sábado, 9 de agosto de 2014

A veces el verdadero desafío es la cabeza



CRÓNICA II DESAFIOSOMIEDO - MDS



Se suele decir que cuando tenemos que tomar una decisión trascendente es fundamental mantener la cabeza fría. Por otro lado, también hay quién defiende que las decisiones importantes hay que tomarlas con el corazón porque de esta forma nunca nos equivocamos. Seguramente lo ideal sería hacer caso a nuestras emociones pero, al mismo tiempo, no perder la cabeza y así siempre se toman las decisiones acertadas. Pero a veces, cuando la cabeza parece que quiere dejar de funcionar, solamente el corazón es el que puede conseguir que sigamos adelante.






Llevo ya varios días, quizás más de los que debería, dándole vueltas y más vueltas a la cabeza sobre mi fin de semana en el Parque Natural de Somiedo. Tanto, que incluso me ha costado tomar la decisión de escribir esta crónica para describir y contar realmente lo que sucedió ese día en carrera. Pero finalmente, y parte de culpa la tiene Javier Pascual a raíz de leer su crónica de la carrera y ver que me nombraba y se preguntaba que me habría sucedido, he decidido contarlo. Y me he decidido por ello puesto que creo que, al menos para mí, esta vivencia ha sido una lección que me va a ayudar en un futuro a tomar decisiones correctas tanto deportivas como en la vida ya que el deporte también te ayuda y te da lecciones, muchas veces magistrales, de las cuales se deben aprender y no dejarlas sólo como anécdotas.

La versión oficiosa de la causa de lo que finalmente sería mi retirada de esta segunda edición del Desafiosomiedo en su versión MDS, y con esto estoy adelantando el final de la crónica, son problemas intestinales y la verdad es la causa principal fue esa. Pero la versión oficial, y que pocos conocen, fue un cúmulo de fatalidades que se fueron concatenando y que hicieron que la cabeza dijera basta aunque el corazón me decía que tenía que seguir peleando hasta el final.

Venía de la increíble experiencia vivida en Nembra en la VI edición de la Resistencia Reino Astur donde todo había sido espectacular y precioso, una prueba que, para mí, debe ser un referente para todo aquel que realmente disfrute de las carreras por montaña. Domingo de merecido descanso por tierras asturianas antes de volver a la rutina diaria del trabajo (aunque ya veía a lo lejos las vacaciones). Lunes y martes por la tarde un poco de bici para desentumecer piernas y miércoles de nuevo al monte a correr un poquito. Apenas llevaba 5 km de trote cuando, descendiendo por un sendero sin mayores dificultades, trato de esquivar una rama y al hacer el apoyo...el tobillo derecho se tuerce. Del cúmulo de fatalidades a las que aludía al comienzo de ésta crónica, ésta era la primera. ¡No me lo podía creer! después de haberme perdido la Traveserina por una lesión me iba a perder otra de las grandes citas, y en mi caso última antes del parón estival, de la temporada. Como puedo llego a casa, medio trotando medio caminando, y me pongo hielo a discreción. Ese mismo día por la noche el tobillo daba miedo, parecía que me había comido una pelota de tenis y que se había ido directamente a colocarse ahí. No daba un duro por llegar a tiempo a la cita, ¡qué rabia!

Pero como dijo Shakespeare “el destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”. Al día siguiente por la tarde cita con el físio, David Nufrio, y diagnostico claro, esguince de grado I lo que dice supone entre 7-10 días de ardua recuperación para conseguir, si todo va bien, con tratamiento y ejercicios, que el tobillo se estabilice y pueda estar medianamente operativo para afrontar una prueba de este calibre. ¿Que teníamos por delante? pues justamente 10 días contando el sábado que era la carrera...iba a ser todo una etapa contrarreloj y arriesgándome a que cualquier pequeña torcedura en carrera volviese a reproducir el esguince y empeorarlo puesto que el tobillo era carne de cañón.

