CRÓNICA II FILIRUN
Como dicen, las vacaciones consisten
en no tener nada que hacer y disponer de todo el tiempo para hacerlo. Y como
descansar demasiado es oxidarse y había tiempo para hacerlo pues tocaba
quitarse las chanclas, calzarse las zapatillas y pisar algo de montaña después
de varios días de arena, agua y sol. Eso sí, sin excesos..
La 2ª edición de la Filirun en la localidad del
Vendrell, provincia de Tarragona, para nada estaba marcada en mi calendario de
carreras este año. Es más, en principio mi temporada había llegado a su fin
tras el Desafíosomiedo y estaba disfrutando de unas merecidas vacaciones
después de un largo año de trabajo. Hasta la noche anterior a la carrera no
decidí apuntarme y sin saber si aún estaría a tiempo para ello ya que quizás
las inscripciones estuvieran ya cerradas. Pero mira, dio la casualidad que
hasta la media noche había plazo y ahí que me apunté, ya tenía plan para la
tarde noche del sábado 23 de agosto.
El formato atractivo de la carrera, seminocturna,
con un circuito rediseñado y más montañoso respecto a la edición anterior, una distancia
no muy elevada y la proximidad al lugar donde estaba veraneando fueron los
principales ingredientes para que me decidiera a correrla. Además, la inminente
cita en Posada de Valdeón a finales de agosto en la II Transvaldeónica hizo que
me planteara que tenía que mover un poco el body y hacer un
entrenamiento de calidad si no quería llegar a la cita totalmente fuera de
forma.
Organizada por el Club de Atletismo Runners El
Vendrell, el Grupo de Montaña de la Lira Vendrellenca y la tienda de deportes Running
Filípides, la carrera discurría por un circuito semimontañoso cercano a los
14km, cambios de desnivel cortos y largos, tramos de pista y senderos técnicos
y todo ello alrededor de la Serra Pedragosa y el Puig del Lleó.
La semana había estado marcada por un tiempo un poco
revuelto y los fantasmas de la primera edición, donde cayó un buen aguacero
durante el transcurso de la prueba, estaban muy presentes en la cabeza de los
organizadores y de los que íbamos a correr la prueba. Pero el día amaneció con
un sol espléndido y de buena mañana ya se desvanecían nuestros peores
pensamientos. Esa misma mañana voy un rato a la playita de Vilanova a pasear un
poco, estirar las piernas y a darme un bañito antes de comer. Tras una buena
comida, con su reconfortante siesta, me dispongo a preparar todo para ir hasta
el Vendrell, no teníamos más de 40 minutos en coche.
Tras recoger el dorsal y la bolsa de corredor, me
voy con Estrella a recorrer el primer tramo de la carrera hasta la salida del
pueblo que discurre por una especie de canal o riera y a partir de aquí yo me
doy la vuelta trotando para calentar un poco y ella se va a ir a colocar al
avituallamiento por dónde se pasará dos veces (se hacen 2 especie de bucles
donde se coronan dos cimas y ambos llegan al mismo punto donde avituallarse).
En las carreras del norte de Castilla y León,
Extremadura, Asturias y Cantabria, nos conocemos más o menos todos y sabemos el
sitio que normalmente nos corresponde y que ritmo debemos seguir. Aquí todo era
nuevo, no conocía a ninguno del más un centenar de corredores que había y por
tanto me planteé seguir mi ritmo. Como imaginaba, puesto que es una carrera de
apenas 14 km y sin gran desnivel acumulado (apenas 1.000 mts acumulados), la
salida es rapidísima. Tras los primeros 50 metros se entra en esa especie de
canal en ligero ascenso por donde continuaremos hasta que crucemos la autopista
y salgamos del pueblo. La cabeza salé como en estampida, hay 5 ó 6 corredores
que rápidamente comienzan a tomar una ligera ventaja en los primeros metros de
carrera antes de salir del pueblo. Yo no intentó seguir ese ritmo, sé que no es
mi guerra, no quiero desfondarme nada más salir y sé que tengo que reservar un
poco hasta que se empiece a inclinar de verdad el terreno, aunque trato de no
perder referencia visual con la cabeza. Me conformo con no perder mucho la
estela, todo lo que pueda aguantar a un ritmo prudencial para mi trataré de
hacerlo.
