sábado, 12 de julio de 2014

Cuando los sentidos se quedan cortos



CRÓNICA II TRAIL DOBRES Y CUCAYO


A veces es difícil explicar con palabras lo que se siente. A veces las palabras se quedan cortas para describir lo que vivimos. A veces lo que experimentamos sencillamente no se puede ni explicar con palabras. Y otras veces nos faltaría algún sentido más para poder disfrutar en todo su esplendor ciertos momentos, ciertas experiencias y ciertos lugares.Pues bien, ese lugar es Picos de Europa, concretamente el Valle de Liébana, estamos en Dobres y Cucayo.
Al fondo, Cucayo
Seguramente alguna vez os habréis planteado y preguntado a vosotros mismos en alguna carrera, sobre todo si habéis salido a disputarla, que es una autentica pena no haber salido únicamente a disfrutarla. Haberse parado uno en medio de la montaña, tomar aire profundamente, mirar lenta y pausadamente todo lo que nos rodea y disfrutar del placer y esplendor lo que la  naturaleza nos ofrece. Personalmente en esta carrera he vivido uno de esos momentos y me costaría mucho no elegirla como la carrera más bonita y espectacular de cuantas he corrido.

Por todo eso, en la crónica de una carrera, a veces es muy difícil centrarse sólamente en el desarrollo técnico propio de la prueba cuando el escenario donde coloquialmente actuamos te abruma. Tengo que reconocer que me considero un enamorado de Picos de Europa. Es un auténtico lujo y privilegio lo que nos ofrece este macizo montañoso a medio camino entre Asturias, Cantabria y León. No tenemos, ni debemos, ni necesitamos envidiar a ninguna gran cordillera del planeta ya que lo tenemos en casa y es nuestro. Desde que era un renacuajo mi tío Fernando me llevaba a conocer cada rincón de este espectáculo paisajístico que poseemos. Gracias a él, he aprendido a disfrutar y a respetar la montaña y gran parte de la causa de que yo esté ahora corriendo por ellas es suya y por eso siempre le estaré agradecido. Si él está ahora orgulloso de donde he llegado, yo estoy orgulloso de haberle tenido como maestro.

Primer fin de semana de julio (aunque no lo parezca por el tiempo que nos está acompañando hasta ahora). Mientras en una parte asturiana de Picos de Europa, Somiedo, se enfrentaban leoneses y asturianos por el cetro del trail running asturleonés en la Batallona (por cierto, enhorabuena a todos los leoneses, de los cuales me considero parte), en otra parte de este Parque Nacional, yo me disponía a luchar contra los tercios cántabros que se disputaban la 5ª prueba de las Trail Series Cantabria en pleno corazón del Valle de Liébana. 
Cucayo
Salgo con Estrella el viernes por la tarde desde Fuentes de Béjar y,  de nuevo, paso obligado y escala en León, esta vez no solo para la visita obligada a la mami y llenar el depósito de buenas viandas, si no para disfrutar de unas horas de mí ahijada Leizuri que está pasando unos días en tierras leonesas (estas hecha toda una señorita ya cariño). Visita relámpago y a la mañana siguiente nos ponemos rumbo al lugar de los hechos.
Mirador del Corzo (Puerto de San Glorio)
Nada más pasar Riaño y empezar a acercarnos al Puerto de San Glorio, punto de unión entre Cantabria y León, uno se va dando cuenta de todo lo que le espera sensorialmente hablando. El día era espectacular y era obligada la parada en el Mirador del Corzo que nos permite una vista mágica y completa del municipio de Vega de Liébana y de las montañas que lo cierran. Y en el centro geográfico de la comarca Lebaniega, en el punto donde confluyen los cuatro valles de la comarca, se encuentra Potes, con su entramado urbano que conserva buena parte del sabor montañés que fue acumulando a lo largo de los siglos y donde dimos cuenta de una buena comida y un gratificante paseo por sus calles con nuestro amigo Chema.

Potes
Nos dirigimos ya al punto de destino, el vertiginoso valle de Cereceda. En lo más alto del valle, encajonado entre cumbres quedan las apartadas aldeas de Dobres y Cucayo, a las que se accede mediante dos túneles excavados en la roca. El excepcional estado de su patrimonio arquitectónico les ha valido el reconocimiento de Conjunto Histórico Rural por su interés urbanístico, etnográfico y por su conservación del entorno natural y del modo de vida tradicional. Están situados en un enclave privilegiado y el propio pueblo constituye un mirador excepcional de los valles y cumbres que lo rodean.