Pero bueno, las ganas que tenía de correr esta prueba hacían que la decisión estuviera tomada. A currarse la lesión con masajes, hielo, antiinflamatorios, ejercicios de pliometría y nada de vendajes, que el tobillo trabaje todo el movimiento y se vaya fortaleciendo. Con el paso de los días parece que va mejorando, sigo haciendo algo de bici e incluso salgo a trotar un poquillo por llano ese fin de semana. Comienza la semana clave y el miércoles antes de la carrera decido hacer la prueba de fuego y salgo a correr metiendo algo de desniveles teniendo mucho cuidado en las bajadas. Parece que el tobillo responde, aunque tenga molestias como es normal.

Con todo esto el viernes, noche previa a la carrera, pernocto en León, esta vez sin la compañía de mi mujer que se queda en el pueblo puesto que son las fiestas y tenemos algún compromiso que otro. Mi tío Nando, amante como el que más de la montaña y del que ya he comentado en otras ocasiones fue el que me inculcó la pasión por la montaña es esta vez quién va a ir a acompañarme puesto que vive en León y le apetece mucho ir a verme. Me levanto el sábado de la carrera, desayuno fuerte y a las 6 h nos ponemos camino a Pola de Somiedo. Durante el trayecto vamos charlando y recordando batallitas de cuando era un niño e iba con él a la montaña a andar, escalar, hacer barrancos, esquiar,…Como buen asistente ya se ha estudiado el track de la carrera y vamos comentando los puntos en los que va a ir a ver pasar la prueba, se le nota ilusionado con la experiencia. En aproximadamente una hora y media ya estamos descendiendo el puerto de Somiedo y de repente nos cruzamos con los valientes de la UTDS que ya han comenzado el recorrido. Nos hacen detener el coche unos segundos mientras pasan por un tramo de carretera y observo ya en cabeza a Luis Alberto, los hermanos Obaya (aprovecho para mandar un abrazo a Santi aunque ya sé que todo se ha quedado en un susto al final), Cristofer, Bianco, Arca, incluso me da tiempo a reconocer a Felipe Artigue. A veces es un verdadero placer ser espectador de lujo de esta gente, da gusto verles correr.





Llegamos a Pola de Somiedo y paramos a tomarnos un café, vamos con tiempo de sobra, como a mí me gusta ir a los sitios. El día estaba por ahora espectacular, la temperatura era la idónea para correr aunque las previsiones decían que según avanzase la mañana el tiempo iría cambiando y seguramente llovería e incluso algún trueno podría escaparse. Tras tomar tranquilamente el cafelito nos dirigimos al punto de salida de la MDS que es en el pueblo Valle del Lago. Comenzamos a subir por la carretera que une ambos pueblos y adelantamos al incansable Depa que está ascendiendo en bicicleta para ir a amenizar la salida. El ritmo que lleva es muy bueno, ¡está fino el jodío! Cuando llegamos al punto de salida me reencuentro con Rubén, el demonión de Nembra, con su atuendo rosa impecable (el rosa está de moda), que está ayudando y colaborando en la organización del evento, nos saludamos, charlamos unos minutos y voy a recoger el dorsal y el chip antes de que comiencen a llegar los autobuses con los corredores que suben desde Pola de Somiedo.

Quién más y quien menos (y espero que sean los menos ya que yo estoy en los más y es un auténtico pestruño) se habrá tragado alguna vez la película de Desafío Total, que me viene al pelo y no solo por el título. Esa película del ex culturista, ex gobernador y actor Arnold Schwarzenegger (también podríamos ponerle ya ex en actor, si alguna vez se le pudo considerar tal) en la cual, un hombre normal que trabaja como obrero de la construcción en la Tierra, está obsesionado por un sueño recurrente que tiene al dormir en el que pasea con una bella mujer en Marte. Como su esposa no desea ir de vacaciones al planeta rojo, decide que si no puede ir en persona, lo hará en su imaginación, y decide visitar una compañía especializada en implantar falsos recuerdos. Pues bien, esto era algo similar, después de la rutina diaria del trabajo y soñar más de una vez con correr en Somiedo, parecía que se iba haciendo realidad el sueño, ya estábamos aquí, pero estábamos en persona, no era imaginación, aunque parezca que sitios así solo pueden existir en ésta. Nos encontrábamos en un paraíso natural para disfrutar de la plenitud de la montaña, pero aquí todo era real. Si las últimas vivencias en Picos de Europa habían sido maravillosas, Somiedo no iba a ser menos ni tenía nada que envidiarlas. No en vano Somiedo, fue el primer espacio asturiano declarado Parque Natural en 1988, declaración complementada en el año 2000 como Reserva de la Biosfera caracterizado por estar habitado desde hace décadas por el Oso Pardo. El espacio protegido por el que discurre la carrera es, como bien dice la organización, otro aliciente para no perderse este reto, en el que el respeto por la naturaleza cobra tanto valor como la propia competición.

