jueves, 18 de septiembre de 2014

Las cimas de los peñascos sólo las alcanzan las águilas y los reptiles


CRÓNICA VII SUBIDA AL PICO DEL ÁGUILA

Después de recorrer cientos de quilómetros para ir a algunas de las carreras que éste año he disfrutado por todas las vertientes de Picos de Europa no podía faltar a la cita en casa. Comarca cruzada por la Ruta de la Plata y situada en los confines de las provincias de Salamanca, Ávila y Cáceres, la Sierra de Béjar es un macizo granítico de considerable altitud media y cumbres redondeadas declarada Reserva de la Biosfera en 2006. 

 

Vista de Béjar desde el Pico del Águila

La comarca de la Sierra de Béjar es, por decirlo de algún modo, la antítesis y contrapunto paisajístico a la grandiosidad de la capital salmantina. Aquí las torres y agujas catedralicias y la piedra arenisca dan paso a riscos afilados, a rocas cabelleras y berruecos debido a la erosión del agua sobre el granito, a cumbres boscosas y a hermosos arroyos que discurren por sus valles.

 

El domingo día 14 de septiembre participé en la VII Subida al Pico del Águila, una carrera de montaña de 22 kilómetros y un desnivel positivo de 1.300 metros que discurre por la Sierra de Béjar-Candelario hasta alcanzar la cota más alta en el Risco del Águila (2.063 mts), próximo a la estación de esquí de La Covatilla. Tiene un recorrido exigente y técnico, pero de gran belleza puesto que el importante desnivel que sorteamos en ésta carrera permite ver los distintos tipos de vegetación adaptada a las diferentes alturas que vamos ganando, desde los bosques de rebollos, castaños y pinos hasta la exigua presencia de piornos y cervunos entre los grandes bloques graníticos cerca de la cumbre del Pico del Águila (cuyo nombre viene dado puesto que su perfil recuerda a este rapaz).

 

Pico del Águila

Aún sin terminar de recuperarme del todo físicamente de la Transvaldeónica del fin de semana anterior, tenía ganas de correrla ya que nunca había participado por diversos motivos aún estando la zona tan cerca de donde vivo y la tenía en la agenda como asunto pendiente. Y es que como dicen, “en casa del herrero…” Si digo la verdad ésta semana previa no he entrenado nada. Terminé la carrera de Valdeón con no muy buenas sensaciones y quería descansar puesto que el fin de semana siguiente tenía otra cita importante y exigente con la Maratón Xtreme de Lagos de Covadonga.

 

Como Béjar está a sólo 15 minutos de donde vivo (Fuentes de Béjar), me levanto, desayuno tranquilamente y vamos hasta Béjar a recoger el dorsal antes de comenzar. En cuanto llegamos comienzo a observar muchas caras conocidas puesto que hay corredores de diversas localidades de la provincia de Salamanca y de otras aledañas como Madrid, Cáceres, Ávila y Badajoz. Me reencuentro con un montón de compañeros del club Salamanca Raids & Trails Runners tales como Patricia, Álvaro, Casimiro, Samuel y Abelardo. Como yo suelo tirar hacia las carreras del norte, hacía ya bastante tiempo que no me juntaba con tantos compañeros, quizás desde la CxM Garganta de los Infiernos en Jerte.

 

De izquierda a derecha: Álvaro, Abelardo, Oriol, Patricia y Casimiro

A las 9:00 de la mañana, como estaba previsto, estamos todos dispuestos a disfrutar de éste espléndido día que había amanecido. La salida, como me esperaba, es muy rápida, los grandes favoritos de inmediato cogen la cabeza mientras se hace un pequeño callejeo por la localidad de Béjar de apenas 300 metros. Se afronta enseguida la primera rampa ¡y qué rampa! El Arca Madre, que nos lleva hasta El Castañar, nos daba la bienvenida de manera efusiva. Desde aquí hasta Llano Alto nos esperan más de 170 mts de desnivel en apenas 1 kilómetro. Mucha gente opta ya por subir andando a paso rápido este primer tramo pero yo prefiero subir corriendo aunque sea dando pasitos cortos. Acabamos de salir pero la carrera ya va estirada cómo una goma, todos en fila de a uno y haciéndose grupetas de 2 o 3 corredores separados por unos metros. Estas primeras rampas con tanto desnivel ya ponían a cada uno en su sitio. Como siempre, yo salgo a medio gas, no porque quiera, si no porque el cuerpo me lo pide y a los pocos metros de ascensión ya me encuentro cerrando un grupete de 3 corredores que vamos un poco descolgados de los 6 ó 7 primeros. En éste primer tramo de subida se van alternando senderos, con estragos de la correntera de las aguas, con tramos de pavimento de rollos en algunas zonas bastante deteriorado y sueltos. Estamos ya en “Los Rodeos”.

 

Salida en Béjar

Tras unas cuentas revueltas del camino cruzamos la carretera que sube al Castañar y continuamos por el sendero que llega a las escaleras de acceso al Santuario de Ntra. Sra. del Castañar (patrona de Béjar), primer kilómetro de carrera y ya va el cuerpo calentito. A los primeros de carrera ya no les veo. Trato de apretar un poco mientras continuamos en ascensión para no perder mucho terreno con la cabeza y se descuelgan los dos acompañantes que llevo prosiguiendo ya desde este punto en solitario. Una vez llegados al albergue de Llano Alto damos por concluido el frondoso bosque de castaños añosos que nos ha acompañado en éste primer kilómetro y comienzo a observar una visión completa de la Sierra de Béjar presidida por la localidad de Candelario. El sol ya asomaba por detrás de los riscos y la imagen era preciosa.

 

En el punto donde el camino se divide en tres con derivaciones hacía Peña Negra y Pantano de Fuentesanta, cogemos el de la izquierda que nos va a llevar a Candelario. Aquí el trazado nos da un pequeño respiro, voy soltando piernas después del calentón inicial por una pista nos hace llanear otro quilómetro hasta que, se gira bruscamente a la izquierda para descender por un camino más estrecho y un poco más técnico con alguna piedra suelta hasta cruzar el Rio Cuerpo de Hombre. Tras cruzar el río por el Puente de la Abeja, donde se puede ver las ruinas de la antigua fábrica de la luz, tomamos una antigua calzada muy pedregosa que se utilizaba para la trashumancia y en ligero ascenso me dirijo hacia las piscinas de Candelario. En este punto cruzamos la carretera y tenemos un pequeño repecho hasta llegar a la carretera que sube a la Plataforma del Travieso la cual tomamos para entrar por la parte alta del pueblo de Candelario en el kilometro 5 ya de carrera y dónde nos encontramos con el primer avituallamiento una vez hemos pasado la bonita iglesia del pueblo. 

