CRÓNICA II TRAIL DOBRES Y CUCAYO
A veces es difícil explicar con palabras lo que se
siente. A veces las palabras se quedan cortas para describir lo que vivimos. A
veces lo que experimentamos sencillamente no se puede ni explicar con palabras.
Y otras veces nos faltaría algún sentido más para poder disfrutar en todo su
esplendor ciertos momentos, ciertas experiencias y ciertos lugares.Pues bien,
ese lugar es Picos de Europa, concretamente el Valle de
Liébana, estamos en Dobres y Cucayo.
Al fondo, Cucayo |
Seguramente alguna vez os habréis planteado y preguntado a vosotros mismos en
alguna carrera, sobre todo si habéis salido a disputarla, que es una autentica
pena no haber salido únicamente a
disfrutarla. Haberse parado uno en medio de la montaña, tomar aire
profundamente, mirar lenta y pausadamente todo lo que nos rodea y disfrutar del
placer y esplendor lo que la naturaleza
nos ofrece. Personalmente en esta carrera he vivido uno de esos momentos y me
costaría mucho no elegirla como la carrera más bonita y espectacular de cuantas
he corrido.
Por todo eso, en la crónica de una carrera, a veces es muy difícil
centrarse sólamente en el desarrollo técnico propio de la prueba cuando el escenario
donde coloquialmente actuamos te
abruma. Tengo que reconocer que me considero un enamorado de Picos de Europa.
Es un auténtico lujo y privilegio lo que nos ofrece este macizo montañoso a
medio camino entre Asturias, Cantabria y León. No tenemos, ni debemos, ni necesitamos
envidiar a ninguna gran cordillera del planeta ya que lo tenemos en casa y es nuestro. Desde que era un renacuajo
mi tío Fernando me llevaba a conocer cada rincón de este espectáculo paisajístico
que poseemos. Gracias a él, he aprendido a disfrutar y a respetar la montaña y
gran parte de la causa de que yo esté ahora corriendo por ellas es suya y por
eso siempre le estaré agradecido. Si él está ahora orgulloso de donde he
llegado, yo estoy orgulloso de haberle tenido como maestro.
Primer fin de semana de julio (aunque no lo parezca por el tiempo que nos
está acompañando hasta ahora). Mientras en una parte asturiana de Picos de
Europa, Somiedo, se enfrentaban leoneses y asturianos por el cetro del trail
running asturleonés en la Batallona (por
cierto, enhorabuena a todos los leoneses, de los cuales me considero parte), en
otra parte de este Parque Nacional, yo me disponía a luchar contra los tercios cántabros que se disputaban la
5ª prueba de las Trail Series Cantabria
en pleno corazón del Valle de Liébana.
Salgo con Estrella el viernes por la tarde desde Fuentes de Béjar y, de nuevo, paso obligado y escala en León,
esta vez no solo para la visita obligada a la mami y llenar el depósito de
buenas viandas, si no para disfrutar de unas horas de mí ahijada Leizuri que
está pasando unos días en tierras leonesas (estas hecha toda una señorita ya
cariño). Visita relámpago y a la mañana siguiente nos ponemos rumbo al lugar de
los hechos.
Nada más pasar Riaño y empezar a acercarnos al Puerto de San Glorio, punto
de unión entre Cantabria y León, uno se va dando cuenta de todo lo que le espera
sensorialmente hablando. El día era espectacular y era obligada la parada en el
Mirador del Corzo que nos permite una vista mágica y completa del municipio de
Vega de Liébana y de las montañas que lo cierran. Y en el centro geográfico de
la comarca Lebaniega, en el punto donde confluyen los cuatro valles de la
comarca, se encuentra Potes, con su entramado urbano que conserva buena parte
del sabor montañés que fue acumulando a lo largo de los siglos y donde dimos
cuenta de una buena comida y un gratificante paseo por sus calles con nuestro
amigo Chema.
Potes |
Nos dirigimos ya al punto de destino, el vertiginoso valle de Cereceda. En
lo más alto del valle, encajonado entre cumbres quedan las apartadas aldeas de Dobres y Cucayo, a las que se accede mediante dos túneles excavados en la
roca. El excepcional estado de su patrimonio arquitectónico les ha valido el
reconocimiento de Conjunto Histórico
Rural por su interés urbanístico, etnográfico y por su conservación del
entorno natural y del modo de vida tradicional. Están situados en un enclave
privilegiado y el propio pueblo constituye un mirador excepcional de los valles
y cumbres que lo rodean.
