CRÓNICA II TRANSVALDEÓNICA
Un sincretismo en
estrecha relación entre piedra y hueso, agua y sangre, hierba y
piel. La mezcla perfecta y armónica entre lo natural y lo humano. La
vida en conjunción de dos organismos tan disímiles como análogos.
Un equilibrio admirable resultado de una especie de pacto de
convivencia entre las partes. Un arrobamiento con un estado de
plenitud y apogeo máximo. Todas estas definiciones podrían acuñarse
para describir las sensaciones vividas en la montaña por excelencia,
Picos de Europa, y la carrera que por ella discurre:
Transvaldeónica.
En
marzo de 1924 G.L. Mallory, aparte de la célebre respuesta «porque
está ahí», expresaba cuando se dirigía a escalar el Everest: «si alguien
me preguntara cuál es la utilidad de escalar, o de intentar escalar, el pico
más alto del mundo, debería decirles que ninguna. No se persigue ningún fin
científico; simplemente, la gratificación de un impulso, el deseo de descubrir
lo inexplorado que late en el corazón del hombre...». Pues bien, si
cuando a un corredor por montaña se le pregunta la razón por la qué corre por
éstas y no sabe exactamente qué contestar, en esta carrera encontrará la
respuesta, el esclarecimiento y la explicación perfecta a sus dudas. Y tanto es
así, que resulta ciertamente difícil explicar a escépticos y ajenos a este
mundo qué se siente exactamente en lo más profundo del corazón, que te impulsa
a pasar muchas veces penurias, dificultades e incluso a arriesgar tu integridad
física de manera más o menos inconsciente en éste tipo de pruebas.
La
montaña supone un elemento consustancial a la propia naturaleza del hombre. El
paisaje natural, la naturaleza en sí, la montaña, el entorno no urbano, ha sido
nuestro hogar durante millones de años. En el hemos vivido, cazado,
domesticado animales, cultivado para alimentarnos, construido nuestros hogares,
aprendido a sobrevivir,... Es normal que aun siga exaltando y enardeciendo
nuestro espíritu con tal intensidad que, cuando tenemos la oportunidad de
disfrutarla in situ, nos mostremos atónitos por su enorme poder de
seducción y atracción. En la alta montaña se puede admirar la belleza en un
estado puro y salvaje. Pero lo grande de correr por ella es que
participas, integras, zambulles y empapas en ella, y por ese espacio de tiempo
que transcurre sientes sensaciones y emociones indescriptibles en su
seno.
Al fondo Refugio Collado Jermoso |
Como
he comentado en alguna ocasión me considero un auténtico enamorado de Picos de
Europa. Y cada vez que piso alguno de sus numerosos e incalculables rincones es
mayor mi admiración, mi entusiasmo, mi seducción y mi encandilamiento.
Faltarían expresiones en este rico idioma que tenemos para describir en su
plenitud lo que esto supone y lo que siento. Hay que reconocer que la
aproximación al refugio de Collado Jermoso o Refugio Diego Mella desde
Cordiñanes es sin duda alguna una de las rutas más hermosas que pueden
realizarse por los Picos de Europa y seguramente de muchas montañas del mundo.
En ella podemos descubrir la mayoría de paisajes que nos podemos encontrar en
estas montañas, desde mágicos bosques de hayas, hasta aéreos collados a más de
2.000 mts de altitud, pasando por inclinadas praderas, vertiginosos senderos
tallados en la roca, canales de verticales paredes, verdes vegas, traviesas y
argayos,…
Desde
el año pasado, momento en el que dio a luz este evento, tenía marcado en
rojo en el calendario esta carrera que discurre por el Macizo de los Urriellos
en pleno corazón de la parte leonesa de Picos de Europa con salida y llegada en
Posada de Valdeón. Sabía que la fecha no era la más idónea para mí, puesto que,
como sólo puedo coger vacaciones en agosto por temas laborales, es cuando suelo
parar de correr. Pero este año tenía muchas ganas de correrla aunque
pudiera ser que llegase a rastras a meta puesto que la distancia
y el desnivel acumulado, 28 kms y 4.200 mts, y todo esto unido a la tecnicidad
de la carrera iba a hacer una prueba muy dura si llegaba bajo de forma. Pero
cuando las ganas existen todo se puede, cueste más o menos esfuerzo o trabajo
conseguirlo.
