sábado, 26 de julio de 2014

Silencio, se rueda



CRÓNICA VI RESISTENCIA REINO ASTUR


La alfombra roja que nos recibía en la meta de Nembra era, al contrario que en Hollywood que supone el inicio, el final a una fiesta por todo lo alto de una auténtica, maravillosa e inigualable  carrera por montaña en tierras asturianas. Las  verdaderas estrellas de esta película eran todos los valientes y aguerridos  que  habían, no solo cruzado la meta, si no también aquellos que se habían quedado en el camino pero que habían ayudado a su producción. Aquí no había celebrities con etiquetas, ni esmóquines, ni vestidos voluptuosos. Aquí había gladiadores, espartanos,  rebeldes  escoceses  que habían luchado cada uno por su destino.



La promoción y el tráiler de la película ya estaban realizados y visionados a lo largo de las cinco ediciones previas de esta gran producción. El casting estaba hecho y el reparto, con un cupo de 150 guerreros, estaba cubierto. Todos los preparativos habían finalizado, la atmósfera y el decorado eran perfectos y todo el mundo estaba en su sitio. Esperaba un largometraje de 42 km y 6.300 mts de desnivel acumulado por las montañas y valles del Concejo de Aller con el aliciente de ser la 3ª prueba de la Copa de Asturias de Carreras por Montaña. La totalidad de los actores, principales y secundarios, maquillados y maqueados para la ocasión. Todos los extras, expectantes y ansiosos por el comienzo de la sesión, rodeaban el escenario de partida en Nembra. Esta vez es el color rosa el que engalana el tumulto de corredores. “El rosa está de moda” comenta el director. Son los integrantes locales del Grupo de Montaña Reino Astur de Nembra que no quieren perderse ser protagonistas de lujo en su propia casa.
Perfil de la carrera

El día antes del comienzo del rodaje, y mientras estudiaba el guión de la película en una chigre de Asturies, probé su manzana y me enganchó su veneno, como dice Melendi, y unas buenas sidrinas cayeron para ir endulzando e hidratando el engranaje del motor. Había que poner a prueba el dicho asturiano “con fabes y sidrina nun fai falta gasolina”. Los culines de sidrina cayeron pero las fabes como que mejor era dejarlas para el epílogo de la película no fuera a ser que estropeáramos el estreno la noche anterior. El guión de esta película estaba escrito. Solo faltaba rodarla, montarla, añadirle los créditos y visionarla.

Rubén Solís, el “Demonión de Nembra”, el director que supervisa toda la filmación, y en este caso también productor puesto que se encarga de los aspectos organizativos y técnicos, estaba con la claqueta preparada a las 7:45 h del día 19 de julio. No hacía falta director de fotografía, ni director artístico, ni de diseño de producción, ni técnico de efectos especiales. El escenario, los montes y majadas de Aller, y la iluminación eran espléndidos de por sí, maravilloso, natural, una gama de verdes que costaba llegar a contar y discernir. Asturias verde de monte y negra de minerales, como dice la canción, increíble ese colorido en un mes de julio. Asturias es diferente, está claro. El encargado de sonido hacía su trabajo a la perfección amenizando las bambalinas con buena banda sonora  antes del comienzo del rodaje.

Salida con Fran Puiñera

En el reparto, los actores principales de la película y que ya tienen alguna estatuilla que otra en sus vitrinas (aunque todos teníamos nuestra parte de protagonismo, aunque fuera como secundarios) ya estaban en primera línea. El cántabro Fran Piñera, los Asturianus Obaya´s Brothers (Santi y Samuel), el madrileño Eliseo Bodelón, el guaje de Grao Carlos Sánchez (va para fenómeno este chaval),… ¡Vaya plantel!

Se notan los nervios. Todo estaba listo: “¡Silencio!, ¡Cámara!, ¡Acción!”.