Por ahora los gurús del tiempo estaban errando en su predicción y lo que debía
ser lluvia ya a esas horas, por ahora no eran prácticamente ni nubes y el astro
rey no quería dejar de hacer acto de presencia. La tarde acompañaba pues para
dar un pequeño paseo, estirar las piernas, disfrutar de todo lo que nos ofrecía
el entorno y dejar plasmado todo esto con unas cuantas fotografías. Cargamos
pilas con una buena cena en Dobres y a la cama a tratar de descansar todo lo
posible.
A las 6 de la mañana me despierto, no había sonado aún la alarma, pero el
cuerpo ya está acostumbrado diariamente a arrancar
a esas horas intempestivas. Miro desde la ventana de la habitación, comienza a
amanecer y las primeras luces del día sobre la montaña auguran de momento buena
climatología. Nos esperaban según la organización, la Comisión de Fiestas y
Junta Vecinal de Dobres con Iván Cuesta al
mando, 22,3 kilómetros y 3.400 metros de desnivel acumulado. De nuevo, y mientras sea para mejorar , cambio de recorrido respecto
al año anterior puesto que la zona del cordal, del pico Pumar hasta Vega de la
Canal, discurre por territorio palentino y problemas con los permisos hace que
se modifique parcialmente el recorrido. Eso sí, según anuncian “más senderos, menos pista, más vistoso y más
espectacular”. Y creo que lo consiguieron con creces, una autentica
maravilla de recorrido.
Tras cargar el depósito con un buen desayuno a base de zumo, tostadas y
café con leche (nada de nutella, eso es para globeros tipo Merillas o Jornet) nos acercamos dando un paseo
desde Dobres (donde nos alojábamos) hasta Cucayo, recogemos los dorsales,
tomamos otro café y nos ponemos a calentar un poquito. El bullicio de la gente,
el colorido, la música y la animación de los espikers le daban un ambiente fenomenal a la salida.
Salida carrera |
Como os decía, la mañana se preveía pasada por agua, y a la postré así
sería, pero de momento el tiempo daba una tregua e incluso el sol parecía que
quería acompañarnos, al menos en la partida. La salida se daba a las 9:00 a ritmo
de Highway to Hell, aunque lo que
realmente nos esperaba una especie de
paraíso. Una marea amarilla me rodea
por todos los lados, son los corredores
locales integrantes del club Liébana que en tropel han acudido a la cita. Los
gallos que luchan por las Trail Series Cantabria (ahí estaban los
cinco primeros clasificados) cogen posiciones en primera línea y salen rápido
por las calles del pueblo. El corraliego
Toñín Suarez sigue su táctica habitual y pone un ritmo frenético de salida
yéndose en solitario ya el resto de la carrera y solo siendo superado a falta
de pocos kms para la meta por el líder de las Series de este año, Marcos Santiago que se fue o nos fuimos
turnando posiciones en el grupeto de 5 corredores perseguidores durante parte
del recorrido.
El arranque se prevé duro según el
track de la carrera puesto que en tan solo 7,5 km había que salvar
prácticamente 1.000 mts de desnivel positivo hasta el acceso al Pico Pumar. Una vez en faena, y tras recorrer las calles del pueblo, el sendero comienza
a picar para arriba bruscamente y se observa ya un reguero multicolor en fila
de a uno de corredores. El ascenso se hace a ritmo constante por senderos bien
definidos utilizados antiguamente, según dicen, por carros tirados por vacas,
ahora en desuso y posteriormente por caminos vecinales. Parece que el tiempo
comenzaba a cambiar y se escapaban algunas gotas de agua. Pero antes de que
comenzase a llover de manera más intensa nos quería hacer una visita el arcoíris para terminar de rematar la
espectacularidad del paisaje. Hasta los cencerros de las Tudancas cuando pasabas
a su lado y se apartaban parecían hacerte coro. Madre mía como iba disfrutando!!!
no podía dejar de mirar hacia los lados y alguna que otra vez hacia atrás para
observar el paisaje que nos rodeaba por todos los costados.
El último tramo de esta primera ascensión era una trocha por un prado limítrofe
con la provincia palentina con bastante pendiente hasta la cima, donde corono en
solitario con unos pocos metros sobre el grupo y comienzo el descenso a campo
abierto hasta el km 9,5 donde repongo líquidos en el segundo avituallamiento. A
partir de aquí, la carrera me deparaba (al menos para mí que no conocía el
recorrido) una sorpresa. Lo que parecía según el track una zona rápida para recuperar y correr no iba a ser así y
esperaban unos 6 km por terrenos complicados
con continuos rompe piernas que
discurrían entre constantes subidas y bajadas por senderos profundos, estrechos,
pedregosos, embarrados y técnicos que no
permitían descanso ni recuperación ni física ni mental. Eso sí, todo aderezado con el disfrute de
impresionantes vistas del Valle de Liébana, el Monte Cubino, los puertos de
Pineda y Riofrío y cercanías de Fuentes Carrionas y la Fuente El Cobre, ambos
en territorio del norte palentino. El agua, el frío y el cansancio comienzan a
hacer un poco de mella en las piernas.