Como
comenta la organización, este año, después del éxito del anterior, han decidido
hacer alguna pequeña modificación del recorrido. Se ha variado un poco
el tramo inicial entre Posada de Valdeón y Cordiñanes, subiendo por un camino
nada más salir de Posada para enlazar a una senda y bajar de nuevo al camino de
Bustío ya cerca de Cordiñanes. El motivo es estirar el grupo antes de entrar en
la rienda de Asotín, pues es un paso estrecho, tallado en roca y con fuerte
caída a la derecha. Y también han decidido variar los últimos cuatro o cinco
kilómetros para eliminar parte del trayecto por pistas y, para no hacerlo tan
monótono, lo intercalan con subidas y bajadas por sendas ya existentes. Como
siempre, y en lo que a mí respecta, un acierto eliminar el mayor tramo de
pistas y asfalto posibles.
Nos
ponemos en camino y llego con Estrella a Santa Marina de Valdeón la tarde del
viernes antes de la carrera y procedemos a recoger el dorsal y la bolsa del
corredor en el Albergue la Ardilla Real donde ya hay muy buen ambiente entre
corredores, voluntarios y organizadores. Está sentado el gran Gobitu
delante de un ordenador preparando alguna… quedaros con el nombre de Sobrescobio
Redes Trail, que buena pinta tiene esta carrera en otoño por pleno Parque
Natural de Redes, en Asturias. La niebla a media altura había impedido que
disfrutáramos en todo esplendor del paisaje del puerto de Pandetrave cuando nos
acercábamos en el coche y no auguraba nada bueno para el día siguiente, pero
bueno, habría que cruzar los dedos. Una vez recogida la documentación y tomado
un refrigerio nos dirigimos a Posada de Valdeón donde íbamos a dar cuenta de
una buena cena antes de irnos a dormir.
Posada de Valdeón |
El
sábado madrugo, siempre me gusta ir con tiempo de sobra. Amanece con un poco de
bruma pero poco a poco parece que según asoma el sol va despejando la
niebla y dejando un cielo azul precioso. Los peores augurios se desvanecían. El
día estaba espléndido y luminoso, ideal para poder disfrutar en todo su
esplendor de esta maravilla sensorial que nos esperaba. Era uno de esos días
que ensalzan todavía más la belleza de las montañas, y si eso ocurre en Picos
de Europa, entonces la sensación de regocijo y satisfacción no puede ser mayor.
Desayuno tranquilamente y termino de preparar la riñonera que voy a llevar.
Mucho ambiente por las calles de Posada de buena mañana y aprovechamos a dar un
pequeño paseo por ellas antes de que Estrella se ponga rumbo a Cordiñanes por
el camino de Bustío y, desde ahí, iba a subir hacia Collado Jermoso llegando
hasta donde le diera tiempo antes de que le alcanzara la cabeza de carrera.
Antes
de la salida hay un emotivo recuerdo para los tres miembros del Grupo de
Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) fallecidos el anterior fin de semana
en Maraña al intentar rescatar un montañero. El minuto de silencio es absoluto,
se queda uno sobrecogido ante tanto sigilo y mutismo observando las montañas
del Macizo Occidental en frente. Anteriormente, durante la charla técnica
previa a la prueba en el polideportivo de Posada de Valdeón y, con la presencia
de dos compañeros del GREIM de Sabero y el alcalde de la localidad Tomás
Alonso, en unas palabras, Salva Calvo destacó la "enorme labor que
realizan estas personas que se juegan su vida por ayudar a otros que intentan
tan solo disfrutar de la montaña llegando, en ocasiones, hasta las últimas
consecuencias". El aplauso aquí fue de varios minutos, estremecedor la
verdad.
Salida en Posada |
Tras
el sentido minuto de silencio justo antes de darse la salida en memoria del
Capitán Emilio Pérez Peláez, el Teniente Marcos Antonio Benito Rodríguez y el
guardia civil José Martínez Conejo se produce otro fuerte aplauso de los 250
corredores, organizadores, voluntarios y lugareños. La salida estaba a punto de
darse y cada uno vamos ocupando nuestro sitio. Al ser una cita puntuable para
la IX Copa Sport HG de Castilla y León de Carreras por Montaña contaba con un
elenco importante de corredores de la selección de Castilla y León. En primera
línea, dos de las gacelas de Liébana que van muy fuerte (Diego e Iván),
Rubén Mediavilla, Manuel Caballero, Oscar Baeza, Felipe Iglesias y el
inigualable Raúl García Castán, entre otros. A las 10 de la mañana comienza la
cuenta atrás y el pistoletazo de salida da paso a un pequeño callejeo por el
pueblo para adentramos rápidamente en el camino de Bustío paralelo al río
Cares. Siempre salgo en los primeros puestos de cabeza pero esta vez, con el
fin de evitar posible tapones en la primera subida que era nada más comenzar
trato de colocarme bien.
