y la bolsa del corredor en el Albergue la Ardilla Real donde ya hay muy buen ambiente entre corredores, voluntarios y organizadores. Está sentado el gran Gobitu delante de un ordenador preparando alguna… quedaros con el nombre de Sobrescobio Redes Trail, que buena pinta tiene esta carrera en otoño por pleno Parque Natural de Redes, en Asturias. La niebla a media altura había impedido que disfrutáramos en todo esplendor del paisaje del puerto de Pandetrave cuando nos acercábamos en el coche y no auguraba nada bueno para el día siguiente, pero bueno, habría que cruzar los dedos. Una vez recogida la documentación y tomado un refrigerio nos dirigimos a Posada de Valdeón donde íbamos a dar cuenta de una buena cena antes de irnos a dormir.


Posada de Valdeón

El sábado madrugo, siempre me gusta ir con tiempo de sobra. Amanece con un poco de bruma pero poco a poco parece que según asoma el sol va despejando la niebla y dejando un cielo azul precioso. Los peores augurios se desvanecían. El día estaba espléndido y luminoso, ideal para poder disfrutar en todo su esplendor de esta maravilla sensorial que nos esperaba. Era uno de esos días que ensalzan todavía más la belleza de las montañas, y si eso ocurre en Picos de Europa, entonces la sensación de regocijo y satisfacción no puede ser mayor. Desayuno tranquilamente y termino de preparar la riñonera que voy a llevar. Mucho ambiente por las calles de Posada de buena mañana y aprovechamos a dar un pequeño paseo por ellas antes de que Estrella se ponga rumbo a Cordiñanes por el camino de Bustío y, desde ahí, iba a subir hacia Collado Jermoso llegando hasta donde le diera tiempo antes de que le alcanzara la cabeza de carrera.

Antes de la salida hay un emotivo recuerdo para los tres miembros del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) fallecidos el anterior fin de semana en Maraña al intentar rescatar un montañero. El minuto de silencio es absoluto, se queda uno sobrecogido ante tanto sigilo y mutismo observando las montañas del Macizo Occidental en frente. Anteriormente, durante la charla técnica previa a la prueba en el polideportivo de Posada de Valdeón y, con la presencia de dos compañeros del GREIM de Sabero y el alcalde de la localidad Tomás Alonso, en unas palabras, Salva Calvo destacó la "enorme labor que realizan estas personas que se juegan su vida por ayudar a otros que intentan tan solo disfrutar de la montaña llegando, en ocasiones, hasta las últimas consecuencias". El aplauso aquí fue de varios minutos, estremecedor la verdad.


Salida en Posada
Tras el sentido minuto de silencio justo antes de darse la salida en memoria del Capitán Emilio Pérez Peláez, el Teniente Marcos Antonio Benito Rodríguez y el guardia civil José Martínez Conejo se produce otro fuerte aplauso de los 250 corredores, organizadores, voluntarios y lugareños. La salida estaba a punto de darse y cada uno vamos ocupando nuestro sitio. Al ser una cita puntuable para la IX Copa Sport HG de Castilla y León de Carreras por Montaña contaba con un elenco importante de corredores de la selección de Castilla y León. En primera línea, dos de las gacelas de Liébana que van muy fuerte (Diego e Iván), Rubén Mediavilla, Manuel Caballero, Oscar Baeza, Felipe Iglesias y el inigualable Raúl García Castán, entre otros. A las 10 de la mañana comienza la cuenta atrás y el pistoletazo de salida da paso a un pequeño callejeo por el pueblo para adentramos rápidamente en el camino de Bustío paralelo al río Cares. Siempre salgo en los primeros puestos de cabeza pero esta vez, con el fin de evitar posible tapones en la primera subida que era nada más comenzar trato de colocarme bien. 