 

Candelario

No voy a descubrir aquí la enorme belleza del pueblo de Candelario pero invito a todos a visitarlo puesto que en la Sierra de Béjar las casas se edifican agrupadas unas con otras para poder soportar mejor la rigurosidad del clima siendo sus calles estrechas y empedradas una auténtica maravilla. Llama la atención que en casi todas las puertas se colocan unas protecciones de madera o media puerta situada delante de la entrada principal de las casas para resguardar de las nevadas y el agua al tratarse de un pueblo de montaña. Las batipuertas son uno de los elementos arquitectónicos característicos de Candelario. Además, como pueblo chacinero, durante la época de matanza, servía de resguardo al matarife mientras daba muerte a los animales, que permanecían atados a las argollas o "morón" situadas junto a la batipuerta. Otro elemento muy característico es la presencia del agua y en las calles de Candelario existen canalizaciones por las que discurre el agua llamadas regaderas y que son dignas de presenciar también.

 

Candelario

Tras reponer un poco de fuerzas en el avituallamiento comienza la verdadera ascensión hacia el Pico del Águila. En 4 kms vamos a subir prácticamente 1.000 mts. Salgo del pueblo en solitario y bordeando el Rio Candelario, pasamos el merendero que hay al lado del río y salimos a la carretera que va a Navacarros. La recorremos unos 100 metros y, antes de llegar a un puente junto a un viejo molino, dejamos de inmediato la carretera para iniciar el ascenso hacia la izquierda. Estamos en el km 6 de carrera y empezaba lo bueno.

 

Comienzo a subir por un sendero que trascurre pegado a un muro de piedra. Se trata de un antiquísimo camino por donde antiguamente se cruzaba toda la sierra de lado a lado muy técnico con grandes rocas donde prácticamente no se puede correr. Una vez paso este tramo tan técnico el camino ahora se hace más corrible y nos introduce en un frondoso robledal donde vamos bordeando prados y algunas casetas de uso ganadero. Aquí puedo coger un ritmo más o menos constante mientras se va ganando altura de manera progresiva con lo cual, pocos cientos de metros más arriba la vegetación cambia bruscamente internándome ahora en un bosque de pinos. En éste momento la pendiente se va haciendo más acentuada, ahora empieza lo duro, aunque no lo peor. Voy relativamente bien, pero creo que me falta algo de chispa

 

Seguimos subiendo entre pinos hasta llegar a una pista forestal (que lleva a la garganta del oso) que corta transversalmente el camino. En este lugar donde cruzamos la pista está el 2º avituallamiento (km 7,5). Me paro a beber algo de líquido y me tomo una pastilla de sales mientras los voluntarios me animan, el calor ya empezaba a apretar. A partir de aquí se coge un sendero muy ancho y evidente que continua ascendiendo siguiendo el mismo rumbo que llevamos hasta ahora con buen firme entre un bosque de pinos pero con un desnivel bastante acusado ya. Este sendero poco a poco se va estrechando hasta que finalmente se transforma en una senda entre cervunos bastante cerrada. Este tramo es un poco más llano y deja recuperar un poco de fuerzas. Esta senda nos conduce hasta el final del pinar que coincide con el paso del Arroyo del Oso en el lugar llamado Canchal Partido, una curiosa formación rocosa originada por un corte casi perfecto en un enorme bloque de granito. 

 

Canchal Partido

Cruzamos el arroyo y nos dirigimos hacia el límite del pinar, apreciando nuevamente el cambio en la vegetación. El terreno se va despejando dejando ya la zona de bosque para pasar a una de matorral, piornos y jaras principalmente, y donde las rocas empiezan a hacer acto de presencia. Una senda ascendente nos lleva hasta la cuerda que lleva hasta el Pico del Águila el cual comenzaremos a ver con claridad, punto que si bien no es el más alto del recorrido, si marca el final del tramo de subida más intenso. Qué lejos se ve desde aquí el Risco y ¡hasta dónde tenemos que subir!

 

Comienzo unos 2 km de ascenso duro por la cuerda hasta la cima que marca nuestro horizonte ya por una senda menos visible. Aquí ya, en muchos tramos, tengo que echar manos a las rodillas y subir andando puesto que el desnivel empieza a ser muy acusado. En éste momento me doy realmente cuenta que me falta un punto de fuerza, no voy mal pero no acabo de subir tan cómodo como debería y me gustaría. A nuestra izquierda, avanzando por la cuerda, se observa el Colorino y Peña Alaiz al otro lado del valle del Oso, las vistas desde éste punto son realmente espectaculares. Según voy ascendiendo se pierde un poco el camino y toca empiornarnos un poco. El sendero no es tan claro y hay que ir fijándose en los hitos y las marcas verdes que están pintadas en las piedras marcando el recorrido incluso me tengo que parar alguna vez para cerciorarme por donde continúa la ascensión. Todo esto dificultado con que al levantar la cabeza te ciega el sol un poco que ya ha asomado por encima del risco y en alguna ocasión incluso me desvío sin darme cuenta y cuando se cierra el sendero por matorrales bajos me doy cuenta del equívoco. Estas continuas paradas y la tecnicidad del sendero hacen que no pueda coger el ritmo constante que me gustaría llevar durante la ascensión. Mirando hacia arriba observo a los corredores que llevo delante, como puntitos diseminados, parece que están cerca pero con el desnivel que hay se tarda bastante en llegar donde están situados.

 

Pico del Águila al fondo

En el último tramo de ascensión dejamos los piornos atrás y comenzamos a subir y/o escalar por las rocas graníticas antesala de la cima. Justo antes de llegar a esta zona esta Estrella que, como siempre, ha subido hasta donde le ha dado tiempo para dar un paseo, ver la carrera y animarme. Las rocas cada vez son más grandes y me toca en muchos tramos usar los brazos para trepar a ellas, el pico cada vez está más cerca. Según me acerco a la cima ya se ve y oye gente animando desde arriba y orientándote un poco por donde hay que escalar por las rocas puesto que a veces es complicado vislumbrar los puntos verdes que nos guían. Llego a la cumbre, tomo un poco de aire, bebo agua y continúo. 

