CRÓNICA IV TRANSCANDAMIA 2015
Dice
la expresión popular que “como en casa en ningún sitio”. Y es que podrías
levantarte de la cama en pijama, con el batín y las pantuflas, para asistir a esta
carrera con la taza de café y la tostada en la mano a la vez que un grupo
enorme de personas te arropa y te anima para darte la fuerza necesaria y
llevarte en volandas.
La Candamia es un lugar peculiar en León. En ella
te puedes encontrar, a la par que todo tipo de deportistas y amantes de la
naturaleza, afables jubilados que además de pasear hacen sus pinitos agrícolas
en los huertos ecológicos, así como clandestinos jovenzuelos, y a veces no
tanto, buscando un emotivo encuentro en éste rincón del amor por antonomasia.
Cuando hace más de cuatro lustros literalmente me
tiraba y precipitaba sin verle el miedo ninguno por esos senderos y cortafuegos
de Los Pinos con mi vieja y ya jubilada Razesa, nunca podría haberme imaginado
que algún día volvería a disfrutar de esas añoradas sendas pero esta vez sin ir
subido a los lomos de una BTT. Y es que la vida da muchas vueltas, los cambios
son oportunidades y desde que deje la ciudad dónde me crié, me formé, conocí la
naturaleza y cambié mi lugar de residencia a Fuentes de Béjar, conocí y me
enamore de éste tipo de deporte llamado carreras por montaña.
Como primera prueba de la temporada o pretemporada,
ya que uno no sabe ya ni dónde está a estas alturas, la Transcandamia es una
prueba, cómo siempre se dice, difícil de catalogar, a medio camino entre una
carrera de montaña y un cross alpino, pero que realmente tiene su encanto y
atractivo y más aún estando en las postrimerías de una ciudad como León, mi ciudad.
Hoy me apetece, y tomando una buena idea de un gran
colega que conocí este verano llamado Carlos Mantero, escribir mi
crónica de ésta Transcandamia 2015 en sentido inverso.
Post
carrera
Caliente, reconstituyente y merecida ducha la que me estoy pegando
mientras voy repasando mentalmente lo acaecido esta mañana. Mientras reviso que
cada parte del cuerpo sigue en su sitio y cae un buen chorro de agua caliente
sobre mi maltrecho cuello no dejo de pensar en todo lo que he disfrutado esta
gélida mañana de enero en León.
Antes de irme para casa me he despedido de mis
compañeros de club Salamanca Raids & Trails Runners que, en tropel, hemos
venido a disfrutar de éste paraje por tierras cazurras. Tengo que felicitar
especialmente a mi colega, compañero y amigo, Álvaro García, por su más que
meritorio 2º puesto en la general, ¡que grande! otro año más que vamos a disfrutar
de sus logros tanto a nivel de club como a nivel de selección de Castilla y
León. Y qué grata y tendida ha sido la charla con Javi Pascual tras haber repuesto
fuerzas y habernos cambiado de ropa. Este chaval se deja querer, le conozco
poco pero, para mí, un amigo más.
Recuerdo estar tomándome mi primer reconfortante caldito
tras haber cruzado la línea de meta y haberle dado un abrazo al gran Gobitu
que allí estaba para felicitarnos a todos y cada uno de los valientes que vamos
terminando y llegar ante mí, como una aparición divina, los dos grandes Rubenes,
el Bisonte de Carbayedo y el Demonión de Nembra. Si digo la verdad, porque les
conozco, si no, es para echar a correr de nuevo y alejarse lo más rápido
posible del miedo que pueden llegar a dar esas dos moles de tío, sudorosos, con
la cara medio desencajada y aún con la inercia de la carrera. Pero como son tan
buena gente, sólo te dan ganas de pegarles un abrazo y darles la enhorabuena.
Como siempre, un placer señores.
Anteriormente ha llegado Pascu, me abrazo
con él, no hace mucho que he cruzado la linea de meta, estoy bebiendo algo de agua y degustando
alguna vianda que ha puesto la organización en la meta. Le miro a la cara y sé
que hoy ha disfrutado más que el último día en la Peña del Tren. Sus palabras
me lo confirman, las sensaciones han sido buenas y me alegro por él. Si sigue
con esa ilusión y empeño, llegará lejos.
