sábado, 30 de agosto de 2014

Las vacaciones no siempre son para descansar

CRÓNICA II FILIRUN


Como dicen, las vacaciones consisten en no tener nada que hacer y disponer de todo el tiempo para hacerlo. Y como descansar demasiado es oxidarse y había tiempo para hacerlo pues tocaba quitarse las chanclas, calzarse las zapatillas y pisar algo de montaña después de varios días de arena, agua y sol. Eso sí, sin excesos..




La 2ª edición de la Filirun en la localidad del Vendrell, provincia de Tarragona, para nada estaba marcada en mi calendario de carreras este año. Es más, en principio mi temporada había llegado a su fin tras el Desafíosomiedo y estaba disfrutando de unas merecidas vacaciones después de un largo año de trabajo. Hasta la noche anterior a la carrera no decidí apuntarme y sin saber si aún estaría a tiempo para ello ya que quizás las inscripciones estuvieran ya cerradas. Pero mira, dio la casualidad que hasta la media noche había plazo y ahí que me apunté, ya tenía plan para la tarde noche del sábado 23 de agosto.

El formato atractivo de la carrera, seminocturna, con un circuito rediseñado y más montañoso respecto a la edición anterior, una distancia no muy elevada y la proximidad al lugar donde estaba veraneando fueron los principales ingredientes para que me decidiera a correrla. Además, la inminente cita en Posada de Valdeón a finales de agosto en la II Transvaldeónica hizo que me planteara que tenía que mover un poco el body y hacer un entrenamiento de calidad si no quería llegar a la cita totalmente fuera de forma.

Organizada por el Club de Atletismo Runners El Vendrell, el Grupo de Montaña de la Lira Vendrellenca y la tienda de deportes Running Filípides, la carrera discurría por un circuito semimontañoso cercano a los 14km, cambios de desnivel cortos y largos, tramos de pista y senderos técnicos y todo ello alrededor de la Serra Pedragosa y el Puig del Lleó.

La semana había estado marcada por un tiempo un poco revuelto y los fantasmas de la primera edición, donde cayó un buen aguacero durante el transcurso de la prueba, estaban muy presentes en la cabeza de los organizadores y de los que íbamos a correr la prueba. Pero el día amaneció con un sol espléndido y de buena mañana ya se desvanecían nuestros peores pensamientos. Esa misma mañana voy un rato a la playita de Vilanova a pasear un poco, estirar las piernas y a darme un bañito antes de comer. Tras una buena comida, con su reconfortante siesta, me dispongo a preparar todo para ir hasta el Vendrell, no teníamos más de 40 minutos en coche.





Tras recoger el dorsal y la bolsa de corredor, me voy con Estrella a recorrer el primer tramo de la carrera hasta la salida del pueblo que discurre por una especie de canal o riera y a partir de aquí yo me doy la vuelta trotando para calentar un poco y ella se va a ir a colocar al avituallamiento por dónde se pasará dos veces (se hacen 2 especie de bucles donde se coronan dos cimas y ambos llegan al mismo punto donde avituallarse).

En las carreras del norte de Castilla y León, Extremadura, Asturias y Cantabria, nos conocemos más o menos todos y sabemos el sitio que normalmente nos corresponde y que ritmo debemos seguir. Aquí todo era nuevo, no conocía a ninguno del más un centenar de corredores que había y por tanto me planteé seguir mi ritmo. Como imaginaba, puesto que es una carrera de apenas 14 km y sin gran desnivel acumulado (apenas 1.000 mts acumulados), la salida es rapidísima. Tras los primeros 50 metros se entra en esa especie de canal en ligero ascenso por donde continuaremos hasta que crucemos la autopista y salgamos del pueblo. La cabeza salé como en estampida, hay 5 ó 6 corredores que rápidamente comienzan a tomar una ligera ventaja en los primeros metros de carrera antes de salir del pueblo. Yo no intentó seguir ese ritmo, sé que no es mi guerra, no quiero desfondarme nada más salir y sé que tengo que reservar un poco hasta que se empiece a inclinar de verdad el terreno, aunque trato de no perder referencia visual con la cabeza. Me conformo con no perder mucho la estela, todo lo que pueda aguantar a un ritmo prudencial para mi trataré de hacerlo. 