 

Postrimerías Pico del Águila

Desde aquí ya damos vista a las pistas de esquí de La Covatilla a nuestra izquierda. No hemos llegado aún al punto más alto del recorrido aunque la subida dura ha concluido. Continuo en solitario en ligero ascenso paralelo a las pistas de esquí, por fuera de las vallas, por la zona conocida como La Cardosa, por un sendero señalado a la orilla del arroyo en dirección al Canchal Negro. Este tramo sigue en gran parte, paralelo al curso de agua durante 1 km, hasta llegar a una zona de prados más amplia, donde debemos orientarnos siguiendo nuevamente los pocos hitos que nos vamos encontrando.

Al llegar a este prado se gira repentinamente 90 grados y empieza el descenso. Aunque parece que comienza un merecido descanso para las piernas, el terreno de bajada se aleja bastante de ser fácil en este tramo inicial. En un principio se trocha por una hoya de suelo almohadillado donde hay que tener cuidado con los tobillos puesto que hay los típicos socavones de las pisadas de las vacas que al estar el terreno blando se quedan marcados. Tras superar la hoya me topo con una zona impresionante de grandes bloques de granito que hay que pasarlos y saltar de uno a otro cada uno por dónde buenamente entiende ya que la señalización en este lugar es defectuosa y hay que ir parándose y levantar la cabeza para observar el siguiente punto verde o hito puesto que las señales están más separadas y son difíciles de ver para orientarse. En este tramo me pasa un corredor que baja como una flecha (que envidia me da a veces esta gente que no le ven el peligro en este tipo de descensos tan complicados).

Tras pasar la zona de bloques se vuelve a una zona de suelo más blando con terrones grandes de hierba salpicados de rocas hasta que, finalmente, se llega a un estrecho, profundo y serpenteante sendero entre piornos donde se puede correr un poco pero en el que no puedes dejar de mirar por dónde pisas porque el terreno está muy suelto y con piedras muy angulosas que con solo parpadear pueden provocar un traspié e irte al suelo.

Continúo el descenso hasta el km 14 donde, después de saltar un muro de piedra, cambia por completo el paisaje y la orografía, nos dirigimos a un pinar que habrá que atravesar. Bordeamos unos cientos de metros el muro de piedra y, una vez entre la sombra de los pinos, la tecnicidad desaparece pero la bajada entre los pinos se acentúa y el terreno es muy resbaladizo por las espículas con lo cual hay que ir muy concentrado puesto que se hacen movimientos muy bruscos sorteando continuamente los troncos de los árboles. La verdad es que es una zona muy bonita y a la vez divertida, es una especie de eslalon en el cual vas sorteando los árboles. Parece que a estas alturas de carrera mis cuádriceps aún están sanos y, aunque la subida me ha costado más de lo que pensaba, el ritmo que puedo coger ahora es bastante bueno y en vez de dejarme caer incluso aprieto el paso. Tras unos minutos de eslalon, el pinar desemboca prácticamente en la zona dónde estaba el avituallamiento de la pista que cruza hacia la garganta del oso. Breve parada de nuevo para refrescarme y a continuar el descenso.

 

Bajada por el Pinar

Desde aquí hasta Candelario (km 17 de carrera) el recorrido a hacer es igual al de subida, cambiando el fondo de los pinos para seguir bajando por un sendero de piedras. Hay tramos que hay que tomárselos con calma puesto que el terreno es irregular por las piedras y de nuevo una mala pisada puede ser peligrosa. Aquí me vuelvo a cruzar con Estrella que ya estaba de camino de regreso a Candelario. Voy con fuerzas y sigo apretando, tengo a un corredor a tiro de piedra con Candelario ya a la vista. Justo antes de entrar al pueblo adelanto al corredor, bebo algo de isotónico en el avituallamiento y continúo descenso por las estrechas calles empedradas divisando al final de la calle a mi compañero de club Casimiro que desde la salida no había vuelto a ver. 

 

Llego al final de la calle principal y paso por la ermita y la empedrada plaza central del pueblo donde hay mucho ambiente, se nota que es domingo y hay muchos visitantes. Aquí se gira y se continúa dirección al campo de fútbol siguiendo la pista cementada que va paralela al mismo. Una vez se acaba el cemento y salimos de Candelario, comienza la parte final de la carrera y vamos a descender hacia Béjar por La Canaleja, un antiguo camino que conectaba ambos pueblos y que se usaba para el transporte con bestias. Este es uno de los más bonitos senderos que podemos encontrarnos por esta zona ya que discurre entre robles y castaños, con un par de puentes muy antiguos y buen firme donde se puede correr y mucho, aún quedan 4 km hasta llegar a meta… En apenas un kilometro me emparejo con Casimiro y vamos comentando que tal nos va la carrera durante unos cientos de metros. Llegamos a uno de los puentes donde cruzamos el Rio del Barquillo y nos encontramos, encaramados a una roca, con otros tres compañeros del club (Alberto, Raúl y Berti) que habían ido a pasar la mañana por la sierra en btt. Nos animan y nos comentan que tenemos a un corredor a poco más de un minuto. Aquí el camino pica un poco para arriba durante unos metros y, poco a poco, Casi se va descolgando mientras yo aprieto tratando de alcanzar al corredor que me precede. La verdad es que iba bastante fresco de piernas y aunque recortar más de un minuto en 2 km que quedaban es muy complicado me digo a mi mismo que hay que darlo todo. 

 

La Canaleja

Justo antes de llegar a la zona de Los Pinos que da acceso a Béjar tengo a la vista al corredor que me precede (el mismo que me había pasado al inicio del descenso en la zona de los bloques de granito) y parece que le voy recortando terreno. Ya sólo queda el último esfuerzo para dejar la tierra del camino y ganar las calles de Béjar pasando por el convento de Monte Mario y la Iglesia de Santa María del Pilar. Ya dentro de las calles de Béjar, a escasos 500 mts de la meta, justo antes de cruzar los puentes de madera del parque, adelanto al corredor y en pocos metros le dejo atrás, el ritmo que llevo es alto. Nos queda una última subida por asfalto, son 100 mts pero ¡como pican los jodíos! Doy la vuelta a la esquina y está la meta donde me espera ya Estrella (que ha bajado en coche desde Candelario) y mis cuñados con mis sobrinos. Al final me quedé a menos de un minuto de saborear el podio, pero como siempre, contento de haber disfrutado aunque las sensaciones no hayan sido tan buenas como me gustaría.