Conozco parte de la zona por la que transcurre la carrera, sobre todo la zona de los lagos por donde he ido alguna que otra vez haciendo senderismo. Nos esperan 46 Km y 5.000 mts de desnivel acumulado que, viniendo de correr en Nembra, que eran 42 km y 6.400 mts, ya no me asusta aunque sí me da mucho respeto, sobre todo por la distancia puesto que es la tercera vez que corro tantos quilómetros.

Quedan 30 minutos para comenzar, me despido de mi tío que va ir hasta la Farrapona como primer punto de paso y empiezo a calentar un poco. Las sensaciones en las piernas son buenas después de casi 10 días de actividad física escasa y suave pero, algo no va bien…comienzo a tener algunos borborigmos intestinales, ruidos en el intestino en román paladino. No le doy demasiada importancia puesto que cuando el cuerpo empieza a entrar en actividad es normal que el funcionamiento de los órganos internos se active. Anuncian por megafonía que se va a proceder al control de chips para realizarse la salida, pasamos el control y nos dirigimos al punto de partida. La imagen es, cuanto menos, curiosa. En la salida los grandes favoritos, Manuel Merillas, Pablo Villa y Javi Domínguez están justo colocados debajo del arco de salida y, el resto, estamos como 15 metros por detrás, como si nos diera respeto acercarnos a ellos. Tiene que ser el propio Depa quién nos anime a acercarnos al arco de salida y juntarnos con éstos fenómenos.






Comienza la cuenta atrás y se da la salida. El pueblo volcado con todos los corredores aplaudiendo y jaleándonos, el ambiente es extraordinario, es una gozada ver como la gente se implica cada vez más en este tipo de eventos. Aunque es aún la segunda edición de la carrera, se nota, a pesar de los ya sabidos problemas con FAPAS, que va estar dentro de las grandes citas del calendario nacional de las carreras por montaña. El ritmo de salida no es muy fuerte, parece que se comienza con calma como a mí me gusta que soy un poco diesel, quizás ya la edad que no perdona… Hay una pequeña subida por la carretera que sale del pueblo durante aproximadamente un quilómetro hasta que se cruza por un puente el Río del Valle y comienza un tramo de pista ancha rodeado de un precioso hayedo y donde con solamente levantar la vista ves toda la montaña que te rodea con el Pico Canalón y Corralón a nuestra derecha. Vamos todos bastante compactos puesto que el ascenso es tendidito y se corre bien. 

No hemos llegado al tercer quilómetro de carrera y los tres favoritos y el guaje de Cangas de Onís, Vitorín, comienzan a apretar el ritmo poco a poco y se hacen dos grupos de 4, ellos por delante y otros 4 que vamos unos metros por detrás con Javi Pascual, Borja Navia, Pablo Alonso (3º de la pasada edición) y el que narra. Como normalmente entreno solo y en casi todas las carreras la mayor parte del recorrido suelo ir en solitario, decido marcarme mi ritmo donde voy cómodo y estoy acostumbrado a el y sin quererlo me sitúo en cabeza del grupo. A partir del km 4 abandonamos la pista y comienza un estrecho sendero. Unos metros nada más comenzar el sendero veo parado a Víctor, otra vez el maldito tobillo le está jugando una mala pasada como ya sucedió en Nembra. Le pregunto qué tal está, le intento dar ánimos y continúo la ascensión.