A escasos 500 metros de la salida nos encontramos, como he dicho, con el primer repecho del día, dejamos el camino hacia la izquierda en dirección a Pantivalles y cogemos un bonito sendero con unas vistas espectaculares del fondo del valle bordeando Hoyobladas. Según nos adentramos en el sendero se empieza a estirar la cabeza. Yo intento coger mi ritmo como habitualmente suelo hacer y, aunque los primeros parece que aprietan, yo me quedo a rueda de Oscar Baeza puesto que el ritmo que lleva me gusta y sé que a partir de Cordiñanes, cuando la senda tire para arriba, va como un tiro. Aunque nos descolgamos un poco de los primeros y el sendero se allana algo no me importa, creo que el ritmo es bueno y así continúo detrás de él, tratando de regular, había mucho bacalao por delante aún para malgastar fuerzas.



Primer repecho de la carrera

Los primeros kilómetros nos llevan a la falda del macizo del Cornión pasando debajo y dejando a nuestra izquierda la majestuosa Torre Bermeja. Siempre en continuo ascenso por un estrecho sendero llegamos al km 3 donde se desciende, en Torre de Arestas, hasta Cordiñanes. El descenso inicialmente tiene mucha pendiente y no hay sendero definido, nos apañamos cada uno como podemos para bajar cómo y por donde creemos conveniente trochando por la ladera entre piornos, rocas y arbustos. Oscar no baja muy rápido y enseguida nos pasan Diego Alonso e Iván Cuesta de Liébana. Intento no quedarme atrás y trato de seguir su estela hasta que salimos de nuevo al camino de Bustío abandonando el Macizo Occidental para emprender la dura, pero preciosa y espectacular como ninguna, subida a Collado Jermoso. Y así, por el camino ya, llegamos hasta Cordiñanes. Ni más ni menos que 1.300 mts de desnivel en apenas 5 km de distancia nos esperan hasta el refugio. Desde el primer momento, saliendo de Cordiñanes, sabes que estás ante una carrera de esas que bien merecen la pena, de esas que te gustaría repetir una y otra vez en ediciones posteriores o simplemente andando.

Con Diego e Iván entro en Cordiñanes, km 5,5 de carrera aproximadamente, y en travesía ascendente y ante la multitud de gente animando cruzamos las calles del pueblo hasta la parte más alta saliendo de éste por una pista de tierra que va ascendiendo ligeramente. A unas pocas docenas de metros un sendero abandona la pista por la derecha y vamos atravesando una zona en continua ascensión con grandes bloques calizos. Ahí, encaramado a una gran roca está Carlos Justel, de la clínica Fisiorama, jaleando a todos los corredores, siempre es de agradecer. Le venía bien disfrutar un rato de la carrera que después le iba a tocar el trabajo arduo de intentar recuperar a los corredores en línea de meta con sus prodigiosas manos.

Al acentuarse la pendiente, el sendero empieza a zigzaguear buscando las paredes verticales que caen del contrafuerte oeste del Friero. La senda desde este punto parece que no tiene salida en su parte superior, que no hay paso natural pues se dirige directamente a una pared que cierra el paso. Pero sí, según te vas acercando, en aquella pared que unos metros antes nos había resultado infranqueable, el sendero se eleva buscando un paso tallado en la roca, la Rienda de Asotín, que salva esos precipicios. Esta vereda continúa flanqueando la ladera de la montaña durante unos 500 metros de longitud, en donde a la derecha se encuentra una pared de roca, y a la izquierda una caída de 50 metros. No tiene dificultad técnica excesiva, pero algunos tramos tienen el piso de roca saliente y angulosa y por tanto hay que ir con cuidado para no resbalarse o pegar un traspié que podría resultar peligroso. 


Rienda de Asotín
 En éste punto la cabeza de carrera ya va estirada completamente y empiezo a perder metros con Diego e Iván. Algo extraño me sucede, las piernas no van acorde con la capacidad física y la frescura que aún tengo o debería tener… Si tengo que decir la verdad, llevaba ya varios días con la mosca detrás de la oreja. Le había comentado a Estrella el día antes que sentía las piernas como cargadas, incluso con molestias, como si tuviera agujetas sin ninguna razón de ser. Justo antes de llegar a la Rienda de Asotín me pasa Oscar Baeza de nuevo y trato de seguir su ritmo… de nuevo imposible si no quería reventar en poco metros.