Último
esfuerzo y colofón de meta
Corono las antenas, tramo de senda entre pinos que
jamás he sabido exactamente por dónde se traza en los entrenamientos que a
veces he realizado por el trayecto y me lanzo hacia el último tramo del
recorrido. Es un tramo rápido, vasto, despejado de arboleda, pero que tiene su
encanto en ciertos puntos. Justo antes de la bajada del mirador, en el tramo de
pista que enlaza, está mi tío Nando y mi mujer Estrella. Si digo la verdad ya
les iba echando de menos. Habían quedado de ir con Jon, el marido de Oihana, a
ver la carrera en varios tramos y, mientras a éste ya le había visto dos veces,
estos no había dado señales de vida. De todos modos, sea cuando sea, siempre es
muy reconfortante recibir los ánimos de tu familia. Estrella corre unos cientos
de metros a mi lado, me pregunta qué tal voy y me da el último empujón
para llegar a la meta. Ella jamás imaginará lo que puedo llegar a sentir cuando
la veo y comienzo a oír sus gritos a lo lejos mientras estoy en pleno esfuerzo.
Pero bueno, después de emocionarme un poco, bajada del mirador, mejor de lo que me esperaba en cuanto a barro en comparación a la chocolatada del año anterior. Tramo de pista hasta coronar en la urbanización no sin antes saludar a Manuel Caballero que, aunque esta renqueante de una lesión, no ha querido perderse el espectáculo de esta fría mañana. Le saludo, cruzamos unas palabras, me anima y me lanzo de nuevo hacia abajo para afrontar en último cortafuegos.
Estrella dándome ánimos |
Pero bueno, después de emocionarme un poco, bajada del mirador, mejor de lo que me esperaba en cuanto a barro en comparación a la chocolatada del año anterior. Tramo de pista hasta coronar en la urbanización no sin antes saludar a Manuel Caballero que, aunque esta renqueante de una lesión, no ha querido perderse el espectáculo de esta fría mañana. Le saludo, cruzamos unas palabras, me anima y me lanzo de nuevo hacia abajo para afrontar en último cortafuegos.
La multitud ya empieza a agolparse en este tramo. El descenso es corto pero el desnivel es muy acusado, con muchos surcos de la
correntera del agua, raíces sobresalientes y trozos helados. Los ánimos van en
aumento, nadie quiere perderse uno de los tramos más espectaculares. Sin
contratiempos, que ya es un logro a la vista de algunas fotos que circulan por
la red, dejo atrás el cortafuegos. Ya no queda nada, se escucha ya la megafonía,
los cencerros, la algarabía de la gente, preludio de lo que aún está aún por
acontecer, del último gran tramo de la carrera, de la anibalada, santo y
seña de esta magnífica carrera que se va afianzando con los años, nuestro
“pequeño Zegama leonés”. Impresiona ver el desnivel de la cuesta según te vas
acercando, pero más impresiona ver a la gente jalear y llevarte en volandas en
éste último tramo.
Las fuerzas escasean y el tramo es duro, pero el apoyo incondicional de la gente realmente emociona, digno de ver y de vivir, hay que estar ahí dentro y sentirlo, no se puede explicar con palabras. Leía el otro día una entrevista a Ainhoa Txurruka, directora de Zegama, donde decía que había visto llorar a muchos corredores y también a muchos aficionados del público en Sancti Spiritu por lo especial que es ese tramo. Si multiplicas lo que se siente aquí y lo extrapolas no tengo ninguna duda de que así sea.
Anibalada |
Las fuerzas escasean y el tramo es duro, pero el apoyo incondicional de la gente realmente emociona, digno de ver y de vivir, hay que estar ahí dentro y sentirlo, no se puede explicar con palabras. Leía el otro día una entrevista a Ainhoa Txurruka, directora de Zegama, donde decía que había visto llorar a muchos corredores y también a muchos aficionados del público en Sancti Spiritu por lo especial que es ese tramo. Si multiplicas lo que se siente aquí y lo extrapolas no tengo ninguna duda de que así sea.
Último esfuerzo, últimas
zancadas, merecidos aplausos devueltos al público y meta. David dice mi nombre,
he llegado, ha sido todo muy bonito y especial. Mi 4º puesto de la general me
sabe a victoria, a estas alturas de la vida el haber disfrutado de este momento
es el mayor aliciente.
