CRÓNICA II DESAFIOSOMIEDO - MDS
Se suele decir que cuando tenemos
que tomar una decisión trascendente es fundamental mantener la cabeza fría. Por
otro lado, también hay quién defiende que las decisiones importantes hay que
tomarlas con el corazón porque de esta forma nunca nos equivocamos. Seguramente
lo ideal sería hacer caso a nuestras emociones pero, al mismo tiempo, no perder
la cabeza y así siempre se toman las decisiones acertadas. Pero a veces, cuando
la cabeza parece que quiere dejar de funcionar, solamente el corazón es el que
puede conseguir que sigamos adelante.
Llevo ya varios días, quizás más de los que debería,
dándole vueltas y más vueltas a la cabeza sobre mi fin de semana en el Parque
Natural de Somiedo. Tanto, que incluso me ha costado tomar la decisión de
escribir esta crónica para describir y contar realmente lo que sucedió ese día
en carrera. Pero finalmente, y parte de culpa la tiene Javier Pascual a
raíz de leer su crónica de la carrera y ver que me nombraba y se preguntaba que
me habría sucedido, he decidido contarlo. Y me he decidido por ello puesto que
creo que, al menos para mí, esta vivencia ha sido una lección que me va a
ayudar en un futuro a tomar decisiones correctas tanto deportivas como en la
vida ya que el deporte también te ayuda y te da lecciones, muchas veces
magistrales, de las cuales se deben aprender y no dejarlas sólo como anécdotas.
La versión oficiosa de la causa de lo que
finalmente sería mi retirada de esta segunda edición del Desafiosomiedo en su
versión MDS, y con esto estoy adelantando el final de la crónica, son problemas
intestinales y la verdad es la causa principal fue esa. Pero la versión oficial,
y que pocos conocen, fue un cúmulo de fatalidades que se fueron concatenando y
que hicieron que la cabeza dijera basta aunque el corazón me decía que
tenía que seguir peleando hasta el final.
Venía de la increíble experiencia vivida en Nembra
en la VI edición de la Resistencia Reino Astur donde todo había sido
espectacular y precioso, una prueba que, para mí, debe ser un referente para
todo aquel que realmente disfrute de las carreras por montaña. Domingo de
merecido descanso por tierras asturianas antes de volver a la rutina diaria del
trabajo (aunque ya veía a lo lejos las vacaciones). Lunes y martes por
la tarde un poco de bici para desentumecer piernas y miércoles de nuevo al
monte a correr un poquito. Apenas llevaba 5 km de trote cuando, descendiendo
por un sendero sin mayores dificultades, trato de esquivar una rama y al hacer
el apoyo...el tobillo derecho se tuerce. Del cúmulo de fatalidades a las que
aludía al comienzo de ésta crónica, ésta era la primera. ¡No me lo podía creer!
después de haberme perdido la Traveserina por una lesión me iba a perder
otra de las grandes citas, y en mi caso última antes del parón estival, de la
temporada. Como puedo llego a casa, medio trotando medio caminando, y me pongo
hielo a discreción. Ese mismo día por la noche el tobillo daba miedo, parecía
que me había comido una pelota de tenis y que se había ido directamente a
colocarse ahí. No daba un duro por llegar a tiempo a la cita, ¡qué rabia!
Pero como dijo Shakespeare “el destino es el que
baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos”. Al día siguiente
por la tarde cita con el físio, David Nufrio, y diagnostico claro, esguince de
grado I lo que dice supone entre 7-10 días de ardua recuperación para
conseguir, si todo va bien, con tratamiento y ejercicios, que el tobillo se
estabilice y pueda estar medianamente operativo para afrontar una prueba
de este calibre. ¿Que teníamos por delante? pues justamente 10 días contando el
sábado que era la carrera...iba a ser todo una etapa contrarreloj y arriesgándome
a que cualquier pequeña torcedura en carrera volviese a reproducir el esguince
y empeorarlo puesto que el tobillo era carne de cañón.