Tras unos segundos de pensamientos y cavilamientos varios, tomo la que creo que será la decisión acertada y que, a la postre, sería la que me haría disfrutar en todo su esplendor de esta maravillosa carrera y del lugar por el que trascurre. Si las piernas no van pero la cabeza si, al contrario que en Somiedo, hoy es mi día perfecto para disfrutar, hoy iba a ser una fiesta sensorialmente hablando. Iba a marcarme un ritmo cómodo, si en esta carrera puede definirse algo como cómodo con todo lo que quedaba por delante, y a tomarme la carrera con un poco más de calma. La Rienda de Asotín es una zona de las que no se olvidan fácilmente. El valle de Valdeón queda ya muchos metros más abajo cuando la reina de Picos, Peña Santa, comienza a aparecerse ante nosotros a nuestra izquierda. Y junto a ella un sinfín de cumbres del Cornión: Peña Blanca, la Robliza, Piedra Lluenga, Torre Bermeja,... Es algo tan impresionante que hay que estar allí en persona, verlo y vivirlo para describir fielmente esta majestuosidad.

Continúo ascendiendo, ya en solitario, hasta un pequeño collado al otro lado del cual se abre a nuestros pies la Canal de Asotín, una estrecha senda marcada profundamente a media ladera sobre una fuerte pendiente de hierba. Aquí me encuentro al incombustible Salva Calvo, cámara de video en mano, corriendo y grabando al alimón nuestras caras de sufrimiento para dejarlas inmortalizadas para la posteridad, ¡que fenómeno! Esta canal nos conduce en leve descenso hasta la altura de un hermoso bosque con hayas centenarias entre los cuales también conviven unos pocos serbales, robles y avellanos y que tendremos que cruzar en sentido ascendente por una marcada senda. En el Hayedo de la Sotín el sendero se va desdibujando entre las hojarasca seca y va dirigiéndose progresivamente hacia el centro de la canal, de bastante pendiente en este punto. Sigo subiendo al tran trán y antes de terminar el bosque por completo llega a mi altura, bastones en mano, el guaje Vitorín. Le pregunto qué tal va ese tobillo que últimamente le está dando guerra y me comenta que mucho mejor, que el anterior fin de semana en Valgrande pudo correr sin molestias. No trato de seguir su ritmo, yo continúo, como buenamente puedo, a mi paso.

Pronto finaliza el bosque, desaparecen las hayas, y con ellas todo rastro de vida arbórea, para dejarnos ante un mundo de piedra caliza. El sendero continúa por la vertiente contraria de la canal y remonta un terreno pedregoso y árido. En este momento me aparto un poco y dejo pasar a Felipe Iglesias (que está luchando por llevarse, y que al final lo ha conseguido, la Copa de Castilla y León, enhorabuena) y a otro par más de corredores que van con él. Me da ánimos pero le comento que hoy toca llevar un ritmo más pausado, que la maquinaria no da para más.

Desde el hayedo, la Cuesta Robequera precede a la Vega de Asotín, que es un tramo de tierra con piedras sueltas y terrones de hierba, con bastante pendiente donde no hay que bajar la guardia. Desde aquí las vistas hacia Peña Santa son realmente hermosas y las vistas del paisaje de  alrededor son de película. Este paisaje calizo se rompe de repente por el verde de la Vega de Asotín. Estoy inmerso en un circo glaciar impresionante, dentro de las montañas del Macizo Central, entre altas paredes calizas verticales ¡Impresionante, de verdad! Allí, ante nosotros, tenemos a nuestra derecha la espectacular Torre del Friero. Y hacia el norte, en algún lugar, colgado de esos muros rocosos, se encuentra el refugio de Collado Jermoso, lugar hacia donde toca continuar. Cuando se alcanza la Vega de Asotín nos encontraremos un pequeño poste de madera con dos tablillas, que indican dos direcciones diferentes: una de frente, hacia Liordes, siguiendo hacia el fondo de la vega (te dan ganas de cogerla y quitarte de en medio lo que queda por subir…) y otra hacia la izquierda, en un cambio de ángulo de 90 grados que nos lleva a la Canal Honda, en dirección norte. De nuevo el ambiente y la algarabía de la gente en la vega es espectacular, para los que sois de León, comparable a Ordoño II como se suele decir.