 

Llegada en Béjar

Felicitar a mis compañeros de club Álvaro García y Abelardo Periañez por su primer y segundo puesto en la general, a Patricia Medina por su meritorio tercer puesto en féminas y al Club en general por su gran actuación metiendo entre los 6 primeros clasificados a 4 componentes. El Grupo Bejarano de Montaña, organizador del evento, con la inestimable colaboración del Grupo Candelariense de Montaña, se ha congratulado por el buen ambiente habido durante la jornada y por los resultados obtenidos y nos agradece a todos los corredores inscritos la participación durante la entrega de premios.

Final de fiesta con una gran comida de confraternización entre participantes, organizadores y colaboradores en el Pabellón Deportivo “Sierra de Béjar”. Ahora a intentar descansar para la próxima cita aunque, según voy escribiendo estas líneas, ya estoy dándole vueltas a la cabeza e ilusionado con la experiencia que me espera éste sábado en Covadonga…

 

 

sábado, 13 de septiembre de 2014

Simbiosis y éxtasis total entre la montaña y el corredor


CRÓNICA II TRANSVALDEÓNICA




Un sincretismo en estrecha relación entre piedra y hueso, agua y sangre, hierba y piel. La mezcla perfecta y armónica entre lo natural y lo humano. La vida en conjunción de dos organismos tan disímiles como análogos. Un equilibrio admirable resultado de una especie de pacto de convivencia entre las partes. Un arrobamiento con un estado de plenitud y apogeo máximo. Todas estas definiciones podrían acuñarse para describir las sensaciones vividas en la montaña por excelencia, Picos de Europa, y la carrera que por ella discurre: Transvaldeónica.



En marzo de 1924 G.L. Mallory, aparte de la célebre respuesta «porque está ahí», expresaba cuando se dirigía a escalar el Everest: «si alguien me preguntara cuál es la utilidad de escalar, o de intentar escalar, el pico más alto del mundo, debería decirles que ninguna. No se persigue ningún fin científico; simplemente, la gratificación de un impulso, el deseo de descubrir lo inexplorado que late en el corazón del hombre...». Pues bien, si cuando a un corredor por montaña se le pregunta la razón por la qué corre por éstas y no sabe exactamente qué contestar, en esta carrera encontrará la respuesta, el esclarecimiento y la explicación perfecta a sus dudas. Y tanto es así, que resulta ciertamente difícil explicar a escépticos y ajenos a este mundo qué se siente exactamente en lo más profundo del corazón, que te impulsa a pasar muchas veces penurias, dificultades e incluso a arriesgar tu integridad física de manera más o menos inconsciente en éste tipo de pruebas.

La montaña supone un elemento consustancial a la propia naturaleza del hombre. El paisaje natural, la naturaleza en sí, la montaña, el entorno no urbano, ha sido nuestro hogar durante millones de años. En el hemos vivido, cazado, domesticado animales, cultivado para alimentarnos, construido nuestros hogares, aprendido a sobrevivir,... Es normal que aun siga exaltando y enardeciendo nuestro espíritu con tal intensidad que, cuando tenemos la oportunidad de disfrutarla in situ, nos mostremos atónitos por su enorme poder de seducción y atracción. En la alta montaña se puede admirar la belleza en un estado puro y salvaje. Pero lo grande de correr por ella es que participas, integras, zambulles y empapas en ella, y por ese espacio de tiempo que transcurre sientes sensaciones y emociones indescriptibles en su seno. 


Al fondo Refugio Collado Jermoso

Como he comentado en alguna ocasión me considero un auténtico enamorado de Picos de Europa. Y cada vez que piso alguno de sus numerosos e incalculables rincones es mayor mi admiración, mi entusiasmo, mi seducción y mi encandilamiento. Faltarían expresiones en este rico idioma que tenemos para describir en su plenitud lo que esto supone y lo que siento. Hay que reconocer que la aproximación al refugio de Collado Jermoso o Refugio Diego Mella desde Cordiñanes es sin duda alguna una de las rutas más hermosas que pueden realizarse por los Picos de Europa y seguramente de muchas montañas del mundo. En ella podemos descubrir la mayoría de paisajes que nos podemos encontrar en estas montañas, desde mágicos bosques de hayas, hasta aéreos collados a más de 2.000 mts de altitud, pasando por inclinadas praderas, vertiginosos senderos tallados en la roca, canales de verticales paredes, verdes vegas, traviesas y argayos,…

Desde el año pasado, momento en el que dio a luz este evento, tenía marcado en rojo en el calendario esta carrera que discurre por el Macizo de los Urriellos en pleno corazón de la parte leonesa de Picos de Europa con salida y llegada en Posada de Valdeón. Sabía que la fecha no era la más idónea para mí, puesto que, como sólo puedo coger vacaciones en agosto por temas laborales, es cuando suelo parar de correr. Pero este año tenía muchas ganas de correrla aunque pudiera ser que llegase a rastras a meta puesto que la distancia y el desnivel acumulado, 28 kms y 4.200 mts, y todo esto unido a la tecnicidad de la carrera iba a hacer una prueba muy dura si llegaba bajo de forma. Pero cuando las ganas existen todo se puede, cueste más o menos esfuerzo o trabajo conseguirlo.