Pero bueno, las ganas que tenía de correr esta
prueba hacían que la decisión estuviera tomada. A currarse la lesión con
masajes, hielo, antiinflamatorios, ejercicios de pliometría y nada de vendajes,
que el tobillo trabaje todo el movimiento y se vaya fortaleciendo. Con el paso
de los días parece que va mejorando, sigo haciendo algo de bici e incluso salgo
a trotar un poquillo por llano ese fin de semana. Comienza la semana
clave y el miércoles antes de la carrera decido hacer la prueba de fuego
y salgo a correr metiendo algo de desniveles teniendo mucho cuidado en las
bajadas. Parece que el tobillo responde, aunque tenga molestias como es
normal.
Con todo esto el viernes, noche previa a la carrera,
pernocto en León, esta vez sin la compañía de mi mujer que se queda en el
pueblo puesto que son las fiestas y tenemos algún compromiso que otro. Mi tío
Nando, amante como el que más de la montaña y del que ya he comentado en otras
ocasiones fue el que me inculcó la pasión por la montaña es esta vez quién va a
ir a acompañarme puesto que vive en León y le apetece mucho ir a verme. Me
levanto el sábado de la carrera, desayuno fuerte y a las 6 h nos ponemos camino
a Pola de Somiedo. Durante el trayecto vamos charlando y recordando batallitas
de cuando era un niño e iba con él a la montaña a andar, escalar, hacer
barrancos, esquiar,…Como buen asistente ya se ha estudiado el track
de la carrera y vamos comentando los puntos en los que va a ir a ver pasar la
prueba, se le nota ilusionado con la experiencia. En aproximadamente una hora y
media ya estamos descendiendo el puerto de Somiedo y de repente nos cruzamos
con los valientes de la UTDS que ya han comenzado el recorrido. Nos hacen
detener el coche unos segundos mientras pasan por un tramo de carretera y
observo ya en cabeza a Luis Alberto, los hermanos Obaya (aprovecho para mandar
un abrazo a Santi aunque ya sé que todo se ha quedado en un susto al final),
Cristofer, Bianco, Arca, incluso me da tiempo a reconocer a Felipe Artigue. A
veces es un verdadero placer ser espectador de lujo de esta gente, da gusto
verles correr.
Llegamos a Pola de Somiedo y paramos a tomarnos un café,
vamos con tiempo de sobra, como a mí me gusta ir a los sitios. El día estaba
por ahora espectacular, la temperatura era la idónea para correr aunque las
previsiones decían que según avanzase la mañana el tiempo iría cambiando y
seguramente llovería e incluso algún trueno podría escaparse. Tras tomar
tranquilamente el cafelito nos dirigimos al punto de salida de la MDS que es en
el pueblo Valle del Lago. Comenzamos a subir por la carretera que une ambos
pueblos y adelantamos al incansable Depa que está ascendiendo en
bicicleta para ir a amenizar la salida. El ritmo que lleva es muy bueno, ¡está fino
el jodío! Cuando llegamos al punto de salida me reencuentro con Rubén, el demonión
de Nembra, con su atuendo rosa impecable (el rosa está de moda), que está
ayudando y colaborando en la organización del evento, nos saludamos, charlamos
unos minutos y voy a recoger el dorsal y el chip antes de que comiencen a
llegar los autobuses con los corredores que suben desde Pola de Somiedo.
Quién más y quien menos
(y espero que sean los menos ya que yo estoy en los más y es un auténtico
pestruño) se habrá tragado alguna vez la película de Desafío Total, que
me viene al pelo y no solo por el título. Esa película del ex culturista, ex
gobernador y actor Arnold Schwarzenegger (también podríamos ponerle ya ex
en actor, si alguna vez se le pudo considerar tal) en la cual, un hombre normal
que trabaja como obrero de la construcción en la Tierra, está obsesionado
por un sueño recurrente que tiene al dormir en el que pasea con una bella mujer
en Marte. Como su esposa no desea ir de vacaciones al
planeta rojo, decide que si no puede ir en persona, lo hará en su imaginación,
y decide visitar una compañía especializada en implantar falsos recuerdos. Pues
bien, esto era algo similar, después de la rutina diaria del trabajo y soñar
más de una vez con correr en Somiedo, parecía que se iba haciendo realidad el
sueño, ya estábamos aquí, pero estábamos en persona, no era imaginación, aunque
parezca que sitios así solo pueden existir en ésta. Nos encontrábamos en un
paraíso natural para disfrutar de la plenitud de la montaña, pero aquí todo era
real. Si las últimas vivencias en Picos de Europa habían sido maravillosas,
Somiedo no iba a ser menos ni tenía nada que envidiarlas. No en vano Somiedo,
fue el primer espacio asturiano declarado Parque Natural en 1988, declaración
complementada en el año 2000 como Reserva de la Biosfera caracterizado por
estar habitado desde hace décadas por el Oso Pardo. El espacio protegido por el
que discurre la carrera es, como bien dice la organización, otro aliciente para
no perderse este reto, en el que el respeto por la naturaleza cobra tanto valor
como la propia competición.