Se da por iniciado el rodaje y la primera secuencia se desarrolla por las calles de Nembra, como en cámara lenta, con tranquilidad, demasiada diría yo, como sabiendo todo lo que nos esperaba, había que ponerse cómodos ya que ésta iba a ser una película “de las largas”. En cabeza, saliendo en los planos cortos,  los primeros espadas toman el mando y comenzamos a subir el Picu Moros, primera tachuela del día. Yo me siento cómodo, el ritmo me viene bien, solo he corrido tanta distancia una vez y por esto, y por no conocer el recorrido, no quiero cebarme con nadie, pero la subida la realizo en cola de la grupeta de cabeza. Seríamos unos diez en la avanzadilla. No hace mucho calor, el sol se deja ver entre las nubes de vez en cuando, pero la humedad es enorme. Tengo ya los brazos, la camiseta y el pantalón empapados y acabamos de comenzar. La lucha iba a ser larga y además, dura. Mis temidos calambres empiezan a rondarme por la cabeza con tanta sudoración. A favor, que durante el largo tiempo de filmación había nada menos que ocho coffee breaks, “esta gente es de buen llantar” como dice el Demonión, y se podía reponer líquidos con bastante frecuencia, una autentica maravilla por parte de la organización el esfuerzo y dedicación para tenernos bien suministrados.

La cruz en todo lo alto nos indica que hemos coronado Picu Moros y nos lanzamos ladera abajo por un sendero rápido y en ocasiones técnico. Se empieza a animar la acción y antes de terminar el descenso y cruzar el Rio Aller decido seguir con mi ritmo y me descuelgo del grupo de cabeza justo antes del primer avituallamiento en Huertomuro. Comienza aquí un tramo precioso por un sendero dentro de un bosque de hayas en el cual se encuentra un pequeño repecho (400 mts de longitud donde se suben 150 mts de desnivel) que hay que salvar hasta llegar de nuevo cerca de la salida, a Ruea, km 9 de carrera donde el ambiente era espectacular, la música a todo trapo y los extras presentes aplaudiendo. El director también estaba allí de nuevo para supervisar que todos los actores estábamos bien, nos alienta a beber y comer y nos explicaba cuál era nuestra próxima escena, una ascensión de unos 2 Km por un camino precioso bordeado por árboles hasta la Vega de la Guarda. Mi extra favorito y que se merece uno de los galardones del reparto, mi mujer Estrella, me está esperando para darme ánimos un poco más arriba de la majada.


Continuamos la secuencia con la subida desde la vega hacia el Quendanu cuya cima está en el km 15 de carrera. Me encuentro bien, con fuerzas, voy regulando y veo de lejos ya a uno de los integrantes del plantel de cabeza que se ha ido descolgando. En pocos metros me uno a él y continuamos ascensión juntos y charlando un poquito. Al fondo se comienza a observar lo que se nos viene encima, la escena es grandiosa, es el Picu Pedro García. Un manto espectacular de helechos sobre la ladera de la montaña en el cual han abierto un pequeño sendero los técnicos de peluquería para que podamos ascender (que trabajo más fantástico, hay felicitar a los encargados del desbroce y marcaje de la carrera). La pendiente es brutal, imposible correr y con dificultad incluso para andar en algunos tramos. Se nos une un tercer integrante por detrás y seguimos ascendiendo en fila de a uno hasta que, entre el murmullo del viento, se comienza a oír las notas de una gaita que cortan el aire que ya comenzaba a ser frío en esas altitudes. En la cima, el gaiteiru, otro atrezzo  de lujo para amenizar y decorar el escenario. Claro que sí, ¡dijételo ya, Asturies ye diferente!
Picu Pedro García

Coronamos y comienza una de las partes más espectaculares del recorrido, que majadas, que valles, que praderas, una secuencia panorámica impresionante de ver y vivir, imposible de describir con palabras. Voy disfrutando de la esencia de la montaña, el escenario es abrumador, tanto, que hasta mis dos compañeros de viaje se me van unos metros, cosa que aprovecho para evacuar parte del peso que llevo en la vejiga... Parece que el lastre que he soltado se nota, vuelvo a enlazar con el dúo y sin quererlo, tras el avituallamiento de la Veguechina, donde empieza la subida a la cota más alta de la carrera, me pongo delante marcando mi ritmo y veo que se van quedando poco a poco.