Llega el km 12 aproximadamente y, justo antes de que comience la traca final de la carrera, nos agrupamos
los cinco que vamos tras Toñín. Comienza lo que realmente se denomina carrera por montaña ya que nos esperan dos
muros que prácticamente te obligaban a trepar y subir a gatas en algunos
tramos. Un primer muro donde se salvan 200 metros de desnivel en apenas medio km,
no sin antes habernos refrescado las
piernas, por si no teníamos ya bastante agua ya, cruzando un río al más puro
estilo Alto Sil, y donde recuerdo las
palabras de Lolo Díez en dicha carrera “no
os preocupéis por no mojaros ya que os vais a mojar sí o sí” y directamente,
cruzo por el medio del cauce. La lluvia y la niebla ya habían hecho acto de presencia
y el ascenso se ponía complicado por la inclinación y desnivel del terreno teniendo
que subir haciendo zetas puesto que
había tramos donde era imposible no resbalar. Durante el ascenso empiezo a
perder poco a poco terreno sobre el grupo, no voy mal pero las piernas no dan
más de sí, quizás el frío y la lluvia me están pasando algo de factura. De
nuevo descenso por campo a través, rápido y exigente, y último avituallamiento
para reponer líquidos.
Nos quedaba el segundo muro del día y última subida al Pico Casanzo (nuevo
tramo incluido esta edición) entre pura roca, una delicia para el auténtico
corredor por montaña, con tramos incluso de escalar entre las peñas. Me iba asemejando
esta subida a algún tramo de la Biosfera
Trail en Ciñera, sobre todo al tramo final de Peña Picha. En el último de
los riscos, al cual uno llegaba con las fuerzas justitas, es de agradecer la
presencia estratégica de un lugareño que te daba la mano y te ayudaba a
literalmente escalar una enorme roca que había que sortear y que con la lluvia se
había vuelto muy resbaladiza. El descenso del Pico Casanzo, una delicia para
los sentidos, por senderos entre helechos y hayas y con unas vistas de fondo
que quitaban el hipo. Eso sí, la
lluvia que ya había hecho acto de presencia hacía el descenso complicado y me
lo tomé, como es habitual en mí puesto que no es mi fuerte, con tranquilidad. Me
iba repitiendo a mi mismo sin parar “aquí
tengo que volver yo pero para hacer el recorrido con tranquilidad y disfrutando
al máximo de todo lo que me ofrece”.
Nos quedaba ya únicamente el tramo final que lo constituía un camino con
buen firme, completamente rodeado de arboles, que conducía hasta la meta en el
pueblo de Cucayo con muy buenas panorámicas del Valle de Liébana sin mayores
dificultades que el cansancio acumulado ya a estas alturas de carrera. En la
meta, donde la lluvia había dado un pequeño respiro, un pueblo volcado
arropando y aplaudiendo a los corredores.
El ascenso a 3 cumbres, zonas rápidas, zonas técnicas, zonas embarradas,
sol, lluvia, bosques centenarios, cruce de ríos, parajes espectaculares,… Pues
bien, lo que hace realmente espectacular a esta prueba quizás sea aquello que
no se puede llegar a medir, lo que solo se puede valorar estando allí y
viviéndolo en primera persona, esos aspectos intangibles que sólo poniendo
todos los sentidos en pleno funcionamiento se pueden vivir al máximo, una experiencia
única.
La organización sencillamente perfecta, un paraje de fábula, logística y marcaje
del recorrido extraordinario (el miedo a la niebla hizo que se extremaran al
máximo las precauciones sobre todo en los tramos que se trochaba y no había
senderos ni caminos), avituallamientos correctos (el de meta extraordinario con
incluso pastas y dulces típicos hechos por los vecinos del pueblo) y la
colaboración de todos los habitantes del pueblo, voluntarios, La Posada de
Cucayo, Protección Civil y el GREIM. Lástima que durante la entrega de premios
la intensa lluvia deslució un poco el evento, pero había merecido la pena.
Con todo ello, más que con el resultado final, del cual estoy contento por
haber estado dando guerra hasta casi
el final con los cabeza de carrera, me quedo con la experiencia y el regalo a
los sentidos del lugar, los paisajes y las maravillas orográficas por donde discurre
la carrera. Otra cita que queda marcada en la agenda para próximas ediciones,
pero sobre todo queda marcada en la retina y en el recuerdo, que para eso
tenemos los sentidos, aunque a veces se queden cortos…
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