A escasos 500 metros de la
salida nos encontramos, como he dicho, con el primer repecho del día, dejamos
el camino hacia la izquierda en dirección a Pantivalles y cogemos un bonito
sendero con unas vistas espectaculares del fondo del valle bordeando
Hoyobladas. Según nos adentramos en el sendero se empieza a estirar la cabeza.
Yo intento coger mi ritmo como habitualmente suelo hacer y, aunque los primeros
parece que aprietan, yo me quedo a rueda de Oscar Baeza puesto que el
ritmo que lleva me gusta y sé que a partir de Cordiñanes, cuando la senda tire
para arriba, va como un tiro. Aunque nos descolgamos un poco de los
primeros y el sendero se allana algo no me importa, creo que el ritmo es bueno
y así continúo detrás de él, tratando de regular, había mucho bacalao por
delante aún para malgastar fuerzas.
Primer repecho de la carrera |
Los
primeros kilómetros nos llevan a la falda del macizo del Cornión pasando
debajo y dejando a nuestra izquierda la majestuosa Torre Bermeja. Siempre en
continuo ascenso por un estrecho sendero llegamos al km 3 donde se desciende,
en Torre de Arestas, hasta Cordiñanes. El descenso inicialmente tiene mucha
pendiente y no hay sendero definido, nos apañamos cada uno como podemos
para bajar cómo y por donde creemos conveniente trochando por la ladera entre
piornos, rocas y arbustos. Oscar no baja muy rápido y enseguida nos pasan Diego
Alonso e Iván Cuesta de Liébana. Intento no quedarme atrás y trato de seguir su
estela hasta que salimos de nuevo al camino de Bustío abandonando el Macizo
Occidental para emprender la dura, pero preciosa y espectacular como
ninguna, subida a Collado Jermoso. Y así, por el camino ya, llegamos hasta
Cordiñanes. Ni más ni menos que 1.300 mts de desnivel en apenas 5 km de
distancia nos esperan hasta el refugio. Desde el primer momento, saliendo de
Cordiñanes, sabes que estás ante una carrera de esas que bien merecen la pena,
de esas que te gustaría repetir una y otra vez en ediciones posteriores o
simplemente andando.
Con
Diego e Iván entro en Cordiñanes, km 5,5 de carrera aproximadamente, y en
travesía ascendente y ante la multitud de gente animando cruzamos las calles
del pueblo hasta la parte más alta saliendo de éste por una pista de tierra que
va ascendiendo ligeramente. A unas pocas docenas de metros un sendero abandona
la pista por la derecha y vamos atravesando una zona en continua ascensión con
grandes bloques calizos. Ahí, encaramado a una gran roca está Carlos Justel, de
la clínica Fisiorama, jaleando a todos los corredores, siempre es de agradecer.
Le venía bien disfrutar un rato de la carrera que después le iba a tocar el
trabajo arduo de intentar recuperar a los corredores en línea de meta con sus
prodigiosas manos.
Al
acentuarse la pendiente, el sendero empieza a zigzaguear buscando las paredes
verticales que caen del contrafuerte oeste del Friero. La senda desde este
punto parece que no tiene salida en su parte superior, que no hay paso natural
pues se dirige directamente a una pared que cierra el paso. Pero sí, según te
vas acercando, en aquella pared que unos metros antes nos había resultado
infranqueable, el sendero se eleva buscando un paso tallado en la roca, la
Rienda de Asotín, que salva esos precipicios. Esta vereda continúa flanqueando
la ladera de la montaña durante unos 500 metros de longitud, en donde a la
derecha se encuentra una pared de roca, y a la izquierda una caída de 50 metros.
No tiene dificultad técnica excesiva, pero algunos tramos tienen el piso de
roca saliente y angulosa y por tanto hay que ir con cuidado para no resbalarse
o pegar un traspié que podría resultar peligroso.