Como comenta la organización, este año, después del éxito del anterior, han decidido hacer alguna pequeña modificación del recorrido. Se ha variado un poco el tramo inicial entre Posada de Valdeón y Cordiñanes, subiendo por un camino nada más salir de Posada para enlazar a una senda y bajar de nuevo al camino de Bustío ya cerca de Cordiñanes. El motivo es estirar el grupo antes de entrar en la rienda de Asotín, pues es un paso estrecho, tallado en roca y con fuerte caída a la derecha. Y también han decidido variar los últimos cuatro o cinco kilómetros para eliminar parte del trayecto por pistas y, para no hacerlo tan monótono, lo intercalan con subidas y bajadas por sendas ya existentes. Como siempre, y en lo que a mí respecta, un acierto eliminar el mayor tramo de pistas y asfalto posibles.
Perfil de la carrera

Nos ponemos en camino y llego con Estrella a Santa Marina de Valdeón la tarde del viernes antes de la carrera y procedemos a recoger el dorsal y la bolsa del corredor en el Albergue la Ardilla Real donde ya hay muy buen ambiente entre corredores, voluntarios y organizadores. Está sentado el gran Gobitu delante de un ordenador preparando alguna… quedaros con el nombre de Sobrescobio Redes Trail, que buena pinta tiene esta carrera en otoño por pleno Parque Natural de Redes, en Asturias. La niebla a media altura había impedido que disfrutáramos en todo esplendor del paisaje del puerto de Pandetrave cuando nos acercábamos en el coche y no auguraba nada bueno para el día siguiente, pero bueno, habría que cruzar los dedos. Una vez recogida la documentación y tomado un refrigerio nos dirigimos a Posada de Valdeón donde íbamos a dar cuenta de una buena cena antes de irnos a dormir.


Posada de Valdeón

El sábado madrugo, siempre me gusta ir con tiempo de sobra. Amanece con un poco de bruma pero poco a poco parece que según asoma el sol va despejando la niebla y dejando un cielo azul precioso. Los peores augurios se desvanecían. El día estaba espléndido y luminoso, ideal para poder disfrutar en todo su esplendor de esta maravilla sensorial que nos esperaba. Era uno de esos días que ensalzan todavía más la belleza de las montañas, y si eso ocurre en Picos de Europa, entonces la sensación de regocijo y satisfacción no puede ser mayor. Desayuno tranquilamente y termino de preparar la riñonera que voy a llevar. Mucho ambiente por las calles de Posada de buena mañana y aprovechamos a dar un pequeño paseo por ellas antes de que Estrella se ponga rumbo a Cordiñanes por el camino de Bustío y, desde ahí, iba a subir hacia Collado Jermoso llegando hasta donde le diera tiempo antes de que le alcanzara la cabeza de carrera.

Antes de la salida hay un emotivo recuerdo para los tres miembros del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) fallecidos el anterior fin de semana en Maraña al intentar rescatar un montañero. El minuto de silencio es absoluto, se queda uno sobrecogido ante tanto sigilo y mutismo observando las montañas del Macizo Occidental en frente. Anteriormente, durante la charla técnica previa a la prueba en el polideportivo de Posada de Valdeón y, con la presencia de dos compañeros del GREIM de Sabero y el alcalde de la localidad Tomás Alonso, en unas palabras, Salva Calvo destacó la "enorme labor que realizan estas personas que se juegan su vida por ayudar a otros que intentan tan solo disfrutar de la montaña llegando, en ocasiones, hasta las últimas consecuencias". El aplauso aquí fue de varios minutos, estremecedor la verdad.


Salida en Posada
Tras el sentido minuto de silencio justo antes de darse la salida en memoria del Capitán Emilio Pérez Peláez, el Teniente Marcos Antonio Benito Rodríguez y el guardia civil José Martínez Conejo se produce otro fuerte aplauso de los 250 corredores, organizadores, voluntarios y lugareños. La salida estaba a punto de darse y cada uno vamos ocupando nuestro sitio. Al ser una cita puntuable para la IX Copa Sport HG de Castilla y León de Carreras por Montaña contaba con un elenco importante de corredores de la selección de Castilla y León. En primera línea, dos de las gacelas de Liébana que van muy fuerte (Diego e Iván), Rubén Mediavilla, Manuel Caballero, Oscar Baeza, Felipe Iglesias y el inigualable Raúl García Castán, entre otros. A las 10 de la mañana comienza la cuenta atrás y el pistoletazo de salida da paso a un pequeño callejeo por el pueblo para adentramos rápidamente en el camino de Bustío paralelo al río Cares. Siempre salgo en los primeros puestos de cabeza pero esta vez, con el fin de evitar posible tapones en la primera subida que era nada más comenzar trato de colocarme bien. 






A escasos 500 metros de la salida nos encontramos, como he dicho, con el primer repecho del día, dejamos el camino hacia la izquierda en dirección a Pantivalles y cogemos un bonito sendero con unas vistas espectaculares del fondo del valle bordeando Hoyobladas. Según nos adentramos en el sendero se empieza a estirar la cabeza. Yo intento coger mi ritmo como habitualmente suelo hacer y, aunque los primeros parece que aprietan, yo me quedo a rueda de Oscar Baeza puesto que el ritmo que lleva me gusta y sé que a partir de Cordiñanes, cuando la senda tire para arriba, va como un tiro. Aunque nos descolgamos un poco de los primeros y el sendero se allana algo no me importa, creo que el ritmo es bueno y así continúo detrás de él, tratando de regular, había mucho bacalao por delante aún para malgastar fuerzas.



Primer repecho de la carrera

Los primeros kilómetros nos llevan a la falda del macizo del Cornión pasando debajo y dejando a nuestra izquierda la majestuosa Torre Bermeja. Siempre en continuo ascenso por un estrecho sendero llegamos al km 3 donde se desciende, en Torre de Arestas, hasta Cordiñanes. El descenso inicialmente tiene mucha pendiente y no hay sendero definido, nos apañamos cada uno como podemos para bajar cómo y por donde creemos conveniente trochando por la ladera entre piornos, rocas y arbustos. Oscar no baja muy rápido y enseguida nos pasan Diego Alonso e Iván Cuesta de Liébana. Intento no quedarme atrás y trato de seguir su estela hasta que salimos de nuevo al camino de Bustío abandonando el Macizo Occidental para emprender la dura, pero preciosa y espectacular como ninguna, subida a Collado Jermoso. Y así, por el camino ya, llegamos hasta Cordiñanes. Ni más ni menos que 1.300 mts de desnivel en apenas 5 km de distancia nos esperan hasta el refugio. Desde el primer momento, saliendo de Cordiñanes, sabes que estás ante una carrera de esas que bien merecen la pena, de esas que te gustaría repetir una y otra vez en ediciones posteriores o simplemente andando.