Por ahora los gurús del tiempo estaban errando en su predicción y lo que debía ser lluvia ya a esas horas, por ahora no eran prácticamente ni nubes y el astro rey no quería dejar de hacer acto de presencia. La tarde acompañaba pues para dar un pequeño paseo, estirar las piernas, disfrutar de todo lo que nos ofrecía el entorno y dejar plasmado todo esto con unas cuantas fotografías. Cargamos pilas con una buena cena en Dobres y a la cama a tratar de descansar todo lo posible.
Al fondo Dobres
A las 6 de la mañana me despierto, no había sonado aún la alarma, pero el cuerpo ya está acostumbrado diariamente a arrancar a esas horas intempestivas. Miro desde la ventana de la habitación, comienza a amanecer y las primeras luces del día sobre la montaña auguran de momento buena climatología. Nos esperaban según la organización, la Comisión de Fiestas y Junta Vecinal de Dobres con Iván Cuesta al mando, 22,3 kilómetros y 3.400 metros de desnivel acumulado. De nuevo, y mientras sea para mejorar , cambio de recorrido respecto al año anterior puesto que la zona del cordal, del pico Pumar hasta Vega de la Canal, discurre por territorio palentino y problemas con los permisos hace que se modifique parcialmente el recorrido. Eso sí, según anuncian “más senderos, menos pista, más vistoso y más espectacular”. Y creo que lo consiguieron con creces, una autentica maravilla de recorrido.

Tras cargar el depósito con un buen desayuno a base de zumo, tostadas y café con leche (nada de nutella, eso es para globeros tipo Merillas o Jornet) nos acercamos dando un paseo desde Dobres (donde nos alojábamos) hasta Cucayo, recogemos los dorsales, tomamos otro café y nos ponemos a calentar un poquito. El bullicio de la gente, el colorido, la música y la animación de los espikers le daban un ambiente fenomenal a la salida.

Salida carrera
Como os decía, la mañana se preveía pasada por agua, y a la postré así sería, pero de momento el tiempo daba una tregua e incluso el sol parecía que quería acompañarnos, al menos en la partida. La salida se daba a las 9:00 a ritmo de Highway to Hell, aunque lo que realmente nos esperaba una especie de paraíso. Una marea amarilla me rodea por todos los lados, son los corredores locales integrantes del club Liébana que en tropel han acudido a la cita. Los gallos que luchan por las Trail Series Cantabria (ahí estaban los cinco primeros clasificados) cogen posiciones en primera línea y salen rápido por las calles del pueblo.  El corraliego Toñín Suarez sigue su táctica habitual y pone un ritmo frenético de salida yéndose en solitario ya el resto de la carrera y solo siendo superado a falta de pocos kms para la meta por el líder de las Series de este año, Marcos Santiago que se fue o nos fuimos turnando posiciones en el grupeto de 5 corredores perseguidores durante parte del recorrido.


El arranque se prevé duro según el track de la carrera puesto que en tan solo 7,5 km había que salvar prácticamente 1.000 mts de desnivel positivo hasta el acceso al Pico Pumar. Una vez en faena, y tras recorrer las calles del pueblo, el sendero comienza a picar para arriba bruscamente y se observa ya un reguero multicolor en fila de a uno de corredores. El ascenso se hace a ritmo constante por senderos bien definidos utilizados antiguamente, según dicen, por carros tirados por vacas, ahora en desuso y posteriormente por caminos vecinales. Parece que el tiempo comenzaba a cambiar y se escapaban algunas gotas de agua. Pero antes de que comenzase a llover de manera más intensa nos quería hacer una visita el arcoíris para terminar de rematar la espectacularidad del paisaje. Hasta los cencerros de las Tudancas cuando pasabas a su lado y se apartaban parecían hacerte coro. Madre mía como iba disfrutando!!! no podía dejar de mirar hacia los lados y alguna que otra vez hacia atrás para observar el paisaje que nos rodeaba por todos los costados.


El último tramo de esta primera ascensión era una trocha por un prado limítrofe con la provincia palentina con bastante pendiente hasta la cima, donde corono en solitario con unos pocos metros sobre el grupo y comienzo el descenso a campo abierto hasta el km 9,5 donde repongo líquidos en el segundo avituallamiento. A partir de aquí, la carrera me deparaba (al menos para mí que no conocía el recorrido) una sorpresa. Lo que parecía según el track una zona rápida para recuperar y correr no iba a ser así y esperaban unos 6 km por terrenos complicados con continuos rompe piernas que discurrían entre constantes subidas y bajadas por senderos profundos, estrechos, pedregosos,  embarrados y técnicos que no permitían descanso ni recuperación ni física ni mental. Eso sí, todo aderezado con el disfrute de impresionantes vistas del Valle de Liébana, el Monte Cubino, los puertos de Pineda y Riofrío y cercanías de Fuentes Carrionas y la Fuente El Cobre, ambos en territorio del norte palentino. El agua, el frío y el cansancio comienzan a hacer un poco de mella en las piernas.