Rienda de Asotín |
Tras
unos segundos de pensamientos y cavilamientos varios, tomo la que creo que será
la decisión acertada y que, a la postre, sería la que me haría disfrutar en
todo su esplendor de esta maravillosa carrera y del lugar por el que trascurre.
Si las piernas no van pero la cabeza si, al contrario que en Somiedo, hoy es mi
día perfecto para disfrutar, hoy iba a ser una fiesta sensorialmente
hablando. Iba a marcarme un ritmo cómodo, si en esta carrera puede definirse
algo como cómodo con todo lo que quedaba por delante, y a tomarme
la carrera con un poco más de calma. La Rienda de Asotín es una zona de las que
no se olvidan fácilmente. El valle de Valdeón queda ya muchos metros más abajo
cuando la reina de Picos, Peña Santa, comienza a aparecerse ante nosotros a
nuestra izquierda. Y junto a ella un sinfín de cumbres del Cornión: Peña
Blanca, la Robliza, Piedra Lluenga, Torre Bermeja,... Es algo tan
impresionante que hay que estar allí en persona, verlo y vivirlo para describir
fielmente esta majestuosidad.
Continúo
ascendiendo, ya en solitario, hasta un pequeño collado al otro lado del cual se
abre a nuestros pies la Canal de Asotín, una estrecha senda marcada
profundamente a media ladera sobre una fuerte pendiente de hierba. Aquí me
encuentro al incombustible Salva Calvo, cámara de video en mano, corriendo y
grabando al alimón nuestras caras de sufrimiento para dejarlas inmortalizadas
para la posteridad, ¡que fenómeno! Esta canal nos conduce en leve descenso
hasta la altura de un hermoso bosque con hayas centenarias entre los cuales
también conviven unos pocos serbales, robles y avellanos y que tendremos
que cruzar en sentido ascendente por una marcada senda. En el Hayedo de la
Sotín el sendero se va desdibujando entre las hojarasca seca y va dirigiéndose
progresivamente hacia el centro de la canal, de bastante pendiente en este
punto. Sigo subiendo al tran trán y antes de terminar el bosque por
completo llega a mi altura, bastones en mano, el guaje Vitorín. Le pregunto qué
tal va ese tobillo que últimamente le está dando guerra y me comenta que mucho
mejor, que el anterior fin de semana en Valgrande pudo correr sin molestias. No
trato de seguir su ritmo, yo continúo, como buenamente puedo, a mi paso.
Pronto
finaliza el bosque, desaparecen las hayas, y con ellas todo rastro de vida
arbórea, para dejarnos ante un mundo de piedra caliza. El sendero continúa por
la vertiente contraria de la canal y remonta un terreno pedregoso y árido. En
este momento me aparto un poco y dejo pasar a Felipe Iglesias (que está
luchando por llevarse, y que al final lo ha conseguido, la Copa de Castilla y
León, enhorabuena) y a otro par más de corredores que van con él. Me da ánimos
pero le comento que hoy toca llevar un ritmo más pausado, que la
maquinaria no da para más.
Desde
el hayedo, la Cuesta Robequera precede a la Vega de Asotín, que es un tramo de
tierra con piedras sueltas y terrones de hierba, con bastante pendiente donde
no hay que bajar la guardia. Desde aquí las vistas hacia Peña Santa son
realmente hermosas y las vistas del paisaje de alrededor son de película.
Este paisaje calizo se rompe de repente por el verde de la Vega de Asotín.
Estoy inmerso en un circo glaciar impresionante, dentro de las montañas del
Macizo Central, entre altas paredes calizas verticales ¡Impresionante, de
verdad! Allí, ante nosotros, tenemos a nuestra derecha la espectacular Torre
del Friero. Y hacia el norte, en algún lugar, colgado de esos muros rocosos, se
encuentra el refugio de Collado Jermoso, lugar hacia donde toca continuar.
Cuando se alcanza la Vega de Asotín nos encontraremos un pequeño poste de
madera con dos tablillas, que indican dos direcciones diferentes: una de
frente, hacia Liordes, siguiendo hacia el fondo de la vega (te dan ganas de
cogerla y quitarte de en medio lo que queda por subir…) y otra hacia la
izquierda, en un cambio de ángulo de 90 grados que nos lleva a la Canal Honda,
en dirección norte. De nuevo el ambiente y la algarabía de la gente en la vega
es espectacular, para los que sois de León, comparable a Ordoño II como se
suele decir.