Un quilómetro más adelante giro la cabeza y observo que nos hemos quedado Borja y yo como dueto perseguidor del trío de cabeza y continuamos juntos la subida hasta el Lago del Valle. Las vistas del valle son ya espectaculares desde esta zona de la carrera, como disfruto de estos momentos en los que aún las fuerzas van intactas y puedes recrearte con la majestuosidad de los paisajes. En unos minutos llegamos al lago, lo bordeamos por la izquierda y nos encontramos con el primer avituallamiento líquido. La parada es de apenas unos segundos, bebo algo de agua y comenzamos a ascender como retrocediendo un poco por el otro lado del valle, ya por sendas a media ladera y terminaremos subiendo por un camino estrecho hasta la meseta de Saliencia. Sigo cómodo con el ritmo que llevo, pero de nuevo comienzan las tripas con la serenata y ésta vez parece que va en serio. Me dejo caer un poco para que pase delante mi compañero y justo antes de llegar a las espectaculares praderías de la Vega de Camayor tengo que hacer la primera parada técnica (las llamaré así por no ser muy escatológico).

Tras coronar la subida viene, como he dicho, la vega, donde se puede correr a ritmo rápido, para llegar a los lagos de Saliencia. Dejamos a mano derecha el de la Calabazosa y luego, tras una buena bajada por pista, pasamos junto al lago de la Cueva. Es una de las zonas más bonitas de la carrera y qué, aún conociéndola ya, no deja de maravillarme. Ahí, a la altura del Lago de la Cueva, se encuentra mi tío Nando para animarme y darme algo de bebida isotónica que le había dejado. Estamos ya aproximadamente en el km 13 de carrera y las piernas parece que siguen respondiendo







A partir de aquí, la pista sube un poco para llegar al puerto de la Farrapona, se sale a la carretera y ahí nos encontramos con el primer avituallamiento sólido y la primera muestra de todo lo que nos van a ofrecer los voluntarios en dichos puestos. La organización en general y en los avituallamientos en particular son espléndidos y eso se agradece muchísimo en pruebas de éste calibre. Una vez repuestas fuerzas y bebido un poco de agua comienza una de las subidas duras de la carrera. Mi compañero de los últimos quilómetros parece que va a hacer una parada más larga en el avituallamiento para comer tranquilamente pero yo decido continuar tras mi breve parada. Apenas ha terminado el stand del avituallamiento se da un giro de 45 grados, se abandona el tramo de carretera, y te encuentras con el primer muro del día, Los Bígaros, a medio camino entre León y el Principado de Asturias.

Comienzo la dura subida a los Bígaros donde tenemos que librar 340 mts de desnivel en aproximadamente 1,5 km. Los primeros metros están desbrozados y se sube bien, dentro de la dificultad que acarrea el desnivel. A partir de aquí, el trayecto no está muy despejado, es un tramo de muchísima vegetación y hay que abrirse camino entre las xestas, matojos y arbustos rastreros sin camino definido haciendo que se endurezca más el ascenso. No hay sendero definido, seguimos simplemente las abundantes marcas campo a través con vegetación que llega hasta las rodillas. Hasta aquí está todo el recorrido muy bien marcado con banderines y cintas.

Estoy en mi terreno, esto es lo mío, me encuentro bien, con buen ritmo cuesta arriba. Tras un par de minutos de ascenso decido apretar un poquito para abrir un poco más de hueco con Borja que observo acaba de salir del avituallamiento. Me da por levantar un poco la cabeza y mirar hacia arriba para ver lo que aún queda de ascenso y veo a lo lejos la figura de Javi Domínguez aún subiendo sin llegar a la cima. Eso me da un plus de fuerza, no por que vaya a darle caza, que es algo que ni me planteo, si no porque llevamos ya un tercio de carrera y apenas estoy a unos dos minutos de uno de los hombres fuertes de la carrera (a la postre 2º clasificado de la general). La verdad es que voy subiendo cómodo, a un ritmo constante y con una respiración acompasada que en ningún momento es acelerada, todo parece ir sobre ruedas pero... vuelve a sonar la señal de alarma, esta vez es un apretón agudo y duro, de los que te dejan coloquialmente doblao. Tengo que hacer una segunda parada técnica antes de coronar entre unos matojos.