Siguiente sorpresa que me deparaba el rodaje, parecía una película de suspense. Al fondo atisbo un bulto rojo en movimiento. No tenía duda ninguna, malla roja, camiseta roja, tubular rosa (el rosa está de moda), figura espigada… era Santi. De nuevo sin quererlo y, puesto que sigo físicamente bien, sigo con mi ritmo y a unos 200 mts de la cima de Curriechos le alcanzo. Hablamos unos segundos sobre las maravillas del paisaje y le recuerdo el mensaje de twitter del día anterior en el que me decía, sin conocerme, “lo importante es disfrutar de la carrera y llegar sanos y salvos a les fabes”, y que razón tiene. Sonríe, pero no tiene buena cara, ha pasado una noche de perros y no va fino. De nuevo melodía de gaita cerca de la cima, pero ¡qué bonito era todo!

 Llegamos juntos al vértice de Curriechos y nos lanzamos ladera abajo campo a través entre las vaques casinas (vaca asturiana de montaña, se nota que soy veterinario) que querían tener su cameo en la producción. Me voy dejando caer sin apretar mucho pero Santi se va quedando. Definitivamente no está bien, no es su día pero aún así va a seguir hasta la meta. No necesita dobles que le sustituyan en las escenas difíciles y complicadas, es un titán asturianu, un Don Pelayo en toda regla que va a resistir y va a llegar hasta el final aunque no pueda luchar por la victoria. ¡Santiago y cierra, España! ¡Bravo por él!

Curriechos con Santi Obaya
El descenso desde Curriechos hasta el avituallamiento de Escrita necesitaría un cortometraje aparte. Son 10 km y prácticamente una hora de continua bajada donde se pierden 1.300 mts de desnivel y, aunque las fuerzas ya escasean, es una autentica maravilla. Hasta para mí, que lo suelo pasar mal es estos descensos tan pronunciados y largos, fue una delicia de contrastes. Se comienza campo a través por la ladera de la montaña, continúas por un sendero de montaña bastante marcado, un pequeño tramo de camino forestal con avituallamiento incluido, tramos entre bosques donde se pasan troncos por encima y por debajo y para finalizar la función, un camino lleno de piedras y lajas por donde baja un riachuelo y tramos con auténticos barrizales donde literalmente se hundían las zapatillas hasta por encima del tobillo. Vamos, de todo un poco, como en botica.

Pero todo no podía ser bonito en esta producción, al menos para mí. Aunque el rosa está de moda, todo no podía ser de ese color, las películas tan romanticonas no tienen emoción y tenía que aparecer el malo de la película, es mi caso los calambres. Miro el reloj, km 25, casi nada lo que queda de rodaje para empezar a acalambrarme, esto podía convertirse en una auténtica película de terror. Bajo el ritmo e intento seguir pero el gemelo derecho dice basta, se agarrota totalmente. Tengo que parar, estirar y darle esos toquecitos mágicos que le suelo dar en estos casos, toquecitos por decirlo de algún modo suave ya que después me van a dejar doloridos los gemelos 4 ó 5 días... pero parece que ha funcionado. Continúo el descenso, despacito al principio para no forzar mucho las piernas e ir probando a ver si está todo en su sitio, pero vuelvo a coger el ritmo. El malo de la película no ha sido tan malo realmente, se ha convertido en espectador de excepción de la trama.


Llego a la carretera, fin del corto “la bajada de los contrastes”, nueva parada y fonda y toca subir, sin descanso ninguno, al Alto Chago, así, ¡sin vaselina! Veo mi coche aparcado en un arcén, mi extra me está esperando de nuevo en algún punto de la última subida y eso me provoca una sonrisa y me da ese plus de fuerza que necesito para poder coronar Chago. El miedo a la transición entre casi una hora bajando y de repente tener que subir prácticamente 500 mts de desnivel en 3 km de repente desaparece. Comienzo el ascenso y me siento cómodo (dentro del cansancio de llevar ya 32 km en las piernas y casi 5.000 mts acumulados de desnivel). Es más, tramos que a estas alturas de carrera debería de subir caminando, soy capaz de subirlos corriendo, pasitos cortos pero corriendo, como si el guionista me conociera y hubiera hecho el guión a mi medida ese día.