Vega de Asotín
La carrera ahora hasta el refugio es siempre en ascenso y se endurece a partir de la Vega de Asotín. Estamos en el km 8 y aún nos quedan tres kilómetros de durísima ascensión. Comienzo el ascenso por la canal la cual tiene dos entradas: una por la derecha con pedrera descompuesta y encajonada que baja de la zona superior y conocida como el Argayo Berón, y otra por el camino que discurre por una canal paralela, por el lado izquierdo de la anterior que es el que tomamos en carrera en fuerte ascensión hasta el Collado de Solano. “Ahora empieza el tomate” me digo, y comienzo a subir manos sobre las rodillas to parriba. Es una ascensión en zig-zag, con mucha piedra suelta y, aunque tiene mucha pendiente, voy subiendo sin problemas aunque las fuerzas ya empiezan a flaquear. Mientras asciendo hacia Collado Solano, me tomo un pequeño descanso para coger aire, echo un vistazo atrás y veo la tremenda zanja que baja del Friero, la Vega de Asotín que va quedando bastantes metros más abajo y un reguero de corredores que van ascendiendo en fila de a uno. Es impresionante ir observando cómo varía el paisaje y la percepción del mismo según vas avanzando y lo ves con diferentes ángulos de visión.



Traviesas del Congosto


Llego al alto del collado y desde aquí voy siguiendo, siempre con cuidado por la tecnicidad, la vereda que ahora gira bruscamente a la derecha, y continúo subiendo por la base del murallón en la que se asienta Collado Jermoso para cambiar de vaguada  y llegar a las Traviesas del Congosto. Es una sucesión de gradas y terrazas que en tramos ascendentes recorren la falda Sur de la Torre Jermosa. Aquí me superan otro par de corredores, parece que Jermoso está muy cerca, pero realmente aun queda lo peor. Al fondo de las Traviesas comienzo a oír gritos de ánimo, ¡esta muchacha había subido bastante y a buen ritmo! Cuando llego a su altura le comento que no me espere muy pronto en meta, que ésta vez tardaría un poco más de lo previsto y que vamos a llegar justos a comer a la hora que habíamos reservado.



Travisas del Congosto


Tras un giro a la izquierda y después de una ligera bajada afronto la pared del Argayo Congosto, donde las piernas empiezan a pesar y no veo la hora de llegar al refugio para avituallarme (la sed ya hacía mella) y darme un ligero descanso. Es quizás la parte más dura sobre todo porque en nuestras piernas ya llevamos acumulados los mil metros de desnivel. En el Argayo Congosto nos encontrarnos, de forma inconstante, agua en el fondo del mismo en forma de cascadas. Este es el único punto donde me tocará poner las manos en las piedras más que nada para guardar el equilibrio y poder ascender en algunos tramos. Aquí voy a hacer un par de paradas para recuperar líquidos ¡qué bien sienta el agua fresquita de la montaña cuando la boca está más que seca ya! Una vez superada la zona de la cascada, sólo quedaba remontar el resto del Argayo ya con el refugio a la vista, y el Collado Jermoso unos metros más arriba donde nos espera el ansiado avituallamiento. Justo antes de llegar al refugio (km 11 de carrera) se empareja conmigo Raulín Álvarez, otro fenómeno leones que va muy fuerte y del que me siento encantado de haberle conocido gracias a estos eventos. Llegamos juntos al avituallamiento y nos comentamos que tal y con qué sensaciones vamos, a estas alturas quién más y quién menos ya lleva lo suyo a cuestas

Estamos tocando el cielo y el vacío a la vez mientras intentamos mantener los pies y la cabeza sobre la tierra. Pero no es fácil ya que el refugio está en uno de los lugares que más impresionan de Picos de Europa, las vistas no tienen parangón, es un lugar idílico, bocólico a más no poder donde se puede presenciar una de las más bellas imágenes que he visto en mi vida.