Lo cierto es que me voy dado cuenta según voy
corriendo más y más carreras que cada vez tiendo a disfrutar y adaptarme mejor
a carreras de más largo recorrido, me vienen mejor, me gusta empezar con un
ritmo tranquilo e ir apretando según pasan los kilómetros. Estos
calentones al motor en frío no me vienen nada bien…
Ya metidos en faena, y con una humedad enorme y
típica de esos sitios costeros (y habrá que dar gracias por que el día no había
sido muy caluroso), el primer kilómetro transcurre como he comentado por una
especie de canal hasta que se atraviesa la autopista y a partir de aquí se sale
a una pista ancha que comienza a ascender poco a poco. En cuanto salimos a la
pista empiezo a apretar un poco, los hombres de cabeza parece que no iban de
momento a ceder nada pero voy manteniendo la distancia que era mi propósito. A
partir del segundo kilómetro, la pista da paso a un sendero donde el desnivel
empieza a acentuarse ya, aprieto un poco más y comienzo a acercarme y a pasar a
algún corredor a los cuales voy pidiendo paso. La cabeza de carrera ya no está
tan lejos…
En apenas unos metros me coloco tercero y 100 mts
antes de llegar al repetidor, donde el sendero desemboca en un tramo de pista
con bastante desnivel, logro colocarme en cabeza. Las piernas iban
aparentemente bien aunque iba ya empapado en sudor. A partir del repetidor, se
abandona el pequeño tramo de pista que daba acceso a él y se vuelve a coger un
sendero estrecho y esta vez muy pedregoso, como es toda aquella zona. Este
sendero sinuoso y en constante ascenso nos lleva hasta el km 4 a la cima del
Puig del Lleó (la parte más alta de la primera parte del circuito). Durante ese
tramo voy subiendo a mi ritmo y poco a poco voy abriendo distancia ya con el
único perseguidor que logro ver.
Corono tranquilamente, echo un vistazo a un aquapark
que se ve debajo en la otra vertiente de la ladera y al cual había ido hace
muchos años con mi primo Miguel y lo habíamos pasado como auténticos enanos, y
desde aquí comienza una bajada bastante técnica por un sendero similar al de
subida, con mucha piedra, y que poco a poco se va a ir ensanchando hasta que se
llega a una pista. No llevaría ni medio quilómetro bajando por el sinuoso
sendero cuando empiezo a escuchar detrás de mí pisadas, algún corredor viene.
Me aparto un poco y me supera ¡cómo bajaba el compañero! Cuando pasa delante le
observo, me recuerda mucho a nuestro colega Alfredo Gil, un poco más alto pero
fino y con un tren inferior que daba miedo. Me conformo con intentar seguirle
el ritmo sin arriesgar mucho en la zona técnica hasta que salimos al tramo de
pista que hay antes de primer avituallamiento. A la postre sería el vencedor de
la carrera, Carlos Mantero, y con el cual compartiría la posterior cena que
había y la entrega de premios donde estuvimos charlando un buen rato. Es un
chaval joven que lleva poco en el mundo de las carreras por montaña, con mucha
clase y cualidades y, sobre todo, con mucha ilusión. Un buen tipo la verdad.
Cuando salimos al tramo de pista sigue apretando, va
muy fuerte para mí, me voy descolgando un poco pero siempre sin perderle de
vista, aún quedaba la segunda subida fuerte del día para jugarse
definitivamente las cartas. Con todo esto, sigo su estela hasta que, sobre el
km 7, llegamos al avituallamiento. Apenas paramos para beber algo de agua y
procedemos a encarar la segunda subida. Un voluntario nos indica el sendero de
subida puesto que era un punto de cruce de caminos donde se volvería a llegar
tras completar el segundo bucle del día.
Comenzamos lo que debería ser la segunda subida del
día, y digo debería por que cuando llevamos apenas un minuto de ascensión, de
repente y, por sorpresa, nos cruzamos con el tercer corredor de frente,…y
después el cuarto, el quinto,… ¿Qué está sucediendo? ¡Los corredores vienen en
contra dirección! Seguimos corriendo y Carlos y yo nos comentamos que nosotros
tenemos que ir bien, que en el cruce nos han dicho que era por ese camino.
Seguimos corriendo y nos cruzamos a más corredores… aquí hay algo que no
funciona. Carlos se para y me dice que nos hemos equivocado, que hemos bajado
por un sitio erróneo hasta el avituallamiento pero que sabe donde ha sido la
equivocación puesto que conoce la zona. Todo se debe a un cambio a última hora
de ese tramo con el cual Carlos no contaba puesto que había estado reconociendo
el circuito unos días antes.