Unos majos lugareños me avisan y hago una parada en una fuente del camino a echar un trago de agua fresca, gracias. Aquí va a llegar la enésima sorpresa que me deparaba el día cuando, unos metros por delante, observo a otro de los actores principales con una camiseta verde, es Eliseo. Yo continúo subiendo a mi ritmo, sin apretar, aún queda mucha tela que cortar, pero observo que el sube caminando en todo momento y con el paso de los minutos voy recortando distancia hasta que llego a su altura. Hablamos brevemente unos segundos y se aparta hacia un lateral del estrecho sendero por el que transitaba la subida para dejarme paso. Aún queda lo más duro de la ascensión, el último tramo hasta las antenas repetidoras trochando por una ladera con  gran desnivel. Miro hacia arriba, no cabe ya duda, el rosa está de moda, sí, pero esta vez era el color de la camiseta de Estrellita que empieza a jalearme desde la lejanía. Llego a su altura, me pregunta que tal voy, le contesto que bien, me da un gel y un poco de isotónico y continúo. Ya no queda nada para coronar.

Alto Chago

Guardaba el argumento del filme para mi otra sorpresa más en esta última parte. Comienzo el descenso pensando que, aunque aún quedan 5 km hasta la meta, el desenlace ya está escrito, que el asesino, como siempre, es el mayordomo y que ya está todo el pescado vendido. Craso error el mío dar por concluida la película y no quedarme a los créditos. Aún quedaba el epílogo ¡¡¡y me lo quería perder!!! Según voy descendiendo, ya bajo una tímida lluvia que se escapaba, el orbayu asturianu, al fondo del sendero, desde el cual se observa Nembra ya, aparece otra sombra, esta vez con camiseta negra. Ahora sí que aprieto, ya hay que darlo todo y que salga el sol por donde quiera, si las fuerzas me acompañan aún hay tiempo y distancia para recortar. A este actor no le reconozco hasta que llego a su altura, es Samu Obaya, otro titán asturianu que como decían en la escuela, progresa adecuadamente en esto de las carreras por montaña.

 En aproximadamente un quilómetro me pongo a su estela. Comentamos como vamos. El dice que fundido, que ha ido regulando pensando que nadie le cogería ya por detrás. Yo le digo que acalambrado, ahora sí que ya no tenía remedio mágico, pero quedaba poquito. Comienza a apretar el ritmo, ha ido regulando los últimos quilómetros y se nota que tiene esa chispa aún para meterle medio giro más a la tuerca. Voy haciendo la goma, me descuelgo en los tramos de bajada con más pendiente, donde incluso tengo que pararme a estirar los gemelos, y me acerco en los pequeños tramos de ascensión. Como compañeros que somos, más que contrincantes, en este mundo de la montaña me advierte que aún queda un repecho fuerte al entrar en Nembra justo antes de la bajada de meta, es la subida al cementerio. El depósito aún no ha entrado en la reserva y el motor aún no ha pasado la zona roja de revoluciones, pero los neumáticos van en las lonas, las piernas han dicho basta. Los últimos metros de entrada en Nembra me dejo llevar mientras Samuel se aleja. Se gira, le doy el ok para que se relaje y sigue sólo.


Solo quedaba la gloriosa entrada en meta para poner un epílogo impresionante al filme, últimos 100 metros de descenso por una ladera con las banderas de las Comunidades Autónomas de todos los corredores y con el director narrando la escena final. Me recibe la alfombra roja, la de los ganadores, que los somos todos y cada uno que hemos comenzado el rodaje. Cruzo la línea de meta con el Demonión presente en primera persona y nos estrechamos la mano como diciendo, hemos hecho un peliculón en toda regla. Para mi había terminado el rodaje. El metraje final en mi caso 4 h y 46 min, contento.

Linea de meta en Nembra
El desenlace tuvo algo de poético, algo de círculo que se cierra. Concluyó primero el rodaje el actor veterano ya consagrado, Fran Piñera, pero que con los años sigue bordando los papeles que interpreta, cada vez con más clase y soltura, y le acompaño el actor revelación, Carlos Sánchez, ese secundario de lujo que se deja el alma y la piel en cada escena y que va dando pasos para que su estrella luzca en un futuro en el paseo de la fama. Con esa precocidad insultante con la que el ilusionante nuevo actor se presentó en la película, le queda cuerda para rato y juntos pueden convivir en futuros rodajes porque, a pesar de que su papel sea menos proclive al lucimiento, la producción se cae sin él.