Como he dicho, hoy tocaba intentar disfrutar todo lo que se pudiera y me tomo mi tiempo en el avituallamiento. Había comida y bebida ¡como para una boda! Me tomo mis buenas piezas de fruta, unos frutos secos y hasta un refresco de cola. Pero tocaba continuar y tras un par de minutos abandono el refugio y comienzo a trotar de nuevo en dirección a las Colladinas, una serie de pequeños collados encadenados entre sí por un continuo sube y baja, un auténtico rompepiernas con lo que llevamos. Repentinamente, desde la penúltima de las colladinas punto más alto de todo el recorrido (2.160m), comenzamos a descender por una zona bastante técnica hasta la Vega de Liordes. Vamos avanzando bajo las verticales paredes de la Torre de las Minas del Carbón y antes de llegar a la vega nos topamos con el paredón rocoso que baja del pico de la Padierna y que para superarlo existe tallado un sendero a lo largo de la pared conocido como Sedo de la Padierna. El camino discurre junto a la pared y a nuestra derecha tenemos una importante caída por lo que en éste tramo extremo la precaución ya que hay que mirar bien donde se pisa.


Las Colladinas
Tras pasar la Collada de Padierna, cerro de pasto y calvas terrosas donde confluyen las rutas procedentes del Cabén de Remoña, Canal de Asotín y Tornos de Liordes, me encuentro ya en la Vega de Liordes, la vega más extensa de los Picos de Europa. Estamos aún en el km 15 y parece que llevamos el doble por el tiempo que llevamos corriendo, lo cierto es que hemos subido mucho desnivel y por eso el ritmo ha sido lento. Por ésta zona me pasa como un cohete Sergio Alonso, otro lebrel leones que últimamente está en progresión constante y al que se le nota a leguas la ilusión que tiene.





Una vez abajo, en un leve ascenso, corono el Collado de la Padierna donde, por una especie de laberinto de roca caliza muy sinuoso, voy a llegar hasta el Alto de la Canal de Pedabejo, aproximadamente km 17 de carrera. Antes de coronar la Canal empiezo a adelantar a algún corredor, unos con problemas de calambres, otros torceduras,… el técnico trayecto y la dureza va haciendo mella poco a poco en la gente. A la altura de Torre Regaliz, la cual dejamos a nuestra izquierda, comienzo a bajar la Canal de Remoña por un sendero muy técnico en ziz zag con mucha piedra suelta (dónde ésta vez toco darse un buen culazo tras un resbalón) hasta que llegamos a una zona un poco más pedregosa. La Canal de Remoña será la puerta de salida del Macizo Central de Picos de Europa y una vez pasado ésta el gris de las rocas va a dejarnos paso al marrón de los caminos y al verde de la hierba y los bosques de nuevo. ¡Qué maravilla de contrastes en tan pocos kilómetros!



Llegando a la Majada de Remoña

Comenzaba aquí una de esas zonas que se denominan corribles. Aún quedaban unos 12 kilómetros para la ansiada llegada en Posada, pero lo más duro y técnico había pasado y personalmente había disfrutado un montón y aún tenía algo de fuerzas. Por un pequeño sendero voy desde el Canal de Pedabejo hasta la Majada de Remoña. Justo antes de llegar a la majada, en un pequeño repecho está José Manuel Suarez que, en ésta carrera, está ejerciendo de juez árbitro de la Federación de Castilla y León, me anima y nos chocamos las manos diciéndonos, queda aún un último esfuerzo. Unos cientos de metros más adelante, tras cruzarme con un montón de senderistas y de unas lustrosas vacas, en el Caben de la Remoña, tenemos un avituallamiento líquido y un puesto de control. Lo primero que veo al llegar es a Castán todo pancho, sentado en una silla, con semblante de “ha estado guapo el paseíto éste” ¡Que figura! Me paro apenas medio minuto a beber algo y me dirijo a afrontar los últimos 10 km de carrera.
Raul García Castán
Desde la majada de Remoña damos acceso al Collado de Valdeón, un collado que separa el valle leonés de Valdeón de la zona de Fuente De en Cantabria. Parece que no, pero el descenso hace daño, se hace por senderos con buen firme y nada técnicos pero las piernas ya notan el cansancio acumulado. Me lo tomo con tranquilidad y pienso que si llego bien a Santa Marina desde ahí ya daré el último apretón y daré todo lo que me quede. El sendero es sinuoso y voy, completamente en solitario, atravesando zonas de praderas, escobales e incluso un bonito hayedo.