Tenemos que seguir corriendo a contracorriente
puesto que tenemos que ascender hasta el punto donde nos hemos equivocado. De
nuevo el desánimo se apodera de mí, me he vuelto a perder al igual que en
Somiedo, vaya racha… Me he despistado ya que como iba detrás de él pues no me
he fijado donde se abandonaba la pista de bajada hacia un sendero (una crítica
constructiva, en otra ocasión con poner una cinta de lado a lado de la pista o
a un voluntario en ese cruce está todo el problema solucionado). Pero bueno,
como sabe donde nos hemos equivocado y podremos retomar el camino correcto me
lo tomo ya como un entrenamiento e intentar acabar la carrera, esta vez no me
apetece abandonar y tirar la toalla.
Enciendo el frontal ya que la visibilidad ya no era
la mejor, por esos lares tan al este la noche se echa encima antes de lo que
imaginaba. Llegamos al cruce donde nos habíamos equivocado, volvemos a bajar
otro tramo de pista donde vuelve a apretar y me suelta y después de recorrer
unos metros, retomamos el sendero correcto de la carrera con un kilómetro de
más en las piernas aproximadamente.
Una vez en la senda correcta, comienza, ahora sí, la
segunda subida de la carrera. La verdad es que en ese momento no tengo ni idea
del tiempo que he perdido, de los metros y/o kilómetros que he hecho de más ni
de los corredores que tengo delante. Miro hacia arriba y por el sendero, entre
los árboles, observo varios puntos de luz que son los frontales de corredores
que ya están subiendo. Trato de animarme un poco y disfrutar de la carrera,
cojo mi ritmo de subida entre las piedras y rocas del sendero y poco a poco voy
pidiendo paso a corredores, parece que voy recortando distancias. Voy mejorando
posiciones según asciendo pero sin saber muy bien mi sitio real en la carrera,
aunque tampoco me preocupa mucho, voy contento puesto que estas carreras
nocturnas tienes un plus que hace que disfrutes un poco más, al menos yo. Tras
poco más de un kilómetro de subida se corona Puig Rourell y comienza una
especie de cresteo de otro kilómetro en ligero descenso hasta que llegamos al
comienza del verdadero descenso, esta vez sí, un sendero con mucho desnivel y
bastante técnico que con la noche ya metida se hacía complicado.
El terreno es muy pedregoso (de ahí el nombre de
Serra Pedragosa) y hay que tomar ciertas precauciones. Pero bueno, el ritmo que
llevo de descenso parece ser bueno puesto que sigo adelantando a un par de
corredores (la verdad es que llevar un buen frontal que ilumine bien, sobre
todo en las bajadas, es fundamental puesto que te da mucha seguridad). Poco
antes de terminar el descenso y llegar de nuevo al avituallamiento ya no
observo luces delante. Pero la verdad es que la visión del pueblo al fondo en
la oscuridad con las luces encendidas es precioso mientras tus estás en pleno
monte.
Poco antes de cruzar un puente que da acceso de
nuevo al avituallamiento está Estrella que ya sabe de sobra el periplo
que he pasado puesto que se lo han comentado los voluntarios del
avituallamiento y trata de animarme. Me dice que voy 3º y eso hace que me anime
un poco más, después de la perdida lo cierto es que no iba tan mal… Aún
quedaban tres kilómetros hasta la meta por una pista con un par de toboganes
bastante fuertes en cuanto a desnivel. A lo lejos veo al segundo… no está muy
lejos me digo. No hago ni ademán de parar en el avituallamiento y ya decido echar
el resto. Aprieto todo lo que puedo y cuando va a comenzar el primer
tobogán antes de entrar en el pueblo tengo a tiro al corredor. La cuesta no es
muy larga, apenas 200 ó 300 metros, pero con suficiente desnivel para dar caza
al corredor e ir distanciándome de él poco a poco. Tras una corta bajada encaro
otro pequeño repecho del segundo tobogán y, a partir de aquí, ya todo bajada
hasta llegar al pueblo y de nuevo desandar por la riera hasta la meta.
Según entro en la riera, último kilómetro antes de
la meta, al fondo ya observo la luz de Carlos pero sé que ya no hay ni
distancia ni fuerzas para alcanzarle. Me tomo los últimos metros con
tranquilidad, cruzo la meta y todo terminado. Ha sido divertida la experiencia.
Mientras espero a que Estrella llegue a la
meta me pongo a charlar con el vencedor de la carrera, y comentamos todo lo
ocurrido durante el trayecto. Ahora nos toca una buena fideuá con su cervecita
que compartimos mi mujer y yo con él, su padre y hermano antes de la entrega de
premios, un placer.
Carrera con un recorrido atractivo y bonito, muy
recomendable para aquellos que quieran iniciarse en esto de las carreras por
montaña. Próxima estación, Picos de Europa, Posada de Valdeón, una autentica
maravilla nos espera que seguro no me defraudará. Ahora unos pocos días más de
descanso antes de la vuelta a la cruda realidad.
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