Vega de Asotín |
La
carrera ahora hasta el refugio es siempre en ascenso y se endurece a partir de
la Vega de Asotín. Estamos en el km 8 y aún nos quedan tres kilómetros de
durísima ascensión. Comienzo el ascenso por la canal la cual tiene dos
entradas: una por la derecha con pedrera descompuesta y encajonada que baja de
la zona superior y conocida como el Argayo Berón, y otra por el camino que
discurre por una canal paralela, por el lado izquierdo de la anterior que es el
que tomamos en carrera en fuerte ascensión hasta el Collado de Solano. “Ahora
empieza el tomate” me digo, y comienzo a subir manos sobre las rodillas to
parriba. Es una ascensión en zig-zag, con mucha piedra suelta y, aunque
tiene mucha pendiente, voy subiendo sin problemas aunque las fuerzas ya
empiezan a flaquear. Mientras asciendo hacia Collado Solano, me tomo un pequeño
descanso para coger aire, echo un vistazo atrás y veo la tremenda zanja
que baja del Friero, la Vega de Asotín que va quedando bastantes metros más
abajo y un reguero de corredores que van ascendiendo en fila de a uno. Es
impresionante ir observando cómo varía el paisaje y la percepción del mismo
según vas avanzando y lo ves con diferentes ángulos de visión.
Traviesas del Congosto |
Llego al alto del collado
y desde aquí voy siguiendo, siempre con cuidado por la tecnicidad, la vereda
que ahora gira bruscamente a la derecha, y continúo subiendo por la base del
murallón en la que se asienta Collado Jermoso para cambiar de vaguada y
llegar a las Traviesas del Congosto. Es una sucesión de gradas y terrazas que
en tramos ascendentes recorren la falda Sur de la Torre Jermosa. Aquí me
superan otro par de corredores, parece que Jermoso está muy cerca, pero
realmente aun queda lo peor. Al fondo de las Traviesas comienzo a oír gritos de
ánimo, ¡esta muchacha había subido bastante y a buen ritmo! Cuando llego a su
altura le comento que no me espere muy pronto en meta, que ésta vez
tardaría un poco más de lo previsto y que vamos a llegar justos a comer
a la hora que habíamos reservado.
Travisas del Congosto |
Tras
un giro a la izquierda y después de una ligera bajada afronto la pared del
Argayo Congosto, donde las piernas empiezan a pesar y no veo la hora de llegar
al refugio para avituallarme (la sed ya hacía mella) y darme un ligero
descanso. Es quizás la parte más dura sobre todo porque en nuestras piernas ya
llevamos acumulados los mil metros de desnivel. En el Argayo Congosto nos
encontrarnos, de forma inconstante, agua en el fondo del mismo en forma de
cascadas. Este es el único punto donde me tocará poner las manos en las piedras
más que nada para guardar el equilibrio y poder ascender en algunos tramos.
Aquí voy a hacer un par de paradas para recuperar líquidos ¡qué bien sienta el
agua fresquita de la montaña cuando la boca está más que seca ya! Una vez
superada la zona de la cascada, sólo quedaba remontar el resto del Argayo ya
con el refugio a la vista, y el Collado Jermoso unos metros más arriba donde
nos espera el ansiado avituallamiento. Justo antes de llegar al refugio (km 11
de carrera) se empareja conmigo Raulín Álvarez, otro fenómeno leones que va muy
fuerte y del que me siento encantado de haberle conocido gracias a estos
eventos. Llegamos juntos al avituallamiento y nos comentamos que tal y con qué
sensaciones vamos, a estas alturas quién más y quién menos ya lleva lo suyo a
cuestas…
Estamos
tocando el cielo y el vacío a la vez mientras intentamos mantener los
pies y la cabeza sobre la tierra. Pero no es fácil ya que el refugio está en
uno de los lugares que más impresionan de Picos de Europa, las vistas no tienen
parangón, es un lugar idílico, bocólico a más no poder donde se puede
presenciar una de las más bellas imágenes que he visto en mi vida.