 


Lo cierto es que me voy dado cuenta según voy corriendo más y más carreras que cada vez tiendo a disfrutar y adaptarme mejor a carreras de más largo recorrido, me vienen mejor, me gusta empezar con un ritmo tranquilo e ir apretando según pasan los kilómetros. Estos calentones al motor en frío no me vienen nada bien…

Ya metidos en faena, y con una humedad enorme y típica de esos sitios costeros (y habrá que dar gracias por que el día no había sido muy caluroso), el primer kilómetro transcurre como he comentado por una especie de canal hasta que se atraviesa la autopista y a partir de aquí se sale a una pista ancha que comienza a ascender poco a poco. En cuanto salimos a la pista empiezo a apretar un poco, los hombres de cabeza parece que no iban de momento a ceder nada pero voy manteniendo la distancia que era mi propósito. A partir del segundo kilómetro, la pista da paso a un sendero donde el desnivel empieza a acentuarse ya, aprieto un poco más y comienzo a acercarme y a pasar a algún corredor a los cuales voy pidiendo paso. La cabeza de carrera ya no está tan lejos…

En apenas unos metros me coloco tercero y 100 mts antes de llegar al repetidor, donde el sendero desemboca en un tramo de pista con bastante desnivel, logro colocarme en cabeza. Las piernas iban aparentemente bien aunque iba ya empapado en sudor. A partir del repetidor, se abandona el pequeño tramo de pista que daba acceso a él y se vuelve a coger un sendero estrecho y esta vez muy pedregoso, como es toda aquella zona. Este sendero sinuoso y en constante ascenso nos lleva hasta el km 4 a la cima del Puig del Lleó (la parte más alta de la primera parte del circuito). Durante ese tramo voy subiendo a mi ritmo y poco a poco voy abriendo distancia ya con el único perseguidor que logro ver.





Corono tranquilamente, echo un vistazo a un aquapark que se ve debajo en la otra vertiente de la ladera y al cual había ido hace muchos años con mi primo Miguel y lo habíamos pasado como auténticos enanos, y desde aquí comienza una bajada bastante técnica por un sendero similar al de subida, con mucha piedra, y que poco a poco se va a ir ensanchando hasta que se llega a una pista. No llevaría ni medio quilómetro bajando por el sinuoso sendero cuando empiezo a escuchar detrás de mí pisadas, algún corredor viene. Me aparto un poco y me supera ¡cómo bajaba el compañero! Cuando pasa delante le observo, me recuerda mucho a nuestro colega Alfredo Gil, un poco más alto pero fino y con un tren inferior que daba miedo. Me conformo con intentar seguirle el ritmo sin arriesgar mucho en la zona técnica hasta que salimos al tramo de pista que hay antes de primer avituallamiento. A la postre sería el vencedor de la carrera, Carlos Mantero, y con el cual compartiría la posterior cena que había y la entrega de premios donde estuvimos charlando un buen rato. Es un chaval joven que lleva poco en el mundo de las carreras por montaña, con mucha clase y cualidades y, sobre todo, con mucha ilusión. Un buen tipo la verdad.

Cuando salimos al tramo de pista sigue apretando, va muy fuerte para mí, me voy descolgando un poco pero siempre sin perderle de vista, aún quedaba la segunda subida fuerte del día para jugarse definitivamente las cartas. Con todo esto, sigo su estela hasta que, sobre el km 7, llegamos al avituallamiento. Apenas paramos para beber algo de agua y procedemos a encarar la segunda subida. Un voluntario nos indica el sendero de subida puesto que era un punto de cruce de caminos donde se volvería a llegar tras completar el segundo bucle del día.

Comenzamos lo que debería ser la segunda subida del día, y digo debería por que cuando llevamos apenas un minuto de ascensión, de repente y, por sorpresa, nos cruzamos con el tercer corredor de frente,…y después el cuarto, el quinto,… ¿Qué está sucediendo? ¡Los corredores vienen en contra dirección! Seguimos corriendo y Carlos y yo nos comentamos que nosotros tenemos que ir bien, que en el cruce nos han dicho que era por ese camino. Seguimos corriendo y nos cruzamos a más corredores… aquí hay algo que no funciona. Carlos se para y me dice que nos hemos equivocado, que hemos bajado por un sitio erróneo hasta el avituallamiento pero que sabe donde ha sido la equivocación puesto que conoce la zona. Todo se debe a un cambio a última hora de ese tramo con el cual Carlos no contaba puesto que había estado reconociendo el circuito unos días antes.