 El montante que tenían en la meta, pues brutal, con la gente animando, buen avituallamiento, esas piscinas de agua fría que las piernas agradecen después de tan arduo esfuerzo y ese equipo de fisioterapeutas que hacen que les pates se relajen dentro de las posibilidades naturales de la situación. Todo inmejorable, fantástico, de verdad que muchas gracias a toda la organización cuya cabeza visible es Rubén.

 La post- producción, pues una comida de las buenas, comida de gala, pero de las galas que nos gustan a los montañeros, fabes con almejas y carnaza al cabrales. Todo aderezado en nuestro caso con la grata compañía de Fran Piñera y su mujer.

En resumen, estreno de la sexta parte de la saga Resistencia Reino Astur con gran éxito de público y de la crítica que realmente sabe de esto, no esa crítica que solo entiende de superproducciones con más promoción que argumento, pastiches por los que asoman actores guapetones, lustrosos y de pelo engominado que cobran cheques llenos de ceros por interpretar un guión chusco que acaba justificando su mediocridad en base a lo que decide el señor de la claqueta. Según comenta el director, en esta sexta entrega han dado con el recorrido definitivo, recuperando los antiguos caminos que usaban los ganaderos y, personalmente, ya que nunca había corrido esta carrera, me parece extraordinario, espectacular, bonito, de los que como se dice, hacen afición. Últimamente se me está cargando mucho la agenda de sitios a los que deseo volver a pisar y patear en próximas ediciones. Eso es bueno, quiere decir que he disfrutado.

Entrega de premios

Créditos
- A la dirección y producción de todo el cotarro Rubén Solís, “El Demonión”, organizador, animador, speaker y alma de la Resistencia Reino Astur de Nembra. Desde hoy, por lo que a mí respecta, un amigo.

- Ayudantes de dirección y producción el GM Reino Astur, la Asociación de Vecinos de Nembra y todos los habitantes del pueblo que se han volcado completamente con el evento.

- Actores extras sin los cuales ninguna producción es posible, voluntarios, Protección Civil, -Guardia Civil, fisioterapeutas, catering,…

- Colaboradores.

- Y todo el plantel de actores.


Nueva muestra de genialidad de este director de actores, nueva muestra de cine de autor. Es tan abrumadora la sensación que le queda a uno cuando se queda pegado a la butaca mientras desfilan por la pantalla los títulos de crédito de lo que acaba de ver que impresiona. Pese a ello, les recomiendo que hagan acopio de palomitas y se sienten cómodamente para el siguiente estreno que se producirá  el próximo año y que seguro no defraudará…El montaje final versión del director era de Oscar a mejor película, a mejor director y a mejor productor. Se había rodado una de las películas más bonitas del mundo.

sábado, 12 de julio de 2014

Cuando los sentidos se quedan cortos



CRÓNICA II TRAIL DOBRES Y CUCAYO


A veces es difícil explicar con palabras lo que se siente. A veces las palabras se quedan cortas para describir lo que vivimos. A veces lo que experimentamos sencillamente no se puede ni explicar con palabras. Y otras veces nos faltaría algún sentido más para poder disfrutar en todo su esplendor ciertos momentos, ciertas experiencias y ciertos lugares.Pues bien, ese lugar es Picos de Europa, concretamente el Valle de Liébana, estamos en Dobres y Cucayo.
Al fondo, Cucayo
Seguramente alguna vez os habréis planteado y preguntado a vosotros mismos en alguna carrera, sobre todo si habéis salido a disputarla, que es una autentica pena no haber salido únicamente a disfrutarla. Haberse parado uno en medio de la montaña, tomar aire profundamente, mirar lenta y pausadamente todo lo que nos rodea y disfrutar del placer y esplendor lo que la  naturaleza nos ofrece. Personalmente en esta carrera he vivido uno de esos momentos y me costaría mucho no elegirla como la carrera más bonita y espectacular de cuantas he corrido.