Cuesta
de los perros y llegada a las antenas
He terminado de bajar la cresta. Tramo de pista
hasta que diviso el puente de madera que da acceso al parque de la Candamia. Sé
que ahora viene el último tramo duro en cuanto a desnivel sin contar el de
llegada a meta. Otra vez un montón de gente animando en la parte baja. Es un
placer y un orgullo que la gente se implique tanto. Manos a las rodillas y todo
p´arriba. Voy bien de fuerzas, no sobrado, pero bien. Los gritos de la voz rota
e inconfundible de Moja comienzan a escucharse, ¡esta en todos los sitios este
muchacho! Ya está, otra tachuela superada. Merecido “descanso” llaneando por la
meseta de La Candamia hasta llegar al 2º avituallamiento. Saludo de nuevo a Jon
que espera al paso Oihana, me anima, que gran tipo. Bebo agua y prosigo la
marcha en ascensión hacia el depósito.
Estoy ya en el tramo dónde el año anterior hubo el problemilla del marcaje. Este año todo sale a la perfección, no hay sabotaje que valga y la subida hasta las antenas, aunque no lo parezca, hace pupa. Control de paso y último esfuerzo para coronar. Estoy en el punto más alto de la carrera.
Estoy ya en el tramo dónde el año anterior hubo el problemilla del marcaje. Este año todo sale a la perfección, no hay sabotaje que valga y la subida hasta las antenas, aunque no lo parezca, hace pupa. Control de paso y último esfuerzo para coronar. Estoy en el punto más alto de la carrera.
Patinaje
en la fuente y cresteo de las médulas
Salimos ya de la zona de los pinos. Estamos por enésima vez en la parte baja, en la pista que da acceso al parque. Pero otra vez,
tras unos pocos metros, nuevo giro a la izquierda, tramo de escaleras de piedra, un
auténtico cristal pulido. Gracias a que hay un barandilla de madera para
agarrarme si no, creo que hubiera dado con los huesos en el suelo. Otro buen
repechito y me dirijo a otro de los tramos emblemáticos de la carrera, el
fabuloso cresteo. Ya veo el dron sobrevolando la zona grabando las imágenes tan
espectaculares que el año pasado nos brindó. Las vistas de León desde aquí, con
la Pulchra Leonina sobresaliendo, son para quitar el hipo, aunque la
tecnicidad de la bajada hace que no necesites otro condimento para que
se te quite este de repente. Intento trazar el descenso por los laterales que
parece la zona más segura y menos helada.
La
sorpresa
De nuevo inmerso entre los pinos, de nuevo algún
tobogán más, de nuevo llegada a la parte baja del trayecto para tomar la pista
que va al parque de la Candamia durante unos cientos de metros ¡esto es un no
parar! Antes de darme cuenta, giro a la izquierda por la pista que sube a los
chalets. Subida tendida durante unos segundos, nos desviamos en una curva de
nuevo hacia la candamia y me encuentro con otra de las sorpresas de esta
edición, nuevo tramo de subida hasta un nuevo mirador. Tramo corto pero bonito,
en mi modo de entender acertado, le da más desnivel y dureza al circuito y le
quita algunos metros de pista.
En este momento miro atrás. Ya no tengo a la vista
a Diego aunque aquí, con tantos recovecos, aunque no le vea las distancias son
mínimas. El descenso de este nuevo tramo, pues como todos en la Transcandamia,
mucho desnivel, sendero estrechito, ramas,… en fin, que con cuidado.
Cuesta
de las culadas y subida al 2º mirador
Ya en solitario encaro un nuevo tramo entre los
pinos con cuestas bastante pronunciadas y bajadas con mucha pendiente. Son constantes
toboganes en los que cualquier duda o despiste puede hacer que des con las cachas
en tierra o peor aún, darte de bruces.
Tras sortear unas
cuentas raíces en uno de los múltiples terraplenes, el terreno da unos metros
de respiro en forma de sendero llanito y me sitúo en las faldas de la
subida al 2º mirador. La parte de abajo se sube medianamente bien, al tran tran,
con pasos cortitos. La parte final, con la gente animando en lo alto, hay que
echar manos al suelo y subir prácticamente a cuatro patas. Aún recuerdo el año
pasado subiéndolo con Mediavilla, la parte alta con el barro la dificultad que
entrañaba, ¡más que avanzar retrocedías! Pero bueno, este año ha sido más asequible,
ya estamos arriba.