Conozco parte de la zona
por la que transcurre la carrera, sobre todo la zona de los lagos por donde he
ido alguna que otra vez haciendo senderismo. Nos esperan 46 Km y 5.000 mts de
desnivel acumulado que, viniendo de correr en Nembra, que eran 42 km y 6.400
mts, ya no me asusta aunque sí me da mucho respeto, sobre todo por la distancia
puesto que es la tercera vez que corro tantos quilómetros.
Quedan 30 minutos para
comenzar, me despido de mi tío que va ir hasta la Farrapona como primer punto
de paso y empiezo a calentar un poco. Las sensaciones en las piernas son buenas
después de casi 10 días de actividad física escasa y suave pero, algo no va
bien…comienzo a tener algunos borborigmos intestinales, ruidos en el
intestino en román paladino. No le doy demasiada importancia puesto que cuando
el cuerpo empieza a entrar en actividad es normal que el funcionamiento de los
órganos internos se active. Anuncian por megafonía que se va a proceder al
control de chips para realizarse la salida, pasamos el control y nos dirigimos
al punto de partida. La imagen es, cuanto menos, curiosa. En la salida los grandes
favoritos, Manuel Merillas, Pablo Villa y Javi Domínguez están justo colocados
debajo del arco de salida y, el resto, estamos como 15 metros por detrás, como
si nos diera respeto acercarnos a ellos. Tiene que ser el propio Depa
quién nos anime a acercarnos al arco de salida y juntarnos con éstos
fenómenos.
Comienza la cuenta atrás
y se da la salida. El pueblo volcado con todos los corredores aplaudiendo y
jaleándonos, el ambiente es extraordinario, es una gozada ver como la gente se
implica cada vez más en este tipo de eventos. Aunque es aún la segunda edición
de la carrera, se nota, a pesar de los ya sabidos problemas con FAPAS, que va
estar dentro de las grandes citas del calendario nacional de las carreras por
montaña. El ritmo de salida no es muy fuerte, parece que se comienza con calma
como a mí me gusta que soy un poco diesel, quizás ya la edad que no
perdona… Hay una pequeña subida por la carretera que sale del pueblo durante
aproximadamente un quilómetro hasta que se cruza por un puente el Río del Valle
y comienza un tramo de pista ancha rodeado de un precioso hayedo y donde con
solamente levantar la vista ves toda la montaña que te rodea con el Pico
Canalón y Corralón a nuestra derecha. Vamos todos bastante compactos puesto que
el ascenso es tendidito y se corre bien.
No hemos llegado al
tercer quilómetro de carrera y los tres favoritos y el guaje de Cangas de Onís,
Vitorín, comienzan a apretar el ritmo poco a poco y se hacen dos grupos de 4,
ellos por delante y otros 4 que vamos unos metros por detrás con Javi Pascual,
Borja Navia, Pablo Alonso (3º de la pasada edición) y el que narra. Como
normalmente entreno solo y en casi todas las carreras la mayor parte del
recorrido suelo ir en solitario, decido marcarme mi ritmo donde voy
cómodo y estoy acostumbrado a el y sin quererlo me sitúo en cabeza del grupo. A
partir del km 4 abandonamos la pista y comienza un estrecho sendero. Unos
metros nada más comenzar el sendero veo parado a Víctor, otra vez el maldito
tobillo le está jugando una mala pasada como ya sucedió en Nembra. Le pregunto
qué tal está, le intento dar ánimos y continúo la ascensión.