Por todo eso, en la crónica de una carrera, a veces es muy difícil centrarse sólamente en el desarrollo técnico propio de la prueba cuando el escenario donde coloquialmente actuamos te abruma. Tengo que reconocer que me considero un enamorado de Picos de Europa. Es un auténtico lujo y privilegio lo que nos ofrece este macizo montañoso a medio camino entre Asturias, Cantabria y León. No tenemos, ni debemos, ni necesitamos envidiar a ninguna gran cordillera del planeta ya que lo tenemos en casa y es nuestro. Desde que era un renacuajo mi tío Fernando me llevaba a conocer cada rincón de este espectáculo paisajístico que poseemos. Gracias a él, he aprendido a disfrutar y a respetar la montaña y gran parte de la causa de que yo esté ahora corriendo por ellas es suya y por eso siempre le estaré agradecido. Si él está ahora orgulloso de donde he llegado, yo estoy orgulloso de haberle tenido como maestro.

Primer fin de semana de julio (aunque no lo parezca por el tiempo que nos está acompañando hasta ahora). Mientras en una parte asturiana de Picos de Europa, Somiedo, se enfrentaban leoneses y asturianos por el cetro del trail running asturleonés en la Batallona (por cierto, enhorabuena a todos los leoneses, de los cuales me considero parte), en otra parte de este Parque Nacional, yo me disponía a luchar contra los tercios cántabros que se disputaban la 5ª prueba de las Trail Series Cantabria en pleno corazón del Valle de Liébana. 
Cucayo
Salgo con Estrella el viernes por la tarde desde Fuentes de Béjar y,  de nuevo, paso obligado y escala en León, esta vez no solo para la visita obligada a la mami y llenar el depósito de buenas viandas, si no para disfrutar de unas horas de mí ahijada Leizuri que está pasando unos días en tierras leonesas (estas hecha toda una señorita ya cariño). Visita relámpago y a la mañana siguiente nos ponemos rumbo al lugar de los hechos.
Mirador del Corzo (Puerto de San Glorio)
Nada más pasar Riaño y empezar a acercarnos al Puerto de San Glorio, punto de unión entre Cantabria y León, uno se va dando cuenta de todo lo que le espera sensorialmente hablando. El día era espectacular y era obligada la parada en el Mirador del Corzo que nos permite una vista mágica y completa del municipio de Vega de Liébana y de las montañas que lo cierran. Y en el centro geográfico de la comarca Lebaniega, en el punto donde confluyen los cuatro valles de la comarca, se encuentra Potes, con su entramado urbano que conserva buena parte del sabor montañés que fue acumulando a lo largo de los siglos y donde dimos cuenta de una buena comida y un gratificante paseo por sus calles con nuestro amigo Chema.

Potes
Nos dirigimos ya al punto de destino, el vertiginoso valle de Cereceda. En lo más alto del valle, encajonado entre cumbres quedan las apartadas aldeas de Dobres y Cucayo, a las que se accede mediante dos túneles excavados en la roca. El excepcional estado de su patrimonio arquitectónico les ha valido el reconocimiento de Conjunto Histórico Rural por su interés urbanístico, etnográfico y por su conservación del entorno natural y del modo de vida tradicional. Están situados en un enclave privilegiado y el propio pueblo constituye un mirador excepcional de los valles y cumbres que lo rodean.

Por ahora los gurús del tiempo estaban errando en su predicción y lo que debía ser lluvia ya a esas horas, por ahora no eran prácticamente ni nubes y el astro rey no quería dejar de hacer acto de presencia. La tarde acompañaba pues para dar un pequeño paseo, estirar las piernas, disfrutar de todo lo que nos ofrecía el entorno y dejar plasmado todo esto con unas cuantas fotografías. Cargamos pilas con una buena cena en Dobres y a la cama a tratar de descansar todo lo posible.
Al fondo Dobres
A las 6 de la mañana me despierto, no había sonado aún la alarma, pero el cuerpo ya está acostumbrado diariamente a arrancar a esas horas intempestivas. Miro desde la ventana de la habitación, comienza a amanecer y las primeras luces del día sobre la montaña auguran de momento buena climatología. Nos esperaban según la organización, la Comisión de Fiestas y Junta Vecinal de Dobres con Iván Cuesta al mando, 22,3 kilómetros y 3.400 metros de desnivel acumulado. De nuevo, y mientras sea para mejorar , cambio de recorrido respecto al año anterior puesto que la zona del cordal, del pico Pumar hasta Vega de la Canal, discurre por territorio palentino y problemas con los permisos hace que se modifique parcialmente el recorrido. Eso sí, según anuncian “más senderos, menos pista, más vistoso y más espectacular”. Y creo que lo consiguieron con creces, una autentica maravilla de recorrido.