Como
he dicho, hoy tocaba intentar disfrutar todo lo que se pudiera y me tomo mi
tiempo en el avituallamiento. Había comida y bebida ¡como para una boda! Me
tomo mis buenas piezas de fruta, unos frutos secos y hasta un refresco de cola.
Pero tocaba continuar y tras un par de minutos abandono el refugio y comienzo a
trotar de nuevo en dirección a las Colladinas, una serie de
pequeños collados encadenados entre sí por un continuo sube y baja, un
auténtico rompepiernas con lo que llevamos. Repentinamente, desde la
penúltima de las colladinas punto más alto de todo el recorrido (2.160m),
comenzamos a descender por una zona bastante técnica hasta la Vega de Liordes.
Vamos avanzando bajo las verticales paredes de la Torre de las Minas del Carbón
y antes de llegar a la vega nos topamos con el paredón rocoso que baja del pico
de la Padierna y que para superarlo existe tallado un sendero a lo largo de la
pared conocido como Sedo de la Padierna. El camino discurre junto a la pared y
a nuestra derecha tenemos una importante caída por lo que en éste tramo extremo
la precaución ya que hay que mirar bien donde se pisa.
Tras
pasar la Collada de Padierna, cerro de pasto y calvas terrosas donde confluyen
las rutas procedentes del Cabén de Remoña, Canal de Asotín y Tornos de Liordes,
me encuentro ya en la Vega de Liordes, la vega más extensa de los Picos de
Europa. Estamos aún en el km 15 y parece que llevamos el doble por el
tiempo que llevamos corriendo, lo cierto es que hemos subido mucho desnivel y
por eso el ritmo ha sido lento. Por ésta zona me pasa como un cohete Sergio
Alonso, otro lebrel leones que últimamente está en progresión constante
y al que se le nota a leguas la ilusión que tiene.
Una vez abajo, en un leve
ascenso, corono el Collado de la Padierna donde, por una especie de laberinto
de roca caliza muy sinuoso, voy a llegar hasta el Alto de la Canal de
Pedabejo, aproximadamente km 17 de carrera. Antes de coronar la Canal empiezo a
adelantar a algún corredor, unos con problemas de calambres, otros torceduras,…
el técnico trayecto y la dureza va haciendo mella poco a poco en la gente. A la
altura de Torre Regaliz, la cual dejamos a nuestra izquierda, comienzo a bajar
la Canal de Remoña por un sendero muy técnico en ziz zag con mucha piedra
suelta (dónde ésta vez toco darse un buen culazo tras un resbalón) hasta
que llegamos a una zona un poco más pedregosa. La Canal de Remoña será la puerta
de salida del Macizo Central de Picos de Europa y una vez pasado ésta el
gris de las rocas va a dejarnos paso al marrón de los caminos y al verde de la
hierba y los bosques de nuevo. ¡Qué maravilla de contrastes en tan pocos
kilómetros!
Llegando a la Majada de Remoña |
Comenzaba
aquí una de esas zonas que se denominan corribles. Aún quedaban unos 12 kilómetros
para la ansiada llegada en Posada, pero lo más duro y técnico había pasado y
personalmente había disfrutado un montón y aún tenía algo de fuerzas.
Por un pequeño sendero voy desde el Canal de Pedabejo hasta la Majada de
Remoña. Justo antes de llegar a la majada, en un pequeño repecho está José
Manuel Suarez que, en ésta carrera, está ejerciendo de juez árbitro de la
Federación de Castilla y León, me anima y nos chocamos las manos diciéndonos,
queda aún un último esfuerzo. Unos cientos de metros más adelante, tras
cruzarme con un montón de senderistas y de unas lustrosas vacas, en el
Caben de la Remoña, tenemos un avituallamiento líquido y un puesto de control.
Lo primero que veo al llegar es a Castán todo pancho, sentado en una silla, con
semblante de “ha estado guapo el paseíto éste” ¡Que figura! Me paro apenas
medio minuto a beber algo y me dirijo a afrontar los últimos 10 km de carrera.
Desde
la majada de Remoña damos acceso al Collado de Valdeón, un collado que separa
el valle leonés de Valdeón de la zona de Fuente De en Cantabria. Parece que no,
pero el descenso hace daño, se hace por senderos con buen firme y nada técnicos
pero las piernas ya notan el cansancio acumulado. Me lo tomo con tranquilidad y
pienso que si llego bien a Santa Marina desde ahí ya daré el último apretón y
daré todo lo que me quede. El sendero es sinuoso y voy, completamente en
solitario, atravesando zonas de praderas, escobales e incluso un bonito hayedo.