Cuesta de las culadas |
Avituallamiento
y llegada al mirador
Unos cientos de metros llaneando por un senderito
paralelo a la pista y primera parada y posta. Cojo un botellín, de agua
claro, aunque ahora hay estudios que dicen que la cerveza tiene un contenido en
potasio, fósforo, magnesio y calcio bastante más elevado que el de las bebidas
deportivas y que su alto contenido en vitaminas del grupo B es muy beneficioso
para las altas demandas que los deportistas tienen de estas vitaminas. Si lo
dicen los expertos…
Total, que unos traguitos de agua y a subir detrás
de Diego hasta el mirador. La gente nos anima en la parte de arriba, una
maravilla. Tras llegar a lo alto, toca otro tramo de carrera muy bonito entre árboles en
continuas subida y bajadas, serpenteando continuamente como por una especie de
ratonera con giros bruscos hasta llegar otra vez a la parte baja del recorrido.
De nuevo el trayecto pica para arriba. Aquí me
pongo a la par de Diego y, casi sin querer, puesto que tampoco aprieto mucho el
ritmo, creo que comienza a descolgarse un poco. Y digo que creo, ya que no sé
exactamente dónde fue el lugar exacto. En un momento que me giré para decirle
algo vi que ya no iba detrás.
Volando
por el aeródromo y sorteando leños
Y así, en tan buena compañía como es Diego, le vamos dando
zapatilla a ritmo vivo por la pista del aeródromo hasta que bajamos a las
faldas del Portillín, no sin antes darme algún susto a modo de resbalón en el
tramo de bajada. En éste momento, y tras saludar a Moja por primera vez, nos
pasa Jorge, al cual ya no volveríamos a ver hasta la meta. A partir de aquí Diego y yo, como que vamos cogiendo
confianza. En los tramos que se puede y no vamos por senderos entre los pinos nos
ponemos a la par, charlamos, vamos comentando la jugada como se suele
decir. Hasta un voluntario nos comenta que muy bien debemos ir para ir tan
dicharacheros. Pero la profesión va por dentro, sufrimos.
Como quién no quiere la cosa estamos ya sorteando
troncos cómo buenamente podemos a modo de gyncana. Senda de los leñadores
dicen que se llama, no sé si por la cantidad de troncos caídos y estratégicamente colocados, o por la leña que supone
para el cuerpo ese tramo de salta, agáchate, sortea... Coronamos leñadores y tomamos otro pequeño tramo de
pista en ascensión donde Diego me advierte que la bajada que viene a
continuación puede estar peligrosa. Hay que tomar precauciones pues. Descenso
correcto y sin incidencias. Estamos ya en la parte baja de los pinos, justo en frente del cementerio.
Comienza
el espectáculo
Pistoletazo de salida, un centenar de metros de
tierra antes de tocar el asfalto rodeado por el vallado y el público ferviente.
La gente sale en auténtica estampida, como alma que lleva el diablo. Estaba
colocado en primera fila a la altura de mis compañeros de club Álvaro y
Joaquín, y a la par que Pablo Villa y Diego Alonso, entre otros, y antes de 50
metros me encuentro en medio de la manada, rodeado de gente y medio
tropezándonos unos con otros. Madre mía, pienso para mi, ¡qué locura de salida!
Cuándo pisamos asfalto fácilmente iré sobre el puesto 25. Poco a poco voy
remontando por las calles de la urbanización. Sonido kilométrico del GPS, casi
que prefiero no mirar, pero claro, miro. 3´09”. La locura no tiene cura…
Salida de la carrera |
Giro a la izquierda al final de los chalets y
pisamos ya tierra firme. Y firme por decir algo, al menos aquí no se resbala
tanto como en el asfalto. Cojo ritmo y empiezo a remontar. Tengo ya a tiro
de piedra a Diego, sé que es buena referencia y me voy manteniendo unos 50
metros de distancia tras él. Tramo de carretera, que parecía más bien una pista
de patinaje, y ya toca bajada por la pista principal de los pinos, ídem de
lienzo en cuanto a resbaladizo. Primera cuesta, ya estamos metidos en el
verengenal. Bien, voy más cómodo, las zapatillas agarran y me pongo a rueda de
Diego. Descenso vertiginoso entre pinos y raices y, en la cuesta que da paso a la pista del aeródromo
soy yo el que marca el ritmo ahora a Diego mientras subimos.