Tras cargar el depósito con un buen desayuno a base de zumo, tostadas y café con leche (nada de nutella, eso es para globeros tipo Merillas o Jornet) nos acercamos dando un paseo desde Dobres (donde nos alojábamos) hasta Cucayo, recogemos los dorsales, tomamos otro café y nos ponemos a calentar un poquito. El bullicio de la gente, el colorido, la música y la animación de los espikers le daban un ambiente fenomenal a la salida.

Salida carrera
Como os decía, la mañana se preveía pasada por agua, y a la postré así sería, pero de momento el tiempo daba una tregua e incluso el sol parecía que quería acompañarnos, al menos en la partida. La salida se daba a las 9:00 a ritmo de Highway to Hell, aunque lo que realmente nos esperaba una especie de paraíso. Una marea amarilla me rodea por todos los lados, son los corredores locales integrantes del club Liébana que en tropel han acudido a la cita. Los gallos que luchan por las Trail Series Cantabria (ahí estaban los cinco primeros clasificados) cogen posiciones en primera línea y salen rápido por las calles del pueblo.  El corraliego Toñín Suarez sigue su táctica habitual y pone un ritmo frenético de salida yéndose en solitario ya el resto de la carrera y solo siendo superado a falta de pocos kms para la meta por el líder de las Series de este año, Marcos Santiago que se fue o nos fuimos turnando posiciones en el grupeto de 5 corredores perseguidores durante parte del recorrido.


El arranque se prevé duro según el track de la carrera puesto que en tan solo 7,5 km había que salvar prácticamente 1.000 mts de desnivel positivo hasta el acceso al Pico Pumar. Una vez en faena, y tras recorrer las calles del pueblo, el sendero comienza a picar para arriba bruscamente y se observa ya un reguero multicolor en fila de a uno de corredores. El ascenso se hace a ritmo constante por senderos bien definidos utilizados antiguamente, según dicen, por carros tirados por vacas, ahora en desuso y posteriormente por caminos vecinales. Parece que el tiempo comenzaba a cambiar y se escapaban algunas gotas de agua. Pero antes de que comenzase a llover de manera más intensa nos quería hacer una visita el arcoíris para terminar de rematar la espectacularidad del paisaje. Hasta los cencerros de las Tudancas cuando pasabas a su lado y se apartaban parecían hacerte coro. Madre mía como iba disfrutando!!! no podía dejar de mirar hacia los lados y alguna que otra vez hacia atrás para observar el paisaje que nos rodeaba por todos los costados.


El último tramo de esta primera ascensión era una trocha por un prado limítrofe con la provincia palentina con bastante pendiente hasta la cima, donde corono en solitario con unos pocos metros sobre el grupo y comienzo el descenso a campo abierto hasta el km 9,5 donde repongo líquidos en el segundo avituallamiento. A partir de aquí, la carrera me deparaba (al menos para mí que no conocía el recorrido) una sorpresa. Lo que parecía según el track una zona rápida para recuperar y correr no iba a ser así y esperaban unos 6 km por terrenos complicados con continuos rompe piernas que discurrían entre constantes subidas y bajadas por senderos profundos, estrechos, pedregosos,  embarrados y técnicos que no permitían descanso ni recuperación ni física ni mental. Eso sí, todo aderezado con el disfrute de impresionantes vistas del Valle de Liébana, el Monte Cubino, los puertos de Pineda y Riofrío y cercanías de Fuentes Carrionas y la Fuente El Cobre, ambos en territorio del norte palentino. El agua, el frío y el cansancio comienzan a hacer un poco de mella en las piernas.