Un quilómetro más
adelante giro la cabeza y observo que nos hemos quedado Borja y yo como dueto
perseguidor del trío de cabeza y continuamos juntos la subida hasta el Lago del
Valle. Las vistas del valle son ya espectaculares desde esta zona de la
carrera, como disfruto de estos momentos en los que aún las fuerzas van
intactas y puedes recrearte con la majestuosidad de los paisajes. En unos
minutos llegamos al lago, lo bordeamos por la izquierda y nos encontramos con
el primer avituallamiento líquido. La parada es de apenas unos segundos, bebo
algo de agua y comenzamos a ascender como retrocediendo un poco por el otro
lado del valle, ya por sendas a media ladera y terminaremos subiendo por un
camino estrecho hasta la meseta de Saliencia. Sigo cómodo con el ritmo que
llevo, pero de nuevo comienzan las tripas con la serenata y ésta vez
parece que va en serio. Me dejo caer un poco para que pase delante mi
compañero y justo antes de llegar a las espectaculares praderías de la Vega de
Camayor tengo que hacer la primera parada técnica (las llamaré así por
no ser muy escatológico).
Tras coronar la subida
viene, como he dicho, la vega, donde se puede correr a ritmo rápido, para
llegar a los lagos de Saliencia. Dejamos a mano derecha el de la Calabazosa y
luego, tras una buena bajada por pista, pasamos junto al lago de la Cueva. Es
una de las zonas más bonitas de la carrera y qué, aún conociéndola ya, no deja
de maravillarme. Ahí, a la altura del Lago de la Cueva, se encuentra mi tío
Nando para animarme y darme algo de bebida isotónica que le había dejado.
Estamos ya aproximadamente en el km 13 de carrera y las piernas parece que
siguen respondiendo
A partir de aquí, la pista
sube un poco para llegar al puerto de la Farrapona, se sale a la carretera y
ahí nos encontramos con el primer avituallamiento sólido y la primera muestra
de todo lo que nos van a ofrecer los voluntarios en dichos puestos. La
organización en general y en los avituallamientos en particular son espléndidos
y eso se agradece muchísimo en pruebas de éste calibre. Una vez repuestas
fuerzas y bebido un poco de agua comienza una de las subidas duras de la
carrera. Mi compañero de los últimos quilómetros parece que va a hacer una
parada más larga en el avituallamiento para comer tranquilamente pero yo decido
continuar tras mi breve parada. Apenas ha terminado el stand del
avituallamiento se da un giro de 45 grados, se abandona el tramo de carretera,
y te encuentras con el primer muro del día, Los Bígaros, a medio camino
entre León y el Principado de Asturias.
Comienzo la dura subida a
los Bígaros donde tenemos que librar 340 mts de desnivel en
aproximadamente 1,5 km. Los primeros metros están desbrozados y se sube bien,
dentro de la dificultad que acarrea el desnivel. A partir de aquí, el trayecto
no está muy despejado, es un tramo de muchísima vegetación y hay que abrirse
camino entre las xestas, matojos y arbustos rastreros sin camino definido
haciendo que se endurezca más el ascenso. No hay sendero definido, seguimos
simplemente las abundantes marcas campo a través con vegetación que llega hasta
las rodillas. Hasta aquí está todo el recorrido muy bien marcado con banderines
y cintas.
Estoy en mi terreno, esto
es lo mío, me encuentro bien, con buen ritmo cuesta arriba. Tras un par de
minutos de ascenso decido apretar un poquito para abrir un poco más de hueco
con Borja que observo acaba de salir del avituallamiento. Me da por levantar un
poco la cabeza y mirar hacia arriba para ver lo que aún queda de ascenso y veo
a lo lejos la figura de Javi Domínguez aún subiendo sin llegar a la cima. Eso
me da un plus de fuerza, no por que vaya a darle caza, que es algo que ni me
planteo, si no porque llevamos ya un tercio de carrera y apenas estoy a unos
dos minutos de uno de los hombres fuertes de la carrera (a la postre 2º
clasificado de la general). La verdad es que voy subiendo cómodo, a un ritmo
constante y con una respiración acompasada que en ningún momento es acelerada,
todo parece ir sobre ruedas pero... vuelve a sonar la señal de alarma,
esta vez es un apretón agudo y duro, de los que te dejan coloquialmente doblao.