Amanece
en León
Estoy mirando por la ventana, empieza a clarear, el
cielo parece despejado. Saco el brazo y ya me doy cuenta que el frío va a ser
el protagonista. Desayuno contundente y a esperar a que se despierte Estrella
que, aunque tenía previsto correr, una inesperada gripe ésta semana la ha
dejado tocada y hundida. Vaya plaga que tenemos por la zona de Béjar.
Puntual como un reloj suizo mi tío Nando, que no se
quiere perder el espectáculo, nos recoge y nos encaminamos a Las Lomas. El
termómetro marca bajo cero, parece que va a ver qué abrigarse un poquito.
Llegamos y me encuentro con mis compañeros de club que han venido entre la
espesa niebla de la carretera desde Salamanca esa misma mañana. Calentamos un
poquito (o un muchito que la mañana estaba para ello) por el tramo inicial de
asfalto que recorre las calles de la urbanización y que la organización ha
introducido éste año para estirar la carrera y que no se formen los típicos
embudos de otros años al entrar en los senderos.
Ya está, va siendo la hora, hay que colocarse bajo el arco de salida. Los pendones ondean, David da los últimos consejos, un miembro del ayuntamiento de Valdefresno “charla” sobre la historia de los pendones leoneses y con 6 minutos de retraso se da la salida.
Charlando con los compañeros de club. Álvaro, Joaquín y al fondo Juanra. |
Ya está, va siendo la hora, hay que colocarse bajo el arco de salida. Los pendones ondean, David da los últimos consejos, un miembro del ayuntamiento de Valdefresno “charla” sobre la historia de los pendones leoneses y con 6 minutos de retraso se da la salida.
Día
previo
Habíamos quedado para comer y darnos un buen homenaje el sábado en León con
nuestro amigo Miguel Heras junto con su mujer y sus hijas. Pero un contratiempo
de última hora, en forma de proceso febril, le ha dejado en el dique seco. Una
auténtica pena, los días previos hablando con él se le veía ilusionado por
venir. Así qué cambio de planes y tras comer, ya por la tarde, nos citamos con dos compañeros del club, Susana
y Juanra. Entramos en la tienda de Interval Runners para
disfrutar de la charla coloquio previo a la carrera de mañana. Las caras
conocidas son muchas. Saludos, besos, apretones de manos, todos somos una gran
familia. Nos sentamos en la parte posterior y esperamos a que empiece la tertulia
mientras vamos comentando cómo estará el terreno mañana y cuál sería la mejor opción de calzado.
Dos invitados de excepción, Oihana y Salva, dos
auténticos campeones, y una silla en medio de ambos vacía. En principio todo
correcto. La “silla trampa” se va llenado de corredores locales como Diego
Alonso, el alcalde de Valdefresno, el entrenador y coorganizador Roberto García,
un voluntario,… Pero hete aquí que David comienza a relatar una historia que me
resulta familiar, como si la hubiera vivido antes, un Déjà Vu en toda
regla. Y claro, lo había vivido previamente. Resultó que me lleve la más que
grata sorpresa de verme sentado entre dos campeonísimos dando mi punto de vista
sobre la carrera. Un lujo y un placer seguir dando a conocer una carrera como
ésta para un “cazucharro” como ya me considero.
Tras la charla no nos podemos ir para casa a descansar sin antes
tomarnos unos vinitos. No hace falta renunciar a esa costumbre tan española de
cañas y tapas con los amigos, que no se diga que se va a ir ésta gente de León
sin degustar y disfrutar ¡de uno de nuestros más preciados tesoros! Merecido
tapeo y a dormir toca.
Salamanca Raids & Trails Runners - Trailrunner´s Bike Sport |
Por último, o lo primero, que ya no sé cómo va esto del orden inverso, como siempre dar la enhorabuena y las gracias a organización, voluntarios, colaboradores, sanitarios y demás personas que hacen posible la realización de un evento de esta categoría. Nos vemos el año que viene señores.
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