Según se va llegando a la cima de los Bígaros se deja atrás la vegetación y comienza un bonito cresteo con algún tramo muy pedregoso y, de nuevo, unas vistas espectaculares. La parte final del cresteo, justo antes de coronar, es impresionante divisando ambos valles y montañas a los lados, precioso, sí señor. Y sin completar toda la cresta comienza el vertical descenso hacia el Puerto de La Mesa. No es una bajada demasiado complicada técnicamente pero tiene mucho desnivel y cierto peligro por las piedras sueltas que hay. Me concentro al máximo ya que, como he dicho, el desnivel es muy pronunciado y el tobillo no está para muchos trotes, cualquier paso en falso puede llevar al traste la carrera. Por todo esto, decido tomármelo con calma y bajar despacio, el perder un par de minutos aquí no tiene importancia si logro salvaguardar el tobillo. Y es aquí, al terminar la bajada, donde empieza mi verdadero calvario.

Tengo que dejar bien claro, y por eso lo recalco, que para nada quiero que se piense que critico a la organización, que bastante tiene con llevar a cabo éste tipo de evento con la dedicación y maestría que lo hace y todo lo que ha tenido que luchar por sacar adelante la carrera. Dicho esto, terminando la bajada de los Bígaros, nos adentrábamos, según me comenta Rubén de Nembra más tarde cuando llego a meta a entregar el chip, en una zona protegida donde no se puede balizar ni marcar y que se había explicado la tarde anterior en el breaffing como había que trazarlo. En mi caso, como no estuve la tarde anterior en la charla, en vez de ir hacia la Braña de La Mesa por el Camín Real, dejando al lado izquierdo el arroyo de Arrotxu, he ido dirección al Lago del Chao, dejando a la derecha el arroyo y metiéndome en otro valle en dirección Pico el Muñón. Vamos, que me he desviado del trayecto correcto cogiendo uno que va ascendiendo por un valle paralelo al que debería haber seguido.

Continúo corriendo por un sendero bien definido (de ahí que no supuse mi equivocación) en medio de la pradería entre constantes toboganes, con tranquilidad, aunque con el paso de los minutos comienza a extrañarme todo un poco. Ya no veo a Javi Domínguez pero pienso que seguramente se habría distanciado un poco en la bajada ya que yo me la había tomado con calma, pero no veo tampoco ninguna marca, aunque hay como he dicho un sendero claramente marcado. Decido, equivocadamente, seguir adelante por dicha vereda hasta que llego a una palloza que hay en medio de la braña. Ahí me detengo a tratar de organizar un poco los acontecimientos, estudiar la situación y pensar que ha podido suceder. Ya estoy prácticamente convencido que me he equivocado de trayecto en algún punto. Observo hacia los laterales y no veo nada puesto que estoy en una vaguada del valle. Miro hacia atrás y tampoco veo a nadie y entonces me digo a mi mismo que si fuera por el trazado correcto alguien tendría que aparecer ya puesto que se ven prácticamente los últimos 2 kms que he recorrido.

Las dudas paralizan mis acciones. No sé si dar la vuelta y desandar los últimos quilómetros hasta donde terminaba la bajada de los Bígaros o cambiar radicalmente la trayectoria y tirarme a mi derecha a ver si conseguía salir un poco de la hondonada y ver algo. Pero como dijo alguien alguna vez, toma siempre todas las decisiones que necesites tomar, incluso sin tener la seguridad o certeza de que estás decidiendo correctamente.