Con Diego e Iván entro en Cordiñanes, km 5,5 de carrera aproximadamente, y en travesía ascendente y ante la multitud de gente animando cruzamos las calles del pueblo hasta la parte más alta saliendo de éste por una pista de tierra que va ascendiendo ligeramente. A unas pocas docenas de metros un sendero abandona la pista por la derecha y vamos atravesando una zona en continua ascensión con grandes bloques calizos. Ahí, encaramado a una gran roca está Carlos Justel, de la clínica Fisiorama, jaleando a todos los corredores, siempre es de agradecer. Le venía bien disfrutar un rato de la carrera que después le iba a tocar el trabajo arduo de intentar recuperar a los corredores en línea de meta con sus prodigiosas manos.

Al acentuarse la pendiente, el sendero empieza a zigzaguear buscando las paredes verticales que caen del contrafuerte oeste del Friero. La senda desde este punto parece que no tiene salida en su parte superior, que no hay paso natural pues se dirige directamente a una pared que cierra el paso. Pero sí, según te vas acercando, en aquella pared que unos metros antes nos había resultado infranqueable, el sendero se eleva buscando un paso tallado en la roca, la Rienda de Asotín, que salva esos precipicios. Esta vereda continúa flanqueando la ladera de la montaña durante unos 500 metros de longitud, en donde a la derecha se encuentra una pared de roca, y a la izquierda una caída de 50 metros. No tiene dificultad técnica excesiva, pero algunos tramos tienen el piso de roca saliente y angulosa y por tanto hay que ir con cuidado para no resbalarse o pegar un traspié que podría resultar peligroso. 


Rienda de Asotín
 En éste punto la cabeza de carrera ya va estirada completamente y empiezo a perder metros con Diego e Iván. Algo extraño me sucede, las piernas no van acorde con la capacidad física y la frescura que aún tengo o debería tener… Si tengo que decir la verdad, llevaba ya varios días con la mosca detrás de la oreja. Le había comentado a Estrella el día antes que sentía las piernas como cargadas, incluso con molestias, como si tuviera agujetas sin ninguna razón de ser. Justo antes de llegar a la Rienda de Asotín me pasa Oscar Baeza de nuevo y trato de seguir su ritmo… de nuevo imposible si no quería reventar en poco metros.

Tras unos segundos de pensamientos y cavilamientos varios, tomo la que creo que será la decisión acertada y que, a la postre, sería la que me haría disfrutar en todo su esplendor de esta maravillosa carrera y del lugar por el que trascurre. Si las piernas no van pero la cabeza si, al contrario que en Somiedo, hoy es mi día perfecto para disfrutar, hoy iba a ser una fiesta sensorialmente hablando. Iba a marcarme un ritmo cómodo, si en esta carrera puede definirse algo como cómodo con todo lo que quedaba por delante, y a tomarme la carrera con un poco más de calma. La Rienda de Asotín es una zona de las que no se olvidan fácilmente. El valle de Valdeón queda ya muchos metros más abajo cuando la reina de Picos, Peña Santa, comienza a aparecerse ante nosotros a nuestra izquierda. Y junto a ella un sinfín de cumbres del Cornión: Peña Blanca, la Robliza, Piedra Lluenga, Torre Bermeja,... Es algo tan impresionante que hay que estar allí en persona, verlo y vivirlo para describir fielmente esta majestuosidad.

Continúo ascendiendo, ya en solitario, hasta un pequeño collado al otro lado del cual se abre a nuestros pies la Canal de Asotín, una estrecha senda marcada profundamente a media ladera sobre una fuerte pendiente de hierba. Aquí me encuentro al incombustible Salva Calvo, cámara de video en mano, corriendo y grabando al alimón nuestras caras de sufrimiento para dejarlas inmortalizadas para la posteridad, ¡que fenómeno! Esta canal nos conduce en leve descenso hasta la altura de un hermoso bosque con hayas centenarias entre los cuales también conviven unos pocos serbales, robles y avellanos y que tendremos que cruzar en sentido ascendente por una marcada senda. En el Hayedo de la Sotín el sendero se va desdibujando entre las hojarasca seca y va dirigiéndose progresivamente hacia el centro de la canal, de bastante pendiente en este punto. Sigo subiendo al tran trán y antes de terminar el bosque por completo llega a mi altura, bastones en mano, el guaje Vitorín. Le pregunto qué tal va ese tobillo que últimamente le está dando guerra y me comenta que mucho mejor, que el anterior fin de semana en Valgrande pudo correr sin molestias. No trato de seguir su ritmo, yo continúo, como buenamente puedo, a mi paso.

Pronto finaliza el bosque, desaparecen las hayas, y con ellas todo rastro de vida arbórea, para dejarnos ante un mundo de piedra caliza. El sendero continúa por la vertiente contraria de la canal y remonta un terreno pedregoso y árido. En este momento me aparto un poco y dejo pasar a Felipe Iglesias (que está luchando por llevarse, y que al final lo ha conseguido, la Copa de Castilla y León, enhorabuena) y a otro par más de corredores que van con él. Me da ánimos pero le comento que hoy toca llevar un ritmo más pausado, que la maquinaria no da para más.

Desde el hayedo, la Cuesta Robequera precede a la Vega de Asotín, que es un tramo de tierra con piedras sueltas y terrones de hierba, con bastante pendiente donde no hay que bajar la guardia. Desde aquí las vistas hacia Peña Santa son realmente hermosas y las vistas del paisaje de  alrededor son de película. Este paisaje calizo se rompe de repente por el verde de la Vega de Asotín. Estoy inmerso en un circo glaciar impresionante, dentro de las montañas del Macizo Central, entre altas paredes calizas verticales ¡Impresionante, de verdad! Allí, ante nosotros, tenemos a nuestra derecha la espectacular Torre del Friero. Y hacia el norte, en algún lugar, colgado de esos muros rocosos, se encuentra el refugio de Collado Jermoso, lugar hacia donde toca continuar. Cuando se alcanza la Vega de Asotín nos encontraremos un pequeño poste de madera con dos tablillas, que indican dos direcciones diferentes: una de frente, hacia Liordes, siguiendo hacia el fondo de la vega (te dan ganas de cogerla y quitarte de en medio lo que queda por subir…) y otra hacia la izquierda, en un cambio de ángulo de 90 grados que nos lleva a la Canal Honda, en dirección norte. De nuevo el ambiente y la algarabía de la gente en la vega es espectacular, para los que sois de León, comparable a Ordoño II como se suele decir.