Llega el km 12 aproximadamente y, justo antes de que comience la traca final de la carrera, nos agrupamos los cinco que vamos tras Toñín. Comienza lo que realmente se denomina carrera por montaña ya que nos esperan dos muros que prácticamente te obligaban a trepar y subir a gatas en algunos tramos. Un primer muro donde se salvan 200 metros de desnivel en apenas medio km, no sin antes habernos refrescado las piernas, por si no teníamos ya bastante agua ya, cruzando un río al más puro estilo Alto Sil, y donde recuerdo las palabras de Lolo Díez en dicha carrera “no os preocupéis por no mojaros ya que os vais a mojar sí o sí” y directamente, cruzo por el medio del cauce. La lluvia y la niebla ya habían hecho acto de presencia y el ascenso se ponía complicado por la inclinación y desnivel del terreno teniendo que subir haciendo zetas puesto que había tramos donde era imposible no resbalar. Durante el ascenso empiezo a perder poco a poco terreno sobre el grupo, no voy mal pero las piernas no dan más de sí, quizás el frío y la lluvia me están pasando algo de factura. De nuevo descenso por campo a través, rápido y exigente, y último avituallamiento para reponer líquidos.



Nos quedaba el segundo muro del día y última subida al Pico Casanzo (nuevo tramo incluido esta edición) entre pura roca, una delicia para el auténtico corredor por montaña, con tramos incluso de escalar entre las peñas. Me iba asemejando esta subida a algún tramo de la Biosfera Trail en Ciñera, sobre todo al tramo final de Peña Picha. En el último de los riscos, al cual uno llegaba con las fuerzas justitas, es de agradecer la presencia estratégica de un lugareño que te daba la mano y te ayudaba a literalmente escalar una enorme roca que había que sortear y que con la lluvia se había vuelto muy resbaladiza. El descenso del Pico Casanzo, una delicia para los sentidos, por senderos entre helechos y hayas y con unas vistas de fondo que quitaban el hipo. Eso sí, la lluvia que ya había hecho acto de presencia hacía el descenso complicado y me lo tomé, como es habitual en mí puesto que no es mi fuerte, con tranquilidad. Me iba repitiendo a mi mismo sin parar “aquí tengo que volver yo pero para hacer el recorrido con tranquilidad y disfrutando al máximo de todo lo que me ofrece”.

Nos quedaba ya únicamente el tramo final que lo constituía un camino con buen firme, completamente rodeado de arboles, que conducía hasta la meta en el pueblo de Cucayo con muy buenas panorámicas del Valle de Liébana sin mayores dificultades que el cansancio acumulado ya a estas alturas de carrera. En la meta, donde la lluvia había dado un pequeño respiro, un pueblo volcado arropando y aplaudiendo a los corredores.



El ascenso a 3 cumbres, zonas rápidas, zonas técnicas, zonas embarradas, sol, lluvia, bosques centenarios, cruce de ríos, parajes espectaculares,… Pues bien, lo que hace realmente espectacular a esta prueba quizás sea aquello que no se puede llegar a medir, lo que solo se puede valorar estando allí y viviéndolo en primera persona, esos aspectos intangibles que sólo poniendo todos los sentidos en pleno funcionamiento se pueden vivir al máximo, una experiencia única.

La organización sencillamente perfecta, un paraje de fábula, logística y marcaje del recorrido extraordinario (el miedo a la niebla hizo que se extremaran al máximo las precauciones sobre todo en los tramos que se trochaba y no había senderos ni caminos), avituallamientos correctos (el de meta extraordinario con incluso pastas y dulces típicos hechos por los vecinos del pueblo) y la colaboración de todos los habitantes del pueblo, voluntarios, La Posada de Cucayo, Protección Civil y el GREIM. Lástima que durante la entrega de premios la intensa lluvia deslució un poco el evento, pero había merecido la pena.  


Con todo ello, más que con el resultado final, del cual estoy contento por haber estado dando guerra hasta casi el final con los cabeza de carrera, me quedo con la experiencia y el regalo a los sentidos del lugar, los paisajes y las maravillas orográficas por donde discurre la carrera. Otra cita que queda marcada en la agenda para próximas ediciones, pero sobre todo queda marcada en la retina y en el recuerdo, que para eso tenemos los sentidos, aunque a veces se queden cortos…

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