Llego
a la senda del Mercadillo y sé que el último avituallamiento está a tiro ya, se
ve Santa Marina al fondo. Entro en el pueblo y las chicas del avituallamiento,
un encanto por cierto, me animan y me dicen que ya está todo hecho, pero yo que
soy perro viejo, y aunque nunca lo diga ya que se que lo hacen con la
mejor intención para animarte, me digo a mí mismo que aún queda tela que
cortar. Estamos en el kilómetro 22 de carrera, refrigerio al canto
que aunque parezca que Posada está ahí al lado, aún quedan unos cuantos
kilómetros por recorrer y el calor ya apretaba bastante ¡Y vaya últimos
kilómetros nos quedaban! ¡Lo justo para darnos la puntilla! Por suerte aún voy
con fuerzas, la experiencia de correr carreras de más de dos horas me ha
enseñado que hay que guardar algo de gasolina para el final que si no se
hace durísimo y larguísimo. Ahora sí que voy a apretar y a dar todo lo que me
queda, ya he disfrutado a tope y ahora afrontamos la parte menos bonita
de la carrera (y no es que sea fea pero es que con lo visto anteriormente
cualquier cosa desmerece). Según se sale del pueblo y tras cruzar un prado y un
puente que cruza el rio Arenal comienza un repecho por pista dentro de un
hayedo en continuo ascenso hasta la majada de Jor. La verdad es que aprieto
bastante el paso y cojo un ritmo guapo.
Tanto
es así que comienzo a recortar terreno en pocos metros y a dar caza a
corredores que no son capaces de subir corriendo ya debido al esfuerzo
realizado. Fácilmente, a bote pronto, recuperaría 5 o 6 puestos desde Santa
Marina a Posada, la gente va muy castigada ya y estas rampas finales se les
atragantan. Según les voy pasando les voy dando ánimos ya que se que el llegar
desfondado a estas alturas y aún quedando unos kilómetros es bastante duro.
Cojo el desvío de la pista que baja al Valle de Prada y doy caza a Iñigo, que
sería el primer corredor local de Valdeón. Nos queda un último esfuerzo, no sin
antes volver a coger otro cacho de sendero y unos últimos metros de
ascensión por una pista que ya te rompe por completo. Ya veo Posada de Valdeón
al fondo y el descenso es por una pista con buen firme y ancha que te deja en
la recta de meta. La gente volcada en la llegada, ánimos, aplausos y cómo
normalmente hago devuelvo el aplauso ya que parte de la razón por la que se
realizan éste tipo de carreras son ellos también y forman parte de ellas.
En
línea de meta tenemos la piscinita preparada para darnos un buen bañito (el
calor ya apretaba a esas horas y viene de lujo no sólo para recuperar las
piernas) y a los profesionales de la Clínica Fisiorama para darnos un buen
masajito. Hay que felicitar a la organización y a los voluntarios por el
trabajo realizado, la escelente señalización y buenos avituallamientos. Al
incombustible Salva Calvo y Julio, dueño del albergue La Ardilla Real, puesto
que han conseguido hacer una de las pruebas más espectaculares, técnicas y
duras del panorama nacional. La experiencia ha sido inmejorable, no se podría
definir con una sola palabra ni con muchas y seguramente, sólo viviéndolo in
situ, se puede describir las sensaciones vividas.
Fin
de fiesta en Cordiñanes donde se hizo la entrega de premios y donde compartí
unos minutos de charla con la gente de Liébana que siempre es un placer
coincidir con ellos (felicitar a Diego por su victoria y a Iván por su
magnífica carrera). Cenita con buen queso de Valdeón, empanada y bollo
preñao y a descansar en Posada hasta el día siguiente donde tocaba regreso
a casa. Próximo objetivo la Maratón Xtreme de Lagos de Covadonga haciendo paso
intermedio en Béjar para correr en casa la Subida al Pico del
Águila por la sierra de ésta localidad salmantina con muchos compañeros del
Club Salamanca Raids & Trails Runners.
Seguiremos disfrutando de
los que nos gusta con el recuerdo siempre presente de este día tan especial por
estos parajes de mi tierra leonesa. Un auténtico lujo.
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