Vega de Asotín
La carrera ahora hasta el refugio es siempre en ascenso y se endurece a partir de la Vega de Asotín. Estamos en el km 8 y aún nos quedan tres kilómetros de durísima ascensión. Comienzo el ascenso por la canal la cual tiene dos entradas: una por la derecha con pedrera descompuesta y encajonada que baja de la zona superior y conocida como el Argayo Berón, y otra por el camino que discurre por una canal paralela, por el lado izquierdo de la anterior que es el que tomamos en carrera en fuerte ascensión hasta el Collado de Solano. “Ahora empieza el tomate” me digo, y comienzo a subir manos sobre las rodillas to parriba. Es una ascensión en zig-zag, con mucha piedra suelta y, aunque tiene mucha pendiente, voy subiendo sin problemas aunque las fuerzas ya empiezan a flaquear. Mientras asciendo hacia Collado Solano, me tomo un pequeño descanso para coger aire, echo un vistazo atrás y veo la tremenda zanja que baja del Friero, la Vega de Asotín que va quedando bastantes metros más abajo y un reguero de corredores que van ascendiendo en fila de a uno. Es impresionante ir observando cómo varía el paisaje y la percepción del mismo según vas avanzando y lo ves con diferentes ángulos de visión.



Traviesas del Congosto


Llego al alto del collado y desde aquí voy siguiendo, siempre con cuidado por la tecnicidad, la vereda que ahora gira bruscamente a la derecha, y continúo subiendo por la base del murallón en la que se asienta Collado Jermoso para cambiar de vaguada  y llegar a las Traviesas del Congosto. Es una sucesión de gradas y terrazas que en tramos ascendentes recorren la falda Sur de la Torre Jermosa. Aquí me superan otro par de corredores, parece que Jermoso está muy cerca, pero realmente aun queda lo peor. Al fondo de las Traviesas comienzo a oír gritos de ánimo, ¡esta muchacha había subido bastante y a buen ritmo! Cuando llego a su altura le comento que no me espere muy pronto en meta, que ésta vez tardaría un poco más de lo previsto y que vamos a llegar justos a comer a la hora que habíamos reservado.



Travisas del Congosto


Tras un giro a la izquierda y después de una ligera bajada afronto la pared del Argayo Congosto, donde las piernas empiezan a pesar y no veo la hora de llegar al refugio para avituallarme (la sed ya hacía mella) y darme un ligero descanso. Es quizás la parte más dura sobre todo porque en nuestras piernas ya llevamos acumulados los mil metros de desnivel. En el Argayo Congosto nos encontrarnos, de forma inconstante, agua en el fondo del mismo en forma de cascadas. Este es el único punto donde me tocará poner las manos en las piedras más que nada para guardar el equilibrio y poder ascender en algunos tramos. Aquí voy a hacer un par de paradas para recuperar líquidos ¡qué bien sienta el agua fresquita de la montaña cuando la boca está más que seca ya! Una vez superada la zona de la cascada, sólo quedaba remontar el resto del Argayo ya con el refugio a la vista, y el Collado Jermoso unos metros más arriba donde nos espera el ansiado avituallamiento. Justo antes de llegar al refugio (km 11 de carrera) se empareja conmigo Raulín Álvarez, otro fenómeno leones que va muy fuerte y del que me siento encantado de haberle conocido gracias a estos eventos. Llegamos juntos al avituallamiento y nos comentamos que tal y con qué sensaciones vamos, a estas alturas quién más y quién menos ya lleva lo suyo a cuestas

Estamos tocando el cielo y el vacío a la vez mientras intentamos mantener los pies y la cabeza sobre la tierra. Pero no es fácil ya que el refugio está en uno de los lugares que más impresionan de Picos de Europa, las vistas no tienen parangón, es un lugar idílico, bocólico a más no poder donde se puede presenciar una de las más bellas imágenes que he visto en mi vida.

Como he dicho, hoy tocaba intentar disfrutar todo lo que se pudiera y me tomo mi tiempo en el avituallamiento. Había comida y bebida ¡como para una boda! Me tomo mis buenas piezas de fruta, unos frutos secos y hasta un refresco de cola. Pero tocaba continuar y tras un par de minutos abandono el refugio y comienzo a trotar de nuevo en dirección a las Colladinas, una serie de pequeños collados encadenados entre sí por un continuo sube y baja, un auténtico rompepiernas con lo que llevamos. Repentinamente, desde la penúltima de las colladinas punto más alto de todo el recorrido (2.160m), comenzamos a descender por una zona bastante técnica hasta la Vega de Liordes. Vamos avanzando bajo las verticales paredes de la Torre de las Minas del Carbón y antes de llegar a la vega nos topamos con el paredón rocoso que baja del pico de la Padierna y que para superarlo existe tallado un sendero a lo largo de la pared conocido como Sedo de la Padierna. El camino discurre junto a la pared y a nuestra derecha tenemos una importante caída por lo que en éste tramo extremo la precaución ya que hay que mirar bien donde se pisa.


Las Colladinas
Tras pasar la Collada de Padierna, cerro de pasto y calvas terrosas donde confluyen las rutas procedentes del Cabén de Remoña, Canal de Asotín y Tornos de Liordes, me encuentro ya en la Vega de Liordes, la vega más extensa de los Picos de Europa. Estamos aún en el km 15 y parece que llevamos el doble por el tiempo que llevamos corriendo, lo cierto es que hemos subido mucho desnivel y por eso el ritmo ha sido lento. Por ésta zona me pasa como un cohete Sergio Alonso, otro lebrel leones que últimamente está en progresión constante y al que se le nota a leguas la ilusión que tiene.