Tengo que hacer una segunda parada técnica antes de coronar entre unos
matojos.
Según se va llegando a la
cima de los Bígaros se deja atrás la vegetación y comienza un bonito cresteo
con algún tramo muy pedregoso y, de nuevo, unas vistas espectaculares. La parte
final del cresteo, justo antes de coronar, es impresionante divisando ambos
valles y montañas a los lados, precioso, sí señor. Y sin completar toda la
cresta comienza el vertical descenso hacia el Puerto de La Mesa. No es una
bajada demasiado complicada técnicamente pero tiene mucho desnivel y cierto
peligro por las piedras sueltas que hay. Me concentro al máximo ya que, como he
dicho, el desnivel es muy pronunciado y el tobillo no está para muchos trotes,
cualquier paso en falso puede llevar al traste la carrera. Por todo esto,
decido tomármelo con calma y bajar despacio, el perder un par de minutos aquí
no tiene importancia si logro salvaguardar el tobillo. Y es aquí, al terminar
la bajada, donde empieza mi verdadero calvario.
Tengo que dejar bien
claro, y por eso lo recalco, que para nada quiero que se piense que critico a
la organización, que bastante tiene con llevar a cabo éste tipo de evento con
la dedicación y maestría que lo hace y todo lo que ha tenido que luchar por
sacar adelante la carrera. Dicho esto, terminando la bajada de los Bígaros, nos
adentrábamos, según me comenta Rubén de Nembra más tarde cuando llego a meta a
entregar el chip, en una zona protegida donde no se puede balizar ni marcar y
que se había explicado la tarde anterior en el breaffing como había que
trazarlo. En mi caso, como no estuve la tarde anterior en la charla, en vez de
ir hacia la Braña de La Mesa por el Camín Real, dejando al lado izquierdo el
arroyo de Arrotxu, he ido dirección al Lago del Chao, dejando a la derecha el
arroyo y metiéndome en otro valle en dirección Pico el Muñón. Vamos, que
me he desviado del trayecto correcto cogiendo uno que va ascendiendo por un
valle paralelo al que debería haber seguido.
Continúo corriendo por un
sendero bien definido (de ahí que no supuse mi equivocación) en medio de la
pradería entre constantes toboganes, con tranquilidad, aunque con el paso de
los minutos comienza a extrañarme todo un poco. Ya no veo a Javi Domínguez pero
pienso que seguramente se habría distanciado un poco en la bajada ya que yo me
la había tomado con calma, pero no veo tampoco ninguna marca, aunque hay como
he dicho un sendero claramente marcado. Decido, equivocadamente, seguir
adelante por dicha vereda hasta que llego a una palloza que hay en medio de la
braña. Ahí me detengo a tratar de organizar un poco los acontecimientos,
estudiar la situación y pensar que ha podido suceder. Ya estoy prácticamente
convencido que me he equivocado de trayecto en algún punto. Observo hacia los
laterales y no veo nada puesto que estoy en una vaguada del valle. Miro hacia
atrás y tampoco veo a nadie y entonces me digo a mi mismo que si fuera por el
trazado correcto alguien tendría que aparecer ya puesto que se ven
prácticamente los últimos 2 kms que he recorrido.
Las dudas paralizan mis
acciones. No sé si dar la vuelta y desandar los últimos quilómetros hasta donde
terminaba la bajada de los Bígaros o cambiar radicalmente la trayectoria y
tirarme a mi derecha a ver si conseguía salir un poco de la hondonada y ver
algo. Pero como dijo alguien alguna vez, toma siempre todas las decisiones
que necesites tomar, incluso sin tener la seguridad o certeza de que estás
decidiendo correctamente.
Al final decido la
segunda de las opciones… craso error de nuevo, ¡vaya día tenía! Logro, como
quién dice, coronar el valle y me encuentro ante mis ojos, ahora sí, la
Braña de la Mesa. A lo lejos empiezo a observar pequeñas figuritas en
movimiento, ¡mi madre lo que me había desviado del recorrido! Para colmo,
aunque esta vez era fácil evacuar ya que solo estaba rodeado de vacas, tengo
que volver a hacer una tercera parada técnica. Mientras termino de
colocarme la riñonera bien, no paro de darle vueltas a la cabeza sobre mi
equivocación y cómo y por dónde trazar el trayecto hasta retomar el correcto.