Llega el km 12 aproximadamente y, justo antes de que comience la traca final de la carrera, nos agrupamos los cinco que vamos tras Toñín. Comienza lo que realmente se denomina carrera por montaña ya que nos esperan dos muros que prácticamente te obligaban a trepar y subir a gatas en algunos tramos. Un primer muro donde se salvan 200 metros de desnivel en apenas medio km, no sin antes habernos refrescado las piernas, por si no teníamos ya bastante agua ya, cruzando un río al más puro estilo Alto Sil, y donde recuerdo las palabras de Lolo Díez en dicha carrera “no os preocupéis por no mojaros ya que os vais a mojar sí o sí” y directamente, cruzo por el medio del cauce. La lluvia y la niebla ya habían hecho acto de presencia y el ascenso se ponía complicado por la inclinación y desnivel del terreno teniendo que subir haciendo zetas puesto que había tramos donde era imposible no resbalar. Durante el ascenso empiezo a perder poco a poco terreno sobre el grupo, no voy mal pero las piernas no dan más de sí, quizás el frío y la lluvia me están pasando algo de factura. De nuevo descenso por campo a través, rápido y exigente, y último avituallamiento para reponer líquidos.



Nos quedaba el segundo muro del día y última subida al Pico Casanzo (nuevo tramo incluido esta edición) entre pura roca, una delicia para el auténtico corredor por montaña, con tramos incluso de escalar entre las peñas. Me iba asemejando esta subida a algún tramo de la Biosfera Trail en Ciñera, sobre todo al tramo final de Peña Picha. En el último de los riscos, al cual uno llegaba con las fuerzas justitas, es de agradecer la presencia estratégica de un lugareño que te daba la mano y te ayudaba a literalmente escalar una enorme roca que había que sortear y que con la lluvia se había vuelto muy resbaladiza. El descenso del Pico Casanzo, una delicia para los sentidos, por senderos entre helechos y hayas y con unas vistas de fondo que quitaban el hipo. Eso sí, la lluvia que ya había hecho acto de presencia hacía el descenso complicado y me lo tomé, como es habitual en mí puesto que no es mi fuerte, con tranquilidad. Me iba repitiendo a mi mismo sin parar “aquí tengo que volver yo pero para hacer el recorrido con tranquilidad y disfrutando al máximo de todo lo que me ofrece”.

Nos quedaba ya únicamente el tramo final que lo constituía un camino con buen firme, completamente rodeado de arboles, que conducía hasta la meta en el pueblo de Cucayo con muy buenas panorámicas del Valle de Liébana sin mayores dificultades que el cansancio acumulado ya a estas alturas de carrera. En la meta, donde la lluvia había dado un pequeño respiro, un pueblo volcado arropando y aplaudiendo a los corredores.



El ascenso a 3 cumbres, zonas rápidas, zonas técnicas, zonas embarradas, sol, lluvia, bosques centenarios, cruce de ríos, parajes espectaculares,… Pues bien, lo que hace realmente espectacular a esta prueba quizás sea aquello que no se puede llegar a medir, lo que solo se puede valorar estando allí y viviéndolo en primera persona, esos aspectos intangibles que sólo poniendo todos los sentidos en pleno funcionamiento se pueden vivir al máximo, una experiencia única.

La organización sencillamente perfecta, un paraje de fábula, logística y marcaje del recorrido extraordinario (el miedo a la niebla hizo que se extremaran al máximo las precauciones sobre todo en los tramos que se trochaba y no había senderos ni caminos), avituallamientos correctos (el de meta extraordinario con incluso pastas y dulces típicos hechos por los vecinos del pueblo) y la colaboración de todos los habitantes del pueblo, voluntarios, La Posada de Cucayo, Protección Civil y el GREIM. Lástima que durante la entrega de premios la intensa lluvia deslució un poco el evento, pero había merecido la pena.  


Con todo ello, más que con el resultado final, del cual estoy contento por haber estado dando guerra hasta casi el final con los cabeza de carrera, me quedo con la experiencia y el regalo a los sentidos del lugar, los paisajes y las maravillas orográficas por donde discurre la carrera. Otra cita que queda marcada en la agenda para próximas ediciones, pero sobre todo queda marcada en la retina y en el recuerdo, que para eso tenemos los sentidos, aunque a veces se queden cortos…