Una vez abajo, en un leve ascenso, corono el Collado de la Padierna donde, por una especie de laberinto de roca caliza muy sinuoso, voy a llegar hasta el Alto de la Canal de Pedabejo, aproximadamente km 17 de carrera. Antes de coronar la Canal empiezo a adelantar a algún corredor, unos con problemas de calambres, otros torceduras,… el técnico trayecto y la dureza va haciendo mella poco a poco en la gente. A la altura de Torre Regaliz, la cual dejamos a nuestra izquierda, comienzo a bajar la Canal de Remoña por un sendero muy técnico en ziz zag con mucha piedra suelta (dónde ésta vez toco darse un buen culazo tras un resbalón) hasta que llegamos a una zona un poco más pedregosa. La Canal de Remoña será la puerta de salida del Macizo Central de Picos de Europa y una vez pasado ésta el gris de las rocas va a dejarnos paso al marrón de los caminos y al verde de la hierba y los bosques de nuevo. ¡Qué maravilla de contrastes en tan pocos kilómetros!



Llegando a la Majada de Remoña

Comenzaba aquí una de esas zonas que se denominan corribles. Aún quedaban unos 12 kilómetros para la ansiada llegada en Posada, pero lo más duro y técnico había pasado y personalmente había disfrutado un montón y aún tenía algo de fuerzas. Por un pequeño sendero voy desde el Canal de Pedabejo hasta la Majada de Remoña. Justo antes de llegar a la majada, en un pequeño repecho está José Manuel Suarez que, en ésta carrera, está ejerciendo de juez árbitro de la Federación de Castilla y León, me anima y nos chocamos las manos diciéndonos, queda aún un último esfuerzo. Unos cientos de metros más adelante, tras cruzarme con un montón de senderistas y de unas lustrosas vacas, en el Caben de la Remoña, tenemos un avituallamiento líquido y un puesto de control. Lo primero que veo al llegar es a Castán todo pancho, sentado en una silla, con semblante de “ha estado guapo el paseíto éste” ¡Que figura! Me paro apenas medio minuto a beber algo y me dirijo a afrontar los últimos 10 km de carrera.
Raul García Castán
Desde la majada de Remoña damos acceso al Collado de Valdeón, un collado que separa el valle leonés de Valdeón de la zona de Fuente De en Cantabria. Parece que no, pero el descenso hace daño, se hace por senderos con buen firme y nada técnicos pero las piernas ya notan el cansancio acumulado. Me lo tomo con tranquilidad y pienso que si llego bien a Santa Marina desde ahí ya daré el último apretón y daré todo lo que me quede. El sendero es sinuoso y voy, completamente en solitario, atravesando zonas de praderas, escobales e incluso un bonito hayedo.

Llego a la senda del Mercadillo y sé que el último avituallamiento está a tiro ya, se ve Santa Marina al fondo. Entro en el pueblo y las chicas del avituallamiento, un encanto por cierto, me animan y me dicen que ya está todo hecho, pero yo que soy perro viejo, y aunque nunca lo diga ya que se que lo hacen con la mejor intención para animarte, me digo a mí mismo que aún queda tela que cortar. Estamos en el kilómetro 22 de carrera, refrigerio al canto que aunque parezca que Posada está ahí al lado, aún quedan unos cuantos kilómetros por recorrer y el calor ya apretaba bastante ¡Y vaya últimos kilómetros nos quedaban! ¡Lo justo para darnos la puntilla! Por suerte aún voy con fuerzas, la experiencia de correr carreras de más de dos horas me ha enseñado que hay que guardar algo de gasolina para el final que si no se hace durísimo y larguísimo. Ahora sí que voy a apretar y a dar todo lo que me queda, ya he disfrutado a tope y ahora afrontamos la parte menos bonita de la carrera (y no es que sea fea pero es que con lo visto anteriormente cualquier cosa desmerece). Según se sale del pueblo y tras cruzar un prado y un puente que cruza el rio Arenal comienza un repecho por pista dentro de un hayedo en continuo ascenso hasta la majada de Jor. La verdad es que aprieto bastante el paso y cojo un ritmo guapo

Tanto es así que comienzo a recortar terreno en pocos metros y a dar caza a corredores que no son capaces de subir corriendo ya debido al esfuerzo realizado. Fácilmente, a bote pronto, recuperaría 5 o 6 puestos desde Santa Marina a Posada, la gente va muy castigada ya y estas rampas finales se les atragantan. Según les voy pasando les voy dando ánimos ya que se que el llegar desfondado a estas alturas y aún quedando unos kilómetros es bastante duro. Cojo el desvío de la pista que baja al Valle de Prada y doy caza a Iñigo, que sería el primer corredor local de Valdeón. Nos queda un último esfuerzo, no sin antes volver a coger otro cacho de sendero y unos últimos metros de ascensión por una pista que ya te rompe por completo. Ya veo Posada de Valdeón al fondo y el descenso es por una pista con buen firme y ancha que te deja en la recta de meta. La gente volcada en la llegada, ánimos, aplausos y cómo normalmente hago devuelvo el aplauso ya que parte de la razón por la que se realizan éste tipo de carreras son ellos también y forman parte de ellas.



Linea de meta en Poasada de Valdeón


En línea de meta tenemos la piscinita preparada para darnos un buen bañito (el calor ya apretaba a esas horas y viene de lujo no sólo para recuperar las piernas) y a los profesionales de la Clínica Fisiorama para darnos un buen masajito. Hay que felicitar a la organización y a los voluntarios por el trabajo realizado, la escelente señalización y buenos avituallamientos. Al incombustible Salva Calvo y Julio, dueño del albergue La Ardilla Real, puesto que han conseguido hacer una de las pruebas más espectaculares, técnicas y duras del panorama nacional. La experiencia ha sido inmejorable, no se podría definir con una sola palabra ni con muchas y seguramente, sólo viviéndolo in situ, se puede describir las sensaciones vividas.

Fin de fiesta en Cordiñanes donde se hizo la entrega de premios y donde compartí unos minutos de charla con la gente de Liébana que siempre es un placer coincidir con ellos (felicitar a Diego por su victoria y a Iván por su magnífica carrera). Cenita con buen queso de Valdeón, empanada y bollo preñao y a descansar en Posada hasta el día siguiente donde tocaba regreso a casa. Próximo objetivo la Maratón Xtreme de Lagos de Covadonga haciendo paso intermedio en Béjar para correr en casa la Subida al Pico del Águila por la sierra de ésta localidad salmantina con muchos compañeros del Club Salamanca Raids & Trails Runners. 


Cordiñanes

Seguiremos disfrutando de los que nos gusta con el recuerdo siempre presente de este día tan especial por estos parajes de mi tierra leonesa. Un auténtico lujo.