Me tocaba bajar al otro lado de la braña trochando entre arbustos, jaramagos y
matojos que me cubren hasta más arriba de la rodilla como buenamente podía,
cruzar el riachuelo y ascender hasta llegar a la parte final del Camín Real que
daba paso al desfiladero de los Arroxos. Tiempo total y distancia recorrida
erróneamente descargado el track al llegar a casa, casi 3 kms (hice alguno más
perdido pero avanzando en dirección correcta del trayecto) y más de 23 minutos
en recorrerlos y volver a la senda correcta.
Según me adentro en la
preciosa Foz de Arroxos, aunque la cabeza ya no iba disfrutando de este
espectacular tramo como se merece, adelanto a un corredor y sigo descenso hacia
el pueblo de Saliencia. En éste momento estoy totalmente desorientado, la
cabeza ha petado, cualquier cruce o pequeño sendero que sale del
principal hace que literalmente me detenga para cerciorarme que realmente voy
por el trayecto correcto. El trayecto de la Foz es pedregoso y con pendiente,
no es cómodo y no se puede mantener un ritmo constante. Es un tramo en el que
debería ir concentrado al máximo puesto que es bastante técnico y tengo que
cuidar de no dar un traspié y no soy capaz de ello. Tengo que bajar el ritmo
para evitar tropezarme y que los daños sean mayores. El desanimo empieza a
ganar terreno peligrosamente en mi cabeza...
Estamos cerca de la mitad
del recorrido y una vez concluida la Foz, al fondo del sendero, en un cruce,
antes de llegar a Saliencia, observo a mi tío Fernando. Llego a su altura y me
pregunta que ha sucedido. Le extraña ver que hayan pasado ya tantos corredores
antes que yo cuando en el anterior punto iba prácticamente con los de cabeza,
aunque piensa que puede ser que me haya podido lastimar el tobillo que tenía tocado.
Aquí hago el primer ademán de retirarme, me paro, me quito la cinta de la
cabeza y le explico un poco lo sucedido. El corredor que he adelantado en el
desfiladero me pasa de nuevo mientras estoy parado totalmente ido y con
la mirada perdida. Mi tío trata de animarme y alentarme, me dice que no me
preocupe, que voy el décimo y que siga disfrutando de la carrera. Creo que en
ese momento, saco fuerzas del corazón por no defraudarle después de haber ido a
verme hasta allí, me como una barrita que me da, me enfundo de nuevo la cinta
de la cabeza y continúo. Llego a la altura de nuevo del corredor que me había
pasado cuando estaba parado y me pregunta que me sucede, le explico por encima
la situación y seguimos juntos hablando hasta Saliencia. Aquí hay un
avituallamiento impresionante en lo que respecta a víveres situado en el
albergue de esta bonita localidad. El ambiente es espectacular, la gente del
pueblo abarrota las calles. Pero apenas me detengo a beber un poco de isotónico
y continúo descenso hacia Endriga donde hay una multitud de gente a la altura
de la Iglesia del pueblo, seguramente es hora de entrar a orar.
Según se sale de Endriga,
se toma un tramo de carretera en ascensión para abordar una nueva subida, en
esta ocasión hacia las Brañas de Cuerrago y La Corra. Pero justo antes de
abandonar el asfalto me da un último apretón y aquí sí que la cabeza
dice basta... ya no voy disfrutando, las piernas van bien, el corazón me
dice que tengo que seguir para ver la satisfacción de mi tío cuando cruce la
meta, pero la cabeza ha ganado este desafío. Como puedo me agacho en la cuneta
a hacer la última parada técnica, me doy media vuelta, me acerco de
nuevo al pueblo, pido por favor un teléfono móvil para llamar a mi tío y aquí
doy por concluida la aventura esta vez.
Desilusión, si, había
disfrutado de este paraje inigualable pero no había podido culminar el desafío.