Al final decido la segunda de las opciones… craso error de nuevo, ¡vaya día tenía! Logro, como quién dice, coronar el valle y me encuentro ante mis ojos, ahora sí, la Braña de la Mesa. A lo lejos empiezo a observar pequeñas figuritas en movimiento, ¡mi madre lo que me había desviado del recorrido! Para colmo, aunque esta vez era fácil evacuar ya que solo estaba rodeado de vacas, tengo que volver a hacer una tercera parada técnica. Mientras termino de colocarme la riñonera bien, no paro de darle vueltas a la cabeza sobre mi equivocación y cómo y por dónde trazar el trayecto hasta retomar el correcto. Me tocaba bajar al otro lado de la braña trochando entre arbustos, jaramagos y matojos que me cubren hasta más arriba de la rodilla como buenamente podía, cruzar el riachuelo y ascender hasta llegar a la parte final del Camín Real que daba paso al desfiladero de los Arroxos. Tiempo total y distancia recorrida erróneamente descargado el track al llegar a casa, casi 3 kms (hice alguno más perdido pero avanzando en dirección correcta del trayecto) y más de 23 minutos en recorrerlos y volver a la senda correcta.

Según me adentro en la preciosa Foz de Arroxos, aunque la cabeza ya no iba disfrutando de este espectacular tramo como se merece, adelanto a un corredor y sigo descenso hacia el pueblo de Saliencia. En éste momento estoy totalmente desorientado, la cabeza ha petado, cualquier cruce o pequeño sendero que sale del principal hace que literalmente me detenga para cerciorarme que realmente voy por el trayecto correcto. El trayecto de la Foz es pedregoso y con pendiente, no es cómodo y no se puede mantener un ritmo constante. Es un tramo en el que debería ir concentrado al máximo puesto que es bastante técnico y tengo que cuidar de no dar un traspié y no soy capaz de ello. Tengo que bajar el ritmo para evitar tropezarme y que los daños sean mayores. El desanimo empieza a ganar terreno peligrosamente en mi cabeza...





Estamos cerca de la mitad del recorrido y una vez concluida la Foz, al fondo del sendero, en un cruce, antes de llegar a Saliencia, observo a mi tío Fernando. Llego a su altura y me pregunta que ha sucedido. Le extraña ver que hayan pasado ya tantos corredores antes que yo cuando en el anterior punto iba prácticamente con los de cabeza, aunque piensa que puede ser que me haya podido lastimar el tobillo que tenía tocado. Aquí hago el primer ademán de retirarme, me paro, me quito la cinta de la cabeza y le explico un poco lo sucedido. El corredor que he adelantado en el desfiladero me pasa de nuevo mientras estoy parado totalmente ido y con la mirada perdida. Mi tío trata de animarme y alentarme, me dice que no me preocupe, que voy el décimo y que siga disfrutando de la carrera. Creo que en ese momento, saco fuerzas del corazón por no defraudarle después de haber ido a verme hasta allí, me como una barrita que me da, me enfundo de nuevo la cinta de la cabeza y continúo. Llego a la altura de nuevo del corredor que me había pasado cuando estaba parado y me pregunta que me sucede, le explico por encima la situación y seguimos juntos hablando hasta Saliencia. Aquí hay un avituallamiento impresionante en lo que respecta a víveres situado en el albergue de esta bonita localidad. El ambiente es espectacular, la gente del pueblo abarrota las calles. Pero apenas me detengo a beber un poco de isotónico y continúo descenso hacia Endriga donde hay una multitud de gente a la altura de la Iglesia del pueblo, seguramente es hora de entrar a orar.


Según se sale de Endriga, se toma un tramo de carretera en ascensión para abordar una nueva subida, en esta ocasión hacia las Brañas de Cuerrago y La Corra. Pero justo antes de abandonar el asfalto me da un último apretón y aquí sí que la cabeza dice basta... ya no voy disfrutando, las piernas van bien, el corazón me dice que tengo que seguir para ver la satisfacción de mi tío cuando cruce la meta, pero la cabeza ha ganado este desafío. Como puedo me agacho en la cuneta a hacer la última parada técnica, me doy media vuelta, me acerco de nuevo al pueblo, pido por favor un teléfono móvil para llamar a mi tío y aquí doy por concluida la aventura esta vez.