Tenemos que seguir corriendo a contracorriente puesto que tenemos que ascender hasta el punto donde nos hemos equivocado. De nuevo el desánimo se apodera de mí, me he vuelto a perder al igual que en Somiedo, vaya racha… Me he despistado ya que como iba detrás de él pues no me he fijado donde se abandonaba la pista de bajada hacia un sendero (una crítica constructiva, en otra ocasión con poner una cinta de lado a lado de la pista o a un voluntario en ese cruce está todo el problema solucionado). Pero bueno, como sabe donde nos hemos equivocado y podremos retomar el camino correcto me lo tomo ya como un entrenamiento e intentar acabar la carrera, esta vez no me apetece abandonar y tirar la toalla. 

Enciendo el frontal ya que la visibilidad ya no era la mejor, por esos lares tan al este la noche se echa encima antes de lo que imaginaba. Llegamos al cruce donde nos habíamos equivocado, volvemos a bajar otro tramo de pista donde vuelve a apretar y me suelta y después de recorrer unos metros, retomamos el sendero correcto de la carrera con un kilómetro de más en las piernas aproximadamente.

Una vez en la senda correcta, comienza, ahora sí, la segunda subida de la carrera. La verdad es que en ese momento no tengo ni idea del tiempo que he perdido, de los metros y/o kilómetros que he hecho de más ni de los corredores que tengo delante. Miro hacia arriba y por el sendero, entre los árboles, observo varios puntos de luz que son los frontales de corredores que ya están subiendo. Trato de animarme un poco y disfrutar de la carrera, cojo mi ritmo de subida entre las piedras y rocas del sendero y poco a poco voy pidiendo paso a corredores, parece que voy recortando distancias. Voy mejorando posiciones según asciendo pero sin saber muy bien mi sitio real en la carrera, aunque tampoco me preocupa mucho, voy contento puesto que estas carreras nocturnas tienes un plus que hace que disfrutes un poco más, al menos yo. Tras poco más de un kilómetro de subida se corona Puig Rourell y comienza una especie de cresteo de otro kilómetro en ligero descenso hasta que llegamos al comienza del verdadero descenso, esta vez sí, un sendero con mucho desnivel y bastante técnico que con la noche ya metida se hacía complicado. 

El terreno es muy pedregoso (de ahí el nombre de Serra Pedragosa) y hay que tomar ciertas precauciones. Pero bueno, el ritmo que llevo de descenso parece ser bueno puesto que sigo adelantando a un par de corredores (la verdad es que llevar un buen frontal que ilumine bien, sobre todo en las bajadas, es fundamental puesto que te da mucha seguridad). Poco antes de terminar el descenso y llegar de nuevo al avituallamiento ya no observo luces delante. Pero la verdad es que la visión del pueblo al fondo en la oscuridad con las luces encendidas es precioso mientras tus estás en pleno monte.

Poco antes de cruzar un puente que da acceso de nuevo al avituallamiento está Estrella que ya sabe de sobra el periplo que he pasado puesto que se lo han comentado los voluntarios del avituallamiento y trata de animarme. Me dice que voy 3º y eso hace que me anime un poco más, después de la perdida lo cierto es que no iba tan mal… Aún quedaban tres kilómetros hasta la meta por una pista con un par de toboganes bastante fuertes en cuanto a desnivel. A lo lejos veo al segundo… no está muy lejos me digo. No hago ni ademán de parar en el avituallamiento y ya decido echar el resto. Aprieto todo lo que puedo y cuando va a comenzar el primer tobogán antes de entrar en el pueblo tengo a tiro al corredor. La cuesta no es muy larga, apenas 200 ó 300 metros, pero con suficiente desnivel para dar caza al corredor e ir distanciándome de él poco a poco. Tras una corta bajada encaro otro pequeño repecho del segundo tobogán y, a partir de aquí, ya todo bajada hasta llegar al pueblo y de nuevo desandar por la riera hasta la meta. 

 



Según entro en la riera, último kilómetro antes de la meta, al fondo ya observo la luz de Carlos pero sé que ya no hay ni distancia ni fuerzas para alcanzarle. Me tomo los últimos metros con tranquilidad, cruzo la meta y todo terminado. Ha sido divertida la experiencia.

 Mientras espero a que Estrella llegue a la meta me pongo a charlar con el vencedor de la carrera, y comentamos todo lo ocurrido durante el trayecto. Ahora nos toca una buena fideuá con su cervecita que compartimos mi mujer y yo con él, su padre y hermano antes de la entrega de premios, un placer.
 
Carrera con un recorrido atractivo y bonito, muy recomendable para aquellos que quieran iniciarse en esto de las carreras por montaña. Próxima estación, Picos de Europa, Posada de Valdeón, una autentica maravilla nos espera que seguro no me defraudará. Ahora unos pocos días más de descanso antes de la vuelta a la cruda realidad.


 

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