A veces el resultado final, y no sólo en el deporte, no tiene importancia si
uno no va disfrutando de lo que hace. Y al menos yo, la montaña y el correr por
ella lo hago para disfrutar, no por marcarme retos ni metas, no quiero eso,
aunque a todos nos gusta mejorar y poder estar lo más arriba posible ya que con
eso también se disfruta. Y cuando no se disfruta es mejor parar y otro día
seguramente será mejor. Como dicen, el arte de vencer se aprende en las
derrotas, y aunque yo en ese momento me sentía derrotado, con el paso de
los días me doy cuenta que no fue una derrota, ese día no era el indicado y
punto y aparte. La lección estaba aprendida, con eso me quedo, y el año que
viene hay que terminarla sí o sí, primer apunte en el calendario de la
temporada que viene.
Cuando llego a Pola de
Somiedo a entregar el chip y avisar que me retiro me encuentro, como dije, con
Rubén Solís que ya está trabajando en línea de meta para que el recibimiento a
todos los corredores sea una fiesta. Agradecerle las palabras de apoyo que me prestó
y como siempre, un placer haberle visto y haber mantenido unos minutos de
conversación con él. Recojo la bolsa del corredor que no tiene desperdicio
alguno, con una selección de productos asturianos como galletas artesanas, miel
y arándanos acompañados por un vaso de plástico telescópico además de la
camiseta conmemorativa del evento. Ahora tocaba lo duro de éstos casos, la
vuelta a casa. Tras una parada en la Magdalena a comer algo con mi tío, me
despido de él en León y continúo camino que aún me esperan unos cuantos
quilómetros hasta Fuentes de Béjar y además esta vez en solitario. Y lo peor,
dándole vueltas a la cabeza de todo lo sucedido en el día.
Pero bueno, esa misma
noche me esperaba una buena cena en compañía de la gente del pueblo para seguir
celebrando las fiestas. Y como no podía faltar a la cita, al día siguiente
tenía que correr la Subida a Tonda, una pequeña carrera de media montaña
de 8,5 km y casi 500 mts de desnivel acumulado que, en su quinta edición ya se
ha convertido en todo un clásico de las fiestas de Fuentes de Béjar y animo a
todos los que viven cerca se acerquen en años venideros a disfrutar del pueblo
y del maravilloso paraje que alberga la carrera. Si en Nembra me zampé (buenos,
nos la comimos entre todos en la citada cena) una buena paleta de cerdo
blanco, aquí nos íbamos a merendar una buena de ibérico (el entrenamiento de
26 km y 2.300 mts acumulados del día anterior me habían dejado aún algo de
fuerza para poder luchar por dicho manjar).
Por último, como siempre,
felicitar a toda la organización del evento (Club Avientu Centeno),
colaboradores, espónsores, y sobre todo a los voluntarios que hacen posible
esta carrera tan especial. Felicitar y agradecer también a Javi Pascual por la
extraordinaria carrera que hizo y el gran puesto conseguido (4º de la general)
y por haberme inspirado y haberme dado ese último empujón que me hacía falta
para relatar mi vivencia.
Este ha sido el final de esta temporada si es
que se puede llamar así puesto que ya en estos momentos, si se quiere, hay
carreras durante todo el año. Y como siempre que se cierra una etapa comienza
otra y ahora toca planificar nuevos e ilusionantes retos pero de lo que estoy
seguro es que seguiré corriendo por las montañas. Vienen un par de semanas de
descanso físico y mental en la playa pensando en la próxima cita del
calendario, la Transvaldeonica, otra prueba que seguramente por el paraje por
el que discurre me va a encantar, aunque la forma física en la que llegue no
vaya a ser la mejor y me va a tocar sufrir. Pero volveré a disfrutar de lo que
me gusta, eso lo tengo claro.
Como reflexión final
decir que, cabeza y corazón pueden y deben ir de la mano en el deporte. Cabeza
sola casi seguro que no, al menos así lo creo. Corazón solo podría llegar a
funcionar aunque sería muy complicado. Pienso que la razón puede avisarnos
sobre lo que conviene evitar, si, pero sólo el corazón nos dice lo que es
preciso hacer. Porque lo que hoy siente tu corazón (aunque en el día de hoy yo
no le he hecho caso), mañana lo comprenderá tu cabeza, al final siempre lo
comprende. Además, la cabeza quizás no, pero el corazón te va a durar toda tu
vida así que, hagámosle caso un poco más ¿no creéis?
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