Llego a la senda del Mercadillo y sé que el último avituallamiento está a tiro ya, se ve Santa Marina al fondo. Entro en el pueblo y las chicas del avituallamiento, un encanto por cierto, me animan y me dicen que ya está todo hecho, pero yo que soy perro viejo, y aunque nunca lo diga ya que se que lo hacen con la mejor intención para animarte, me digo a mí mismo que aún queda tela que cortar. Estamos en el kilómetro 22 de carrera, refrigerio al canto que aunque parezca que Posada está ahí al lado, aún quedan unos cuantos kilómetros por recorrer y el calor ya apretaba bastante ¡Y vaya últimos kilómetros nos quedaban! ¡Lo justo para darnos la puntilla! Por suerte aún voy con fuerzas, la experiencia de correr carreras de más de dos horas me ha enseñado que hay que guardar algo de gasolina para el final que si no se hace durísimo y larguísimo. Ahora sí que voy a apretar y a dar todo lo que me queda, ya he disfrutado a tope y ahora afrontamos la parte menos bonita de la carrera (y no es que sea fea pero es que con lo visto anteriormente cualquier cosa desmerece). Según se sale del pueblo y tras cruzar un prado y un puente que cruza el rio Arenal comienza un repecho por pista dentro de un hayedo en continuo ascenso hasta la majada de Jor. La verdad es que aprieto bastante el paso y cojo un ritmo guapo

Tanto es así que comienzo a recortar terreno en pocos metros y a dar caza a corredores que no son capaces de subir corriendo ya debido al esfuerzo realizado. Fácilmente, a bote pronto, recuperaría 5 o 6 puestos desde Santa Marina a Posada, la gente va muy castigada ya y estas rampas finales se les atragantan. Según les voy pasando les voy dando ánimos ya que se que el llegar desfondado a estas alturas y aún quedando unos kilómetros es bastante duro. Cojo el desvío de la pista que baja al Valle de Prada y doy caza a Iñigo, que sería el primer corredor local de Valdeón. Nos queda un último esfuerzo, no sin antes volver a coger otro cacho de sendero y unos últimos metros de ascensión por una pista que ya te rompe por completo. Ya veo Posada de Valdeón al fondo y el descenso es por una pista con buen firme y ancha que te deja en la recta de meta. La gente volcada en la llegada, ánimos, aplausos y cómo normalmente hago devuelvo el aplauso ya que parte de la razón por la que se realizan éste tipo de carreras son ellos también y forman parte de ellas.



Linea de meta en Poasada de Valdeón


En línea de meta tenemos la piscinita preparada para darnos un buen bañito (el calor ya apretaba a esas horas y viene de lujo no sólo para recuperar las piernas) y a los profesionales de la Clínica Fisiorama para darnos un buen masajito. Hay que felicitar a la organización y a los voluntarios por el trabajo realizado, la escelente señalización y buenos avituallamientos. Al incombustible Salva Calvo y Julio, dueño del albergue La Ardilla Real, puesto que han conseguido hacer una de las pruebas más espectaculares, técnicas y duras del panorama nacional. La experiencia ha sido inmejorable, no se podría definir con una sola palabra ni con muchas y seguramente, sólo viviéndolo in situ, se puede describir las sensaciones vividas.

Fin de fiesta en Cordiñanes donde se hizo la entrega de premios y donde compartí unos minutos de charla con la gente de Liébana que siempre es un placer coincidir con ellos (felicitar a Diego por su victoria y a Iván por su magnífica carrera). Cenita con buen queso de Valdeón, empanada y bollo preñao y a descansar en Posada hasta el día siguiente donde tocaba regreso a casa. Próximo objetivo la Maratón Xtreme de Lagos de Covadonga haciendo paso intermedio en Béjar para correr en casa la Subida al Pico del Águila por la sierra de ésta localidad salmantina con muchos compañeros del Club Salamanca Raids & Trails Runners. 


Cordiñanes

Seguiremos disfrutando de los que nos gusta con el recuerdo siempre presente de este día tan especial por estos parajes de mi tierra leonesa. Un auténtico lujo.


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