Desilusión, si, había disfrutado de este paraje inigualable pero no había podido culminar el desafío. A veces el resultado final, y no sólo en el deporte, no tiene importancia si uno no va disfrutando de lo que hace. Y al menos yo, la montaña y el correr por ella lo hago para disfrutar, no por marcarme retos ni metas, no quiero eso, aunque a todos nos gusta mejorar y poder estar lo más arriba posible ya que con eso también se disfruta. Y cuando no se disfruta es mejor parar y otro día seguramente será mejor. Como dicen, el arte de vencer se aprende en las derrotas, y aunque yo en ese momento me sentía derrotado, con el paso de los días me doy cuenta que no fue una derrota, ese día no era el indicado y punto y aparte. La lección estaba aprendida, con eso me quedo, y el año que viene hay que terminarla sí o sí, primer apunte en el calendario de la temporada que viene.

Cuando llego a Pola de Somiedo a entregar el chip y avisar que me retiro me encuentro, como dije, con Rubén Solís que ya está trabajando en línea de meta para que el recibimiento a todos los corredores sea una fiesta. Agradecerle las palabras de apoyo que me prestó y como siempre, un placer haberle visto y haber mantenido unos minutos de conversación con él. Recojo la bolsa del corredor que no tiene desperdicio alguno, con una selección de productos asturianos como galletas artesanas, miel y arándanos acompañados por un vaso de plástico telescópico además de la camiseta conmemorativa del evento. Ahora tocaba lo duro de éstos casos, la vuelta a casa. Tras una parada en la Magdalena a comer algo con mi tío, me despido de él en León y continúo camino que aún me esperan unos cuantos quilómetros hasta Fuentes de Béjar y además esta vez en solitario. Y lo peor, dándole vueltas a la cabeza de todo lo sucedido en el día.

Pero bueno, esa misma noche me esperaba una buena cena en compañía de la gente del pueblo para seguir celebrando las fiestas. Y como no podía faltar a la cita, al día siguiente tenía que correr la Subida a Tonda, una pequeña carrera de media montaña de 8,5 km y casi 500 mts de desnivel acumulado que, en su quinta edición ya se ha convertido en todo un clásico de las fiestas de Fuentes de Béjar y animo a todos los que viven cerca se acerquen en años venideros a disfrutar del pueblo y del maravilloso paraje que alberga la carrera. Si en Nembra me zampé (buenos, nos la comimos entre todos en la citada cena) una buena paleta de cerdo blanco, aquí nos íbamos a merendar una buena de ibérico (el entrenamiento de 26 km y 2.300 mts acumulados del día anterior me habían dejado aún algo de fuerza para poder luchar por dicho manjar).











Por último, como siempre, felicitar a toda la organización del evento (Club Avientu Centeno), colaboradores, espónsores, y sobre todo a los voluntarios que hacen posible esta carrera tan especial. Felicitar y agradecer también a Javi Pascual por la extraordinaria carrera que hizo y el gran puesto conseguido (4º de la general) y por haberme inspirado y haberme dado ese último empujón que me hacía falta para relatar mi vivencia.

Este ha sido el final de esta temporada si es que se puede llamar así puesto que ya en estos momentos, si se quiere, hay carreras durante todo el año. Y como siempre que se cierra una etapa comienza otra y ahora toca planificar nuevos e ilusionantes retos pero de lo que estoy seguro es que seguiré corriendo por las montañas. Vienen un par de semanas de descanso físico y mental en la playa pensando en la próxima cita del calendario, la Transvaldeonica, otra prueba que seguramente por el paraje por el que discurre me va a encantar, aunque la forma física en la que llegue no vaya a ser la mejor y me va a tocar sufrir. Pero volveré a disfrutar de lo que me gusta, eso lo tengo claro.

Como reflexión final decir que, cabeza y corazón pueden y deben ir de la mano en el deporte. Cabeza sola casi seguro que no, al menos así lo creo. Corazón solo podría llegar a funcionar aunque sería muy complicado. Pienso que la razón puede avisarnos sobre lo que conviene evitar, si, pero sólo el corazón nos dice lo que es preciso hacer. Porque lo que hoy siente tu corazón (aunque en el día de hoy yo no le he hecho caso), mañana lo comprenderá tu cabeza, al final siempre lo comprende. Además, la cabeza quizás no, pero el corazón te va a durar toda tu vida así que, hagámosle caso un poco más